Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
No es culpa de Pili
Con pleno apoyo de la dirección estatal y en unión de Equo y de Izquierda Unida, Podemos ha conseguido 150.000 votos en las elecciones autonómicas. Ha perdido casi dos de cada tres votos de los conseguidos hace dos meses. Ha obtenido casi los mismos votos que obtuvo hace año y medio en las elecciones forales Podemos Euskadi concurriendo en solitario y sin apoyo alguno de la dirección estatal. Si quitamos los votos que aportan Equo e Izquierda Unida, Podemos ha perdido unos 30.000 votos de los que obtuvo hace año y medio, cuando competía en el peor de los escenarios posibles y sin otra fuerza que el entusiasmo de los círculos y la militancia vasca. La actual dirección ha dicho que se trata de un éxito histórico. Creo que hablarle así a la ciudadanía supone en sí mismo una forma de entender la política.
Lo peor que puede suceder es que se opte por no reconocer la realidad. No cuestionarse por qué la misma ciudadanía que ha apoyado entusiastamente a Pablo Iglesias y al proyecto de Podemos para Madrid hace dos meses ha dado masivamente la espalda al proyecto para Euskadi de Podemos. Lo peor que puede suceder es que se busquen chivos expiatorios. Y hay que hablar claro. La responsabilidad de esto que algunos consideran un “éxito histórico” no es de Pili Zabala. Ella ha hecho lo que ha podido y me dolería que la convirtieran en el muñeco roto de los experimentos de algunos.
En mi opinión, el populismo tiene un cierto papel en la política: evitar que ésta se convierta en algo demasiado abstracto y sólo accesible a las élites, popularizando el debate político y utilizando una terminología y una argumentación accesibles al común de los mortales. Pero una cosa es utilizar algunos materiales de la crítica populista y otra muy distinta es convertir el populismo en una religión. Y pretender hacer política sin ofrecer un proyecto propio, vendiendo exclusivamente buenas palabras, sin posicionarse en los debates, sin atreverse nunca a arriesgar, sin tener la valentía de decir a veces cosas que no son populares y limitándose siempre a halagar al oyente con palabras que uno cree que desea escuchar.
Antes de estrellarse, la actual dirección vasca de Podemos ya se había lamido las heridas, alabando la madurez de la ciudadanía vasca, que sabe votar diferenciado para Euskadi y para Madrid, haciendo con ello un regalo inestimable a lo que hasta entonces eran tesis que solo defendía el nacionalismo hegemónico. ¿Quien ha decidido que las vascas y los vascos no queremos una alternativa creíble de Podemos para Euskadi y solo la queremos para Madrid? Que algunos en Podemos asuman acríticamente las tesis del PNV al respecto no significa que tengan razón.
La actual dirección política vasca vino a traer a Euskadi un experimento político: poner en práctica la variable más radical y fundamentalista de la hipótesis populista. Hablando en plata: vender humo. No posicionarse en nada, pasar de puntillas sobre todo, no enfrentarse con nadie y toneladas de palabras bonitas. Efectivamente, en algo tienen razón. En que Euskadi tiene una cierta cultura política. Precisamente por eso, en Euskadi no se puede ganar vendiendo humo. En Euskadi hay que mirarle a la gente a los ojos, decirle lo que piensas de verdad y jugártela. Puede salirte bien o mal. Pero si intentas vivir exclusivamente de técnicas de marketing, sólo durarás el tiempo necesario para que los trucos queden a la vista.
Lo que ha sucedido no es responsabilidad de Pili. Lo es de quienes no entienden que hay formas de hacer que no se pueden importar en sociedades con cierta cultura política. Que en Euskadi no se puede competir sin un proyecto político, sólo repitiendo acríticamente píldoras de “argumentarios” diseñadas por expertos en comunicación. Solo con lo que en mi pueblo llamamos “palabras de mil pesetas”.
Se pueden hacer muchas lecturas de los resultados electorales tanto en Euskadi como en Galicia. Pero la cruda realidad es que no han sido buenos para quienes intentamos impugnar un modelo de crecimiento insolidario y depredador. No veo ninguna razón para el triunfalismo, ni en Podemos ni en el resto de fuerzas de izquierdas, que no han conseguido presentar a la ciudadanía una alternativa creíble frente al neoliberalismo salvaje del PP en Galicia ni frente al 'neoliberalismo con parches' del PNV en Euskadi y han quedado a años luz de los resultados de los vencedores, que han visto reforzada su hegemonía. Y si no se hace un diagnóstico realista, no serán buenas las recetas para revertir la situación de hegemonía social de las fuerzas que han resultado ganadoras.
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