La segunda vida de las bicis neerlandesas
“Aire sano y limpio para Ámsterdam”. Esa es la consigna que promueve el Ayuntamiento de la capital neerlandesa para conseguir una ciudad con un aire más limpio. Para pelear contra el CO2 de la atmósfera es fundamental la contribución ciudadana y para eso el consistorio neerlandés ha pedido a sus 883.000 habitantes (casi tantos como bicis hay en la urbe) que utilice el coche lo menos posible, recurriendo a la bici y el transporte eléctrico (al día de hoy el 10% de la flota de buses holandesa está electrificada).
El problema —y a eso se llama morir de éxito— es que no hay espacio de aparcamiento para tanta bici y las que se quedan vieja, se rompen o se desechan crean no pocos residuos. Otro problema más, que el Ayuntamiento neerlandés afronta haciéndose cargo de dichas máquinas. Para empezar, y previa cita con su propietario, pasa a recogerla por su domicilio. Las que no sirven son desmontadas y sus piezas útiles se utilizan como recambio para otros arreglos, mientras que las bicis que pueden ser reparadas se envían a talleres que a su vez son centros de formación profesional. Una vez reparadas las bicis pueden ser vendidas por un precio máximo de 150 euros.
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