Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.
Un paraíso de los derechos humanos llamado Corea del Norte
Acostumbrados a dar pábulo a los rumores que surgen de Corea del Norte y a cachondearnos con las noticias frikis, casi siempre falsas, que replican algunos medios internacionales, dejamos pasar que Corea del Norte es uno de los regímenes más terribles del planeta.
Retuiteamos que Kim Jong-un se ha roto los tobillos porque usaba tacones para parecer más alto y finalmente le han vencido las lorzas. O que todos los norcoreanos se cortan el pelo igual. O que tienen el cerebro lavado y son robots con patas sin sentimientos.
En definitiva, es mucho más divertido desorinarse con @norcoreano (y yo lo hago) que descubrir los horrores que esconde Corea del Norte.
Todo esto viene al caso de la investigación que Naciones Unidas ha realizado sobre las graves vulneraciones de derechos humanos en Corea del Norte tras entrevistar a cerca de 240 víctimas y testigos. Una investigación que la Comisión investigadora ha pedido que se remita a la Corte Penal Internacional de La Haya.
En principio, parece complicado que el caso vaya a llegar a la Corte Internacional porque, aunque el informe de la Comisión tuviera el apoyo de la Asamblea de las Naciones Unidas, el probable veto de China en el Consejo de Seguridad lo tumbaría.
La lista de vulneraciones de derechos humanos es muy larga: desaparición y asesinato de personas acusadas de delitos políticos, uso común de la tortura en los interrogatorios, el destierro de familias enteras, una negación casi completa del derecho a la libertad de pensamiento, expresión e información, hambrunas forzadas…
La Comisión de Investigación de los Derechos Humanos en Corea del Norte concluye que las fuerzas de seguridad recurren sistemáticamente a graves violaciones de los derechos humanos “con el fin de crear un clima de terror que evite todo posible cuestionamiento del sistema actual del gobierno”.
Ese Comisión habla de “crímenes de lesa humanidad” que incluyen “el exterminio”.
La investigación confirma la existencia de cuatro campos de prisioneros políticos (kwanliso) que recuerdan a los peores episodios de la historia de la Humanidad.
Estos campos están generalmente localizados en áreas remotas y montañosas, y cuando alguien desaparece y es enviado allí se suele decir que “lo han mandado a las montañas”. “Sabemos que una vez que estás dentro, no hay forma de salir”, explicaba Kim Hyuk a la Comisión. El destino que les espera a los prisioneros en la gran mayoría de los casos es la muerte. Solo los prisioneros encerrados por delitos menos graves en una de las áreas del Campo Número 15 pueden aspirar a ser liberados.
La población reclusa de estos campos ha sido “gradualmente eliminada” recurriendo al hambre, los trabajos forzados o las ejecuciones. Según la investigación de las Naciones Unidas, centenares de miles de personas han fallecido en estos campos desde los años cincuenta, y en la actualidad entre 80.000 y 120.000 norcoreanos siguen recluidos.
Cuenta Shin Dong-hyuk que con 14 años fue torturado durante seis meses en el bloque de castigo del campo 14. Entre otros suplicios, lo colgaron sobre fuego hasta quemarle la espalda. Sobrevivió gracias a la ayuda de una compañera que le curó las heridas.
Kang Chol-hwan explicó a la Comisión que en el campo 15 se utilizó como método de castigo una pequeña caja de madera en la que el prisionero no podía estar de pie ni tumbarse, y se veía obligado a permanecer arrodillado en cuclillas. A los castigados en esta 'caja del sudor' apenas les daban comida y tenían que alimentarse de los insectos que se colaban en la caja. Kang Chol-hwan testificó que durante sus diez años de encarcelamiento enterró a más de 300 personas que habían fallecido por hambre o malnutrición. En una ocasión, un guardia golpeó con un palo de madera a una niña de unos 7 años que había escondido algo de comida en el bolsillo. La niña murió.
Ahn, un exguarda de esos campos, reveló que los prisioneros eran utilizados como sacos de boxeo humanos: “No teníamos gente con la que practicar artes marciales, así que nos mandaban prisioneros para que pudieramos practicar nuestras patadas y golpes... No nos importaba si los íbamos a matar o no”.
Ahn desveló además que determinados agentes de alto rango tenían permitido abusar sexualmente de las prisioneras mientras no se quedaran embarazadas. En ese caso, el oficial era destituido y la mujer enviada a las minas o ejecutada en secreto. Uno de los bebés que dio a luz una de las mujeres violadas fue arrojado como alimento para los perros.
Los testimonios de torturas, malos tratos y ejecuciones son numerosos. Y solo me he detenido en los campos de prisioneros políticos. El relato de las vulneraciones de derechos humanos en el país es mucho más extenso, incluídos los centros de detención ordinarios.
Como es obvio, Corea del Norte ha rechazado estas acusaciones. Lleva haciéndolo desde que se publicó el informe en marzo, aunque en los últimos meses ha intentado algunos movimientos para salir del atolladero de las acusaciones de la Comisión investigadora.
La respuesta, en todo caso, es tan sencilla como maniquea: las Naciones Unidas están al servicio de Estados Unidos y, por lo tanto, todo lo que diga la ONU es una sarta de mentiras. Esa respuesta ha llegado a ser tan estrambótica que el régimen publicó en sus medios oficiales un informe que aseguraba que en Corea del Norte se respetan escrupulosamente los derechos humanos y las libertades ciudadanas.
Un auténtico paraíso de los derechos humanos, un 'Kim Jong-un en el País de las Maravillas' que nadie se cree salvo los fans del régimen de Corea del Norte.
Acostumbrados a dar pábulo a los rumores que surgen de Corea del Norte y a cachondearnos con las noticias frikis, casi siempre falsas, que replican algunos medios internacionales, dejamos pasar que Corea del Norte es uno de los regímenes más terribles del planeta.
Retuiteamos que Kim Jong-un se ha roto los tobillos porque usaba tacones para parecer más alto y finalmente le han vencido las lorzas. O que todos los norcoreanos se cortan el pelo igual. O que tienen el cerebro lavado y son robots con patas sin sentimientos.