Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Memoria en Extremadura
El pasado fin de semana tuve la fortuna, y lo es realmente, de asistir a un acto de memoria democrática en el municipio cacereño de Hervás, auspiciado por la alcaldesa socialista de la localidad y por la asociación por la recuperación de la memoria histórica de Extremadura. La familia del alcalde Ángel Barrios, fusilado en la vecina Plasencia en 1937, estuvo presente en el acto honrando la memoria de su abuelo y bisabuelo.
A título personal mi presencia en el homenaje fue de acompañamiento a quien considero un amigo, Michel Bacigalupe Barrios, uno de los nietos del alcalde democrático. Me llamó hace tiempo relatándome la historia, trágica y borrada en el tiempo. El no conoció a su abuelo. Sí a su abuela, la viuda. Una mujer que tras el crimen decidió llevar a sus hijos al País Vasco huyendo de la barbarie fascista y de las represalias.
El delito fue ser alcalde elegido democráticamente, ser socialista y ser “rojo” como los delirios extremos del franquismo siguen calificando a los que defendemos unas ideas libres y democráticas. La memoria tiene como freno y enemigo a la indiferencia, al silencio salvaje que consiente y faculta la impunidad. Ser neutral ante el odio supone colaborar a que sus cimientos se consoliden con insoportable robustez.
Acompañar a mi amigo y a sus hermanas, a sus hijas e hijos, no fue un acto de simple solidaridad humana, esa que en este país y para desgracia de todos, algunos no quieren admitir ni entender. Fue un acto de aprecio, de empatía y de reconocimiento. Una reparación que quise compartir.
Es evidente que la Ley de Memoria Democrática recién publicada en el BOE se está vendiendo por algunos recalcitrantes, como un fruto del resentimiento, del odio y la ira. Pues bien, nada más lejos de la realidad. Los derechos humanos no surgen de odios, iras y resentimientos. Es un derecho de la ciudadanía innegociable y una cuestión de justicia reparadora. Una clave también de pedagogía social que se constituya en garantías de no repetición.
Asistir a un acto de memoria es un ejercicio de aprendizaje personal, un acto que en su propia estructura expresiva debería formar parte de las lecciones inevitables a incluir en los catálogos académicos de las escuelas españolas para que las generaciones presentes y venideras sepan que lo acontecido en este país en los años de la guerra y la post guerra no fue un simple combate bélico sino que existieron españoles y españolas represaliados que sufrieron en sus carnes vejaciones, humillaciones, heridas imborrables y el peor de los ataques, la pérdida de la vida. Fusilamientos y crímenes que además llevaron en muchos casos a borrar identidades, seres humanos y familias.
Pero como en la canción del compositor andaluz Javier Ruibal, que preside la acción de la película de Imanol Uribe sobre los crímenes de El Salvador cuyas víctimas fueron jesuitas y dos mujeres que trabajaban para ellos, es la verdad la que insiste, es la verdad que se empeña, y la verdad a veces tiene que ser forzosamente hija del tiempo y no de la autoridad, acogiendo en este escrito al filósofo y estadista británico Francis Bacon. La verdad brilló con luz propia en Hervás, una verdad oculta, que durante años, muchos, se intentó borrar por quienes asesinaron a Ángel Barrios.
Es una casuística abundante, un ejemplo seguido por muchos más, por seres humanos, descendientes de represaliados, que incluso aún no saben dónde están los restos mortales de sus ascendientes. ¿Hay tortura mayor que lo que ya supone el hecho por sí mismo? La verdad, la reparación, el reconocimiento y el acompañamiento son ya urgentes e inaplazables. La memoria prevalece y seguiremos por esa vía, pese a quien pese. Porque un Estado Social y Democrático de Derecho no puede permitirse otra cosa.
El pasado fin de semana tuve la fortuna, y lo es realmente, de asistir a un acto de memoria democrática en el municipio cacereño de Hervás, auspiciado por la alcaldesa socialista de la localidad y por la asociación por la recuperación de la memoria histórica de Extremadura. La familia del alcalde Ángel Barrios, fusilado en la vecina Plasencia en 1937, estuvo presente en el acto honrando la memoria de su abuelo y bisabuelo.
A título personal mi presencia en el homenaje fue de acompañamiento a quien considero un amigo, Michel Bacigalupe Barrios, uno de los nietos del alcalde democrático. Me llamó hace tiempo relatándome la historia, trágica y borrada en el tiempo. El no conoció a su abuelo. Sí a su abuela, la viuda. Una mujer que tras el crimen decidió llevar a sus hijos al País Vasco huyendo de la barbarie fascista y de las represalias.