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José Antonio Díaz

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“Sois unos racistas de bicicletas”. A Igor Gancedo, la frase de aquel cliente desairado al que un compañero de tienda le dijo que no podían arreglarle su vieja máquina (porque la reparación no resultaba rentable para el comercio), se le quedó grabada en la cabeza. Cómo podía ser que una bici que todavía se presentaba en buen estado pudiera verse arrumbada al montón de la chatarra por falta de voluntad. Obsolescencia ciclista programada que Gancedo quiso contrarrestar algunos años más tarde, cuando derroteros laborales le llevaron a abrir su propio negocio de venta y reparación, Igor Bike Tailerra, en Amurrio, Álava.

Mecánico de bicicletas con muchos años de experiencia, reconoce ser un pequeño Diógenes que a lo largo del tiempo ha ido recolectando piezas de viejas bicis que le regalaban o recogía de la basura. Cuadros, cambios, desviadores, frenos, guardabarros, zapatas, pedales y bielas (entre otros muchos componentes) que esperan recuperar una nueva vida. Volver a ser útiles para alguien. Con estas ayudas, más el recurso a buscar piezas de segunda mano en plataformas de venta online o recambios en el siempre sorprendente mercado chino, el mecánico amurriano resucita viejas máquinas que en ocasiones llevan consigo un componente afectivo: “Fue mi primera bici”, le dijo un cliente emocionado al recogerla y ver que estaba como nueva.

Concienciado contra el dispendio, Igor también repara cámaras de rueda, de esas que venden en pack en las grandes tiendas deportivas. Cámaras desechadas al primer pinchazo. A él se las regalan los ciclistas locales y las arregla con el parche de toda la vida. Comprueba que no pierdan aire y las vuelve a poner en circulación a un precio sensiblemente más barato. Así ayuda al mantenimiento de su negocio y libra a la naturaleza de otros 150 gramos (peso estándar por cámara) de caucho sintético que acaban en la basura. 

Despertando a una segunda vida

Fruto de la concienciación en pro de la sostenibilidad, quizás del apretón de la economía o tal vez de la mezcla de ambas, las tiendas que comercializan bicis nuevas y también reparan y venden bicis de segunda mano (comercios por lo demás muy abundantes en los años 70 y 80) proliferan en nuestro país. A poco que se rebusque en la web se encuentran comercios especializados como el veterano Ciclos Altzaga de Erandio (inaugurado hace treinta años por Óscar Moreno, relevado ahora por su hijo Igor), Re-cycling (Madrid y Barcelona), Secondbike (Madrid), Rebici (Móstoles), Bike Taller (Reus), Manrubia, (Vall d'Uixó), Mestre Bikes (Tárrega), Bicicletas Taboada (Lugo), Bicicletas Segundo Ciclo (Pamplona) y Bicicletas San José (Palencia). Pero hay muchas más. Una de las pioneras en este campo y por lo demás vinculada al concepto de Economía Solidaria es Recicleta (Zaragoza).

Un 80% corresponde a bicicletas nuevas y un 20% a las de segunda mano, por el filtro necesario de comprobar que estas no sean robadas, porque no admitimos cualquier bicicleta que entre por nuestra puerta

Óscar Gómez Recicleta (Zaragoza)

Nacida en 1996, en el seno de la asociación del mismo nombre ubicada en el barrio La Magdalena, en ella se dedicaban a encauzar laboralmente a los chavales en busca de empleo, lo que les llevó a fundar una ciclomensajería, Grupo La Veloz Cooperativa, “que trabaja desde 1993 por construir y potenciar proyectos económicamente viables, ecológicamente sostenibles y socialmente justos”. Ya en 1996 surgió Recicleta como marca comercial de La Veloz. Óscar Gómez, uno de los socios de la cooperativa, señala que entre los objetivos de Recicleta se halla “fomentar el uso de la bicicleta en todas sus variantes (urbana, cicloturismo, deportiva, etc), apostando por el reciclaje y venta de bicicletas de segunda mano, priorizando así valores de conservación”. Indica, no obstante, Gómez que en el global de ventas de Recicleta, “un 80% corresponde a bicicletas nuevas y un 20% a las de segunda mano, por el filtro necesario de comprobar que estas no sean robadas”, porque como él bien señala, “nosotros no admitimos cualquier bicicleta que entre por nuestra puerta”.

En Zaragoza, igualmente, se halla Ciclofactoría, tienda especializada en ciclismo urbano y en la restauración de bicicletas clásicas. Su ideario es ser “un espacio donde creamos, reciclamos, e intentamos arreglar las cosas antes que sustituirlas”, de ahí que cuenten incluso con una marca de bicicletas de “segunda vida”, Palmira. Máquinas donadas que reciclan para convertirlas en bicicletas urbanas con una especial utilidad social, pues al comprarlas destinan el 25% de los beneficios a la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer.

Y de Aragón nos movemos al noroeste de España, a Valladolid. Allí está Reciclo, tienda especializada en la venta de bicis de segunda mano. La abrió hace ocho años Alberto Blanco, un arquitecto al que la crisis económica del año 2000 hizo reorientar su vida laboral. Optó por una opción sencilla y al tiempo sostenible. Quien en Valladolid quiere vender una bici que no usa se dirige a Reciclo. Allí la tasan y la compran, la limpian, la reparan y la dejan lista para ser vendida nuevamente, dándole una “segunda vida”, a un precio razonable, de ocasión. Apunta Blanco un problema no menor (por lo demás señalado por otros  comercios que aparecen en este reportaje) que lastra la venta de bicis reutilizadas, la posibilidad de que estas sean robadas. Es un extremo que ellos minimizan al máximo consultando con la policía las denuncias de bicicletas sustraídas y revisando concienzudamente foros de la web y páginas de venta en internet.

Reparando para la gente del barrio

Este viaje en busca de recuperadores de bicicletas nos lleva luego a Vitoria. Allí se halla el Taller de Asier, abierto desde 2013. Asier García Casteig es su propietario, dedicado por vocación a la reparación de bicis más bien bastante usadas, aunque también a la venta de máquinas nuevas, pero muy concretas —“de las que me gustan”, precisa él mismo—: bicis de pista, de carga, de viaje. 

Trabajador en su día en el servicio de préstamo de bicicletas del Ayuntamiento de Vitoria y formador itinerante de circulación en colegios de dicha capital, Asier abrió su taller hace siete años y medio. Allí repara de todo, como él mismo dice: “Desde bicis de apariencia cochambrosa que llevan años abandonadas en un camarote a bicis de antiguos stocks, sillas de ruedas y, cómo no, bicis modernas”. Mecánico pasional, recuerda con orgullo que hace unos años devolvió a la vida una bici de 1909. “Una bici complicada, con mucha ingeniería —dice—, con muchos engrasadores y una cadena gordísima. Una bici pensada para durar que a base de limpiar, cortar, lijar y añadir elementos volvimos a echar a rodar”.

Hago algo muy específico como la reparación y no tengo gran competencia. En Vitoria hay muchas tiendas de bicicleta, pero son casi concesionarios

Asier García Casteig Taller de Asier (Vitoria)

Dinero. Le preguntamos a Asier si es caro devolver a la vida una bici vieja y a un interrogante tan tonto responde con lógica: “Tengo clientes de muy bajos recursos a los que diez euros les supone mucho. Gente que me paga con un montón de monedas de veinte céntimos que han ahorrado a lo largo de semanas. Caro o barato, depende. Todo es relativo”.

Al ser Vitoria una de las ciudades de España que más apuesta por la movilidad sostenible, la mayoría de su clientela está concienciada en el uso de este medio transporte, extremo que le llevó a detectar la necesidad de la existencia de pequeños talleres de barrio que, como el suyo, diesen servicio de reparación a gentes que no encontraban dónde repararlas. Y ahí es donde se lanzó. Por suerte su taller tiene mucho trabajo. “Hago algo muy específico como la reparación y no tengo gran competencia. En Vitoria hay muchas tiendas de bicicleta, pero son casi concesionarios —dice—. Comercios para ciclistas deportivos, gente que va a gastarse mucho dinero. Yo soy lo que siempre había querido ser, como el taller mecánico de coches que antes había en los barrios, pero en bicicletas”.

Dos ejemplos a seguir

Apostando por esta vía de dar una segunda vida a bicicleta en desuso, hallamos diversos proyectos ecológicos y participativos como el de la Asociación Gurpil Taldea de la Comunidad de San Marcos (la agrupación de municipios que gestiona los residuos domiciliarios de la Comarca de San Sebastián). Formado por un grupo de amigos aficionados a la bicicleta, desde 2015 vienen recuperando entre 60 y 100 bicicletas al año en su taller de Beraun. Bicicletas aportadas por donación de particulares y también gracias a la colaboración de la Policía Municipal de Errenteria, que les avisa si en sus rondas de vigilancia detecta alguna que esté abandonada.

Dicen que toda buena acción tiene su consecuencia. Por ello, a la estela de Gurpil Taldea nació en septiembre de 2020 Bir-ziklatu, un proyecto institucional auspiciado por la Dirección de Movilidad Territorio y el departamento de Medio Ambiente del Territorio de Gipuzkoa. Su objetivo: recuperar, reutilizar y poner en valor aquellas bicicletas aún utilizables que por diferentes motivos han sido desechadas o arrojadas a la basura, evitando así la innecesaria generación de residuos y creando un modelo alternativo de consumo más sostenible. Reparadas mediante una red de talleres colaborativos que trabajan sin ánimo de lucro, como ocurre en otros países como Francia o Alemania, dichas bicis están garantizadas por una etiqueta de calidad que avala que están perfectamente reparadas y listas para volver a la carretera y prolongar su vida útil.

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