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Buscan 'hooligans'
No les interesan los profesionales; lo que buscan son 'hoolingans'. Hablo del Gobierno del Partido Popular, que manifiesta una insaciable obsesión por asegurarse fidelidades extremas y acríticas en todas las instituciones y organismos públicos del Estado. ¿Qué la Agencia Tributaria está llena de socialistas? Pues va el ministro Montoro, que es quien mantiene tal aseveración sin que se le mueva un solo pelo, y pone en marcha una criba de las que levantan la boina. ¿Qué el Poder Judicial debe caminar por derroteros que aseguren su independencia? Pues nada, trufamos su cúpula de magistrados dispuestos por encima de todo a seguir la consigna del Ejecutivo.
Y ante este práctico y generalizado ejercicio ¿qué hace el PSOE para combatirlo? Mi respuesta es: nada. Nada de nada. O lo que es peor, encubre las malas artes en esta historia quizá consciente de que ha hecho cosas muy parecidas cuando ha tenido la responsabilidad de gobernar y de que volverá a las andadas allá cuando tenga la oportunidad de recuperar de nuevo el poder.
Estoy pensando en un ejemplo muy reciente como el que nos brinda ese poder tan esencial en una democracia como es el Poder Judicial. Me resulta sumamente difícil entender que los socialistas, que se rasgaban las vestiduras hace apenas unos meses por el hecho de que el Gobierno de Mariano Rajoy aupara a la presidencia del Tribunal Constitucional a un militante del PP como Francisco Pérez de los Cobos, entren ahora a un pacto discreto y silencioso sobre la cabeza del recién nombrado Consejo General del Poder Judicial.
Sí puedo llegar a explicarme que consideren conveniente participar en el diálogo para asegurar un mayor equilibrio en los nombramientos. Eso está dentro de lo normal en política. Pero no encuentro justificación a que lo hagan de forma casi vergonzante con un apoyo de hecho a Carlos Lesmes -que desarrolló un cargo político en el Ejecutivo de José María Aznar- y sin decir ni pío sobre la continuidad de Pérez de los Cobos al frente de jefe de un órgano clave en el sistema institucional que va a tener que tomar decisiones muy importantes sobre la Reforma Laboral o la ley que regula la interrupción voluntaria del embarazo.
Han sido tan opacas las circunstancias del acuerdo para el CGPJ que cunde la impresión de que el episodio no ayudará a que los ciudadanos puedan mejorar su percepción de la justicia y, tampoco de paso, a una más positiva valoración de lo partidos. Se puede pensar que, una vez más, el PP y el PSOE han caído en la tentación de pensar que el futuro es cosa de dos. Además y a pesar de los tremendos discursos de portavoces de la primera fuerza de la oposición (eso si), parece que en un pispás son capaces de olvidar que el Gobierno ha despreciado la búsqueda de un entendimiento mínimo en una ley que debiera ser exponente de consenso como es la de Educación.
Y es cierto que los acuerdos con convenientes, pero todos sabemos que no a cualquier precio. Y muy a menudo, con las cosas que están sucediendo en los ámbitos de la política, se multiplican las razones para pensar que a los profesionales los han puesto de saldo; que lo que cotiza hoy, y bien cotiza, son los 'hoolingans'.
No les interesan los profesionales; lo que buscan son 'hoolingans'. Hablo del Gobierno del Partido Popular, que manifiesta una insaciable obsesión por asegurarse fidelidades extremas y acríticas en todas las instituciones y organismos públicos del Estado. ¿Qué la Agencia Tributaria está llena de socialistas? Pues va el ministro Montoro, que es quien mantiene tal aseveración sin que se le mueva un solo pelo, y pone en marcha una criba de las que levantan la boina. ¿Qué el Poder Judicial debe caminar por derroteros que aseguren su independencia? Pues nada, trufamos su cúpula de magistrados dispuestos por encima de todo a seguir la consigna del Ejecutivo.
Y ante este práctico y generalizado ejercicio ¿qué hace el PSOE para combatirlo? Mi respuesta es: nada. Nada de nada. O lo que es peor, encubre las malas artes en esta historia quizá consciente de que ha hecho cosas muy parecidas cuando ha tenido la responsabilidad de gobernar y de que volverá a las andadas allá cuando tenga la oportunidad de recuperar de nuevo el poder.