Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.
Bienvenido, Míster Ébola: la película
En los reservados de un restaurante madrileño, un guionista español se reúne con un productor de cine norteamericano.
- Tengo una película que es la bomba: va del ébola.
- Interesante, ¿salen Dustin Hoffman y marines en helicópteros?
- No. He pensado más bien en Mariló Montero y en un Jaguar.
- ¿Eh?
- Déjame que te explique. La historia va del primer caso de ébola contagiado en Europa y se ubica en Madrid, una ciudad llena de mierda en las calles y en las instituciones. Estilo Blade Runner, pero en vez de replicantes hay consejeros con tarjetas black y los políticos huyen en coche y todo es muy apocalíptico y deprimente.
- Entiendo.
- El caso es que una auxiliar de enfermería encargada de atender a un misionero trasladado desde África contrae el ébola a pesar de que el Gobierno había insistido en que un contagio era imposible.
- Para empezar no está mal. ¿Seguro que no hay marines?
- No, no. Al poco tiempo de conocerse la noticia, la ministra de Sanidad, Ana Mato, comparece en público acompañada de otros altos cargos. Digamos que la ministra ejerce de moderadora y va dando la palabra al resto. No consiguen tranquilizar a la población, más bien lo contrario. Titubean, están nerviosos, la cámara no sabe a quién enfocar, y cuentan que no han llamado todavía a toda la gente con la que ha podido contactar la mujer contagiada y...
- Perdona, ¿pero comparecen sin haberse puesto en contacto con todas las personas que han podido relacionarse con la enferma?
- Acojonante, ¿eh? Además resulta que le habían dicho que no se preocupara porque no tenía 38,6 de fiebre y que si eso, ya eso.
- Venga, hombre.
- Espera, espera. Se me había ocurrido que la enfermera podría ir de médico en médico sin que le hagan ni puñetero caso.
- ¿Estamos hablando de España?
- Sí, en España. Había pensado que la mujer podría consultar hasta tres veces con el médico porque tiene fiebre y cree que puede ser ébola, pero le recetan paracetamol. A los días la trasladan a un hospital en Alcorcón donde la atienden sin todas las medidas de precaución suficientes y le diagnostican el ébola, y la mandan, por fin, al hospital de referencia. Road movie en vena.
- Lo siento, pero eso cuela menos que la escena de Indiana Jones en la que arrancan un corazón con las manos.
- Y ahora viene lo mejor. La mujer está esperando en las urgencias del hospital y echa un vistazo a las noticias en su teléfono móvil y se entera de que tiene ébola por la web de El País.
- ¿Ella? ¿Por el móvil? No sé, no sé. No se lo va a tragar nadie.
- Mira, además, en sustitución de la típica historia romántica chico-conoce-chica se me ha ocurrido meter la historia del perro Excálibur.
- ¿El perro Excálibur?
- Sí. Resulta que la mujer está en aislamiento. Y su marido, también. Y en casa tienen a su perro que podría estar infectado de ébola. Las autoridades intentan engañar al marido para que les de las llaves, entrar en la casa y cargárselo, pero todo sale a la luz y decenas de manifestantes se empiezan a agolpar en la vivienda. Tienen que intervenir los jueces y la policía termina cargando contra los manifestantes.
- No sé, ¿no podrías introducir alguna farmacéutica con oscuros intereses y un jefe de gabinete implicado con intenciones criminales?
- Demasiado típico. Mejor a Ana Mato, montada en un Jaguar, mientras deja un rastro de confeti a su paso y muchos cuñados, cuñados por todas partes como zombies en Walking Dead, y...
- ¿Ein?
- A lo que voy es que todo tiene su origen en que la formación recibida por los sanitarios era deficiente, denunciaban que el material no era el indicado y que apenas les habían explicado cómo utilizarlo para tratar a los enfermos de ébola. Además habían desmantelado los servicios especializados.
- Pero, ¿cómo va a pasar eso en un país de la Unión Europea que va a repatriar a enfermos de ébola?
- Es España.
- Incluso siendo España, colega. Por cierto, África no aparece en toda la película.
- Ups. Es verdad. No había caído. Qué olvido más poco edificante.
- Bueno, ¿y cómo termina la película?
- Estoy trabajando en ello. Quizás metan a la enfermera en la cárcel, incluso antes de haberse curado del ébola. O quizás Ana Mato dimita... bueno, eso sí que no se lo cree ni Dios.
- Déjalo, déjalo. La película no tiene ni pies ni cabeza. Hacemos otra con Torrente y sin ébola, ¿vale?
- Vale, vale.
- Pues eso.
- Por cierto, jefe, ¿quién paga la comida?
- ¿Quién es el guionista?
En los reservados de un restaurante madrileño, un guionista español se reúne con un productor de cine norteamericano.
- Tengo una película que es la bomba: va del ébola.