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Mujeres maltratadas y la necesidad de derribar el falso mito del amor romántico
Ella solo tenía 29 años y ya era madre de tres hijos. A esa edad, seguramente no habría abandonado del todo sus sueños. Y, ello, a pesar de que su vida probablemente no era fácil. Porque antes de que su pareja la asesinara hace menos de una semana en Vitoria, es muy probable que esta mujer cuyo nombre no ha trascendido cuando escribo estas líneas ya arrastrara un cartel invisible donde se podía leer “víctima de malos tratos”.
Quizá nadie lo sabía. Pocas mujeres maltratadas comparten su agonía. Prefieren no gritar para que nadie les oiga, para evitar la vergüenza. Porque todavía existe la dramática creencia de que cuando una mujer es maltratada ella también es culpable.
Un sondeo reciente realizado en España entre jóvenes de 15 a 29 años concluía que el 30% de los chicos cree que si un hombre agrede a su pareja es “porque algo habrá hecho”. Tremendo. ¿Cómo se ha educado a esos jóvenes? ¿Qué valores les ha transmitido su familia y la propia sociedad? ¿Qué pasa con esos medios de comunicación que exhiben a las mujeres como objetos de feria, como trofeo del cazador que logre abatirlas?
Y, muchas de ellas, creyéndose triunfadoras. Son muy jóvenes pero ya son presa de malos tratos. En la misma encuesta, una de cada tres chicas aseguraba que un hombre agresivo es más atractivo. Les atraen esos machos alfa que alardean entre ellos de que las mujeres son todas unas putas y hay que calentarlas porque les gusta.
Esas chicas que creen que los celos y el control de sus “enamorados” son pruebas irrefutables de amor. Esas casi niñas que corren el riego de adentrarse en un mundo donde siempre serán las perdedoras.
Casi todas las mujeres, y ahí no se libra casi ninguna, hemos sido víctimas de una mala educación sentimental donde se nos ha inculcado la “necesidad” de tener pareja para ser felices. Por increíble que parezca, todavía resulta extraño, cuando no se critica directamente, que haya mujeres que han optado por vivir en soledad, que no es lo mismo que estar solas. Por no compartir su vida con un hombre.
Lo paradójico es que no son solo los hombres los que tildan de “rara”, “amargada” o “insoportable” a esas mujeres, sino que con peligrosa frecuencia son las propias mujeres quienes lo censuran. Seguramente, por miedo.
Mientras, sigan sustentándose todos estos prejuicios y falsos mitos del amor romántico como panacea de la felicidad. Mientras haya una mujer que se sienta más querida o deseada porque un hombre le pide explicaciones o llama zorra por mirar a otro, seguirá habiendo mujeres maltratadas. Seguirán muriendo mujeres. Aunque, los culpables sean ellos.
Desconozco las circunstancias concretas de esta joven de 29 años que ocupa en solitario la macabra lista de mujer víctimas de la violencia de género en Euskadi: víctimas de los hombres que no saben amar a las mujeres. En todo el Estado, ya han muerto otras 12. El año pasado fueron asesinadas 53 mujeres en España
La violencia contra las mujeres es terrorismo. Hombres que infunden terror y miedo; que humillan y abusan de su poder. Hombres que siguen pensando que ellos mandan y las mujeres obedecen. Hombres que manipulan con besos y palabras envenenadas. Hombres que susurran te voy a matar si no eres mía. Y, ellas lo confunden con amor.
La educación en la igualdad y en la libertad es la clave. Los asesinatos y ataques contra mujeres son la consecuencia de la sociedad machista en la que vivimos y que parece impermeable a la presencia y progreso cada vez mayor de las mujeres.
Pervive en parte de la sociedad un machismo paleolítico. Pero, junto a él, ha emergido uno nuevo, que revestido de falsa igualdad, perpetúa la discriminación y el sometimiento de las mujeres.
Por ello, es urgente y necesario invertir en educación. Es necesario derribar los estereotipos que alimentan la discriminación y el abuso de poder. Promover campañas para los más jóvenes que les enseñe a respetar y considerar como iguales a las mujeres. Y, a las mujeres a saberse respetar; a no dejarse engatusar por falsas actitudes. A diferenciar el amor verdadero de la mordaza.
A derribar los falsos mitos. No es sencillo. Mientras una mujer maltratada no se dé cuenta de que es maltratada, no se habrá logrado. Mientras una sola mujer retire la denuncia interpuesta contra su pareja, habrá que seguir insistiendo. La violencia de género atenta contra los derechos humanos.
Y, por supuesto, se deben promover políticas públicas de igualdad. La crisis económica nunca puede ser un pretexto. Nadie puede mirar hacia otro lado cuando una mujer está siendo maltratada. Ningún asesinato debe ser silenciado.
Es doloroso sospechar que tras el asesinato de la joven de Vitoria a manos de su pareja, habrá más. Es estremecedor saber que alguien es atacado o asesinado solo por ser mujer. Es demoledor que los terroristas sean los hombres que dicen quererlas.
El autor de la primera víctima de género de Euskadi tiene 35 años y tras asesinar a su mujer, avisó a la Ertzaintza de su crimen. Seguro que lloró y juro que la quería. ¡Qué horror!
Ella solo tenía 29 años y ya era madre de tres hijos. A esa edad, seguramente no habría abandonado del todo sus sueños. Y, ello, a pesar de que su vida probablemente no era fácil. Porque antes de que su pareja la asesinara hace menos de una semana en Vitoria, es muy probable que esta mujer cuyo nombre no ha trascendido cuando escribo estas líneas ya arrastrara un cartel invisible donde se podía leer “víctima de malos tratos”.
Quizá nadie lo sabía. Pocas mujeres maltratadas comparten su agonía. Prefieren no gritar para que nadie les oiga, para evitar la vergüenza. Porque todavía existe la dramática creencia de que cuando una mujer es maltratada ella también es culpable.