Visionaria, creativa, escritora, investigadora. Expansiva, exploro ámbitos diversos y los traduzco en actividades de marketing y dinamización. Levanto piedras para encontrar nuevas especies y a veces, acabo metiendo la pata en su huella. Entre patrones, tacones, pasiones y fogones me muevo como pez en agua. La pluralidad en el gusto, mi bandera de maitines.
Las bicis motorizadas no son para adolescentes
En Donostia, pese a su indigesta orografía, ir en bici es un placer. Haya o no cuestas, hay bidegorris por casi toda la ciudad. Allí donde faltan, se están haciendo, o están en vías. Andar en bici es una pasión de muchos, y ni los robos ni los peatones gruñones pueden con ella. Para solventar los problemas de los barrios altos llegaron las bicis motorizadas de DBizi. Se hicieron esperar, como el amanecer de la noche del Olentzero, pero tan sólo dos años después, parecen haber tocado fondo en la lista de los juguetes preferidos de algunos.
Contando las bicis que quedan en la estación del Paseo de Francia “one, two, three…” No vas más allá la cosa. Sólo hay esas. 3. Y doce huecos ¿Estarán en uso o faltarán del servicio? Según declaraciones de DBizi, la empresa gestora, faltan 25 de las 190. Han desaparecido. Y más de 85 sufren desperfectos y daños varios ¿Los autores? Entre los muchos posibles, en su mayor parte, adolescentes. Sí. Los tienen detectados. Y cuando hay vacaciones escolares, las incidencias se vuelven “un boom”, según comentan. Preocupante.
Que los adolescentes buscan problemas no es nuevo. Siempre ha sido así. Antes tiraban piedras, rajaban ruedas de coches, o torturaban animalillos. Ahora, además de grabar los linchamientos por móvil y pasarlos por whatsapp, en Donostia han cogido por divertimento reventar el servicio de bicis públicas. Las arrancan de las bases, las rompen, incluso las dejan tiradas por el monte. El índice de vandalismo en estas bicis crece en la ciudad hasta el punto de superar el número de incidentes del propio Madrid. Ya superamos a la capital española en algo más que en ventas de Iditex. Debemos de estar muy contentos con nuestros hijos.
¿Qué pasa con estos chavales? Mientras unos echan balones fuera y solicitan más policía para cuidar del servicio, yo me pregunto dónde está el origen de que unos menores se desfoguen destrozando un bien público, que se paga también con el dinero de sus padres.
El problema de la seguridad en las bicis no es nuevo (el robo de éstas está a la orden del día), ni la violencia de los adolescentes (pueden ser crueles, sí, es el otro lado de la moneda). Pero lo que sí que es nuevo es este ensañamiento de la juventud contra lo público sin motivo evidente ni reclamación de causa ninguna.
La bici ha sido un objeto que siempre se ha relacionado con las edades más tempranas de la vida. Estos hechos de vandalismo hacia ellas marcan una escisión. Que se hayan convertido en diana de la furia juvenil ¿qué significa? ¿O es simple casualidad? ¿Por qué estas bicis motorizadas despiertan en los chavales sus instintos destructores más primarios? ¿Será que cambia el mundo, y las bicis ya no molan en los adolescentes? Es una pena leer este tipo de noticias. Supongo que los que las rompen nunca llegaron a entender eso de que “las bicis son más que para el verano”. Por el momento, tenemos un servicio de bicis públicas absolutamente mermado gracias a unos gamberros imberbes. Señoras y señores, ¿qué hacen sus hijos cuando ustedes no miran? Tal vez sea momento de sentarse con ellos, a ver qué pasa en sus vidas.
En Donostia, pese a su indigesta orografía, ir en bici es un placer. Haya o no cuestas, hay bidegorris por casi toda la ciudad. Allí donde faltan, se están haciendo, o están en vías. Andar en bici es una pasión de muchos, y ni los robos ni los peatones gruñones pueden con ella. Para solventar los problemas de los barrios altos llegaron las bicis motorizadas de DBizi. Se hicieron esperar, como el amanecer de la noche del Olentzero, pero tan sólo dos años después, parecen haber tocado fondo en la lista de los juguetes preferidos de algunos.
Contando las bicis que quedan en la estación del Paseo de Francia “one, two, three…” No vas más allá la cosa. Sólo hay esas. 3. Y doce huecos ¿Estarán en uso o faltarán del servicio? Según declaraciones de DBizi, la empresa gestora, faltan 25 de las 190. Han desaparecido. Y más de 85 sufren desperfectos y daños varios ¿Los autores? Entre los muchos posibles, en su mayor parte, adolescentes. Sí. Los tienen detectados. Y cuando hay vacaciones escolares, las incidencias se vuelven “un boom”, según comentan. Preocupante.