Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
¿Qué está ocurriendo en el Partido Nacionalista Vasco?
Comentaba con acierto Xabi Larrañaga en 'Noticias de Gipuzkoa' que el presidente del partido, que, salvo un breve descanso, gobierna el País Vasco desde hace cuatro décadas dijo que “lo verdaderamente importante es traer a Euskadi un bienestar y una calidad de vida que nos haga el mejor sitio para vivir”. Así, literal, lo afirmó Andoni Ortuzar. Y no lo dijo en un congreso de notarios, sino en la celebración del 120º aniversario de la muerte de Sabino Arana en Sukarrieta. También fue allí, de forma oficiosa, donde el lehendakari cedió el testigo al aspirante.
Proseguía Larrañaga: “No despreciaré la importancia de vivir bien, sea en Donostia o en Alcorcón. Tampoco arriesgo mucho añadiendo que ese deseo lo comparten todas las tribus políticas, todos los ciudadanos y, si me apuran, todos los notarios. No obstante, los partidos no se inventaron sólo para gestionar, pues en tal caso bastarían diez burócratas con manguitos. Su tarea además es ofrecer un candil ideológico en tiempos de zozobra. Has metido dos goles al Madrid, ¿estás contento? La verdad es que sí, que estoy contento. Yo creo que la gente necesita otras preguntas y respuestas. El PNV quizás caiga por cansancio del electorado. Pero si lo hace también será por su incomparecencia o seguidismo ante los retos de la modernidad, que por cierto no se reducen a la economía. La identidad, la inmigración, la seguridad, la demografía, el ecologismo, el feminismo, el islam, ni siquiera en asuntos controvertidos como la ley trans vende una alternativa propia. Al contrario, compra cualquier novedad y parece muy feliz de estar de acuerdo consigo mismo y de paso con los demás. Claro que, si el dilema abertzale se reduce a elegir entre soberanistas Manu Chao y soberanistas Greta Thunberg, me da que lo tiene crudo”.
No le quito ni una coma. Y es que, en un PNV, en caída libre, pude pasar cualquier cosa y a los datos me remito. Se pierden 86.000 votos en la elecciones municipales y a Juntas Generales. Se pierden 123.000 votos en las elecciones generales. La actual previsión estimada es la de una pérdida de unos 160.000 votos. Es lo que se llama cuesta abajo y sin frenos. Cabe reseñar que la última encuesta servida por el propio Gobierno vasco fue realizada sin que las y los encuestados (como yo) supiéramos nada referente a un relevo en Ajuria Enea por parte del lehendakari Urkullu. Vamos a llamarlo 'trampita al solitario' por no decir tomadura de pelo financiada a la chepa de nuestros dineros.
Si comparto una carta de afiliados para afiliados, podrían decir que no lo soy. Pero es igual: la Justicia española hará que lo vuelva a ser en cuestión de pocos días y, todavía, tendré que oír cualquier 'lindeza' por parte de gentes que han tenido que prometer la Constitución española para mantenerse en sus puestos y para ingresar unos dineros para nada insignificantes en sus cuentas corrientes a final de mes. Al fin y al postre, makakozitos en estado puro… Michelines, que les llamaría Jabier Arzallus. Gentes que tienen de abertzales lo que yo puedo tener de norcoreano de madre congoleña. Son los que se conocen como “jelkides de carnet”, que no de cabeza ni corazón. La gente que pisa acera también los denomina “averchalets”. Hay de todo… Una jungla de estómagos agradecidos.
A toda esta gente la tiene más que “cazada” el cuerpo electoral. Una auténtica banda que hace del nepotismo y la endogamia una forma de vida como lo podría ser la de decidir ser carpintero en esta vida, pero ahí triplican el sueldo de quiénes trabajan la madera con profesionalidad. Al final, el carpintero hace muebles y esta banda de estómagos agradecidos no sabe ni poner un clavo. ¿Qué harían unas 17.000 personas si el PNV no ganase unas elecciones? En teoría, irse a casa o a sus trabajos, pero, hay personas que no tienen trabajo más allá de la política y otras están desfasados de sus titulaciones profesionales hace decenas de años, lo que les convierte en personal, laboralmente, analógico.
No es extraño, dentro del PNV, encontrarse con expresiones como “Ya no estoy en la Dipu, estoy en Gobierno”, “No estoy en Gobierno, estoy en el Ayunta”, “No estoy en el Departamento de Mengano, ahora me han mandado al de Futano”… Algo muy habitual en un Alderdi Eguna, salvo en la etapa en la que no había corrillos de pelotas entorno a un director o una consejera. En aquéllos 'alderdis' en los que Patxi López era lehendakari con el apoyo de Antonio Basagoiti en la época en la que más de 150.000 votos se quedaron en sus casas al ver su sigla política injustamente ilegalizada.
¿Se imagina alguien ahora, en la España de Pedro Sánchez, ilegalizar todas las siglas de la izquierda abertzale? Ese nepotismo, esa endogamia es una vergüenza en toda regla y, mucho me temo que la sociedad (la que vota) ha acabado por percibir al PNV como una especie de Lanbide, de empresa de colocación o, de cualquier cosa menos una formación política que defienda su razón fundacional. Vivimos un momento de cambio en el escenario político de Euzkadi, marcado por el fin de ciclos como el posterior al 'plan Ibarretxe', el de la paz, y el de la recuperación tras la crisis financiera. Este cambio debería caracterizar al PNV en un nuevo paradigma en el que fuese imperativo defender los ideales que han caracterizado a esas siglas durante más de un siglo, valores que están recogidos en la declaración del centenario y que, quienes se escudriñan detrás de gilipolleces como los 'think tanks', tan solo buscan respuestas remuneradas a preguntas muy sencillas.
Una de ellas sería: “¿Deberían irse todos ustedes a casa?”. La respuesta es sí. O bai… o yes. Pero no hay manera: Hacen la reforma de la casa por el tejado, por Ajuria Enea en vez de hacerla desde los cimientos. En realidad, hacen trampas porque si “el retrato robot” le dibuja otro lehendakari, el mismo les borra del panorama político. Otra cosa es que uno de Ataun (donde no tiene aplicación su pócima) decida meter debajo de la silla la segunda parte de esa Inteligencia Artificial (IA, pero no confundir con la otra IA).
Sin embargo, algo no está funcionando correctamente en el PNV. Militantes, simpatizantes y votantes, se ven desarmados, sin argumentos sólidos ni recursos para respaldar los valores mayoritarios en la sociedad vasca que siempre se han defendido. Por razones estratégicas, el PNV se ha acercado a posiciones no propias, como las autonomistas y/o españolistas para recabar votos y expandir su base, y ha pactado ampliamente como es necesario en democracia. Sin embargo, este voto prestado está regresando a sus partidos y a sus corrientes originales, dejando la posición de EAJ/PNV desdibujada y olvidando sus valores fundacionales mientras otras organizaciones se refuerzan y reestructuran. Esta pérdida de posición nítida sobre valores fundamentales ha llevado a una desmovilización total en la militancia y el electorado del PNV, viendo como la Izquierda Abertzale llegaba, con el intermitente puesto para adelantar por la izquierda (como en una carretera donde la línea ya no es continua) al caladero de votos de aquellos comprometidos con Euzkadi.
En el ámbito social, los jóvenes (salvo los llamados a 'pisar moqueta') se sienten huérfanos de un partido que, en los últimos 40 años, ha construido una sociedad con oportunidades y servicios de calidad. No obstante, parece ir a remolque de un proyecto progresista del Gobierno español al que EH Bildu se ha sumado, dejando incluso de lado el autogobierno. Ante esta situación, el PNV no ha sabido comunicar claramente cuál es su proyecto de sociedad y cómo pretende abordar, entre otros, problemas como la vivienda o el empleo, que, por cierto, a cualquier nivel institucional (Gobierno. Diputaciones, Ayuntamientos), los 'jelkides' han dejado su gestión al PSOE vasco.
En este nuevo período político, en el PNV resultaría esencial hacer la transición de la gestión a la ideología. Los militantes, simpatizantes y votantes de EAJ/PNV deberían solicitar a sus actuales cargos, tanto internos como externos, que abordasen un nuevo ciclo o que consideren retirarse si no se sienten capaces de adaptarse a esta nueva etapa. Y, por lo que parece, los gestores del PNV disponen de un mandato tan caduco como amortizado.
No es ni medio normal que la base 'afiliacional' (la militancia) del Partido Nacionalista Vaco se entere por 'El Correo' (español) de que el lehendakari Urkullu no lo va a volver a ser. No es normal que se publique que “El PNV elige a Pradales Gil”. Todos sabemos que el PNV no elige a nadie salvo por refrendo de su militancia. También todos sabemos que el Euzkadi Buru Batzar (EBB) corrigió eso de “elige” por lo de “propone”, si bien conocemos que, en la práctica es, más o menos, lo mismo pero, porque estatutariamente debe pasar por la ratificación mediante el sistema de elecciones internas a dos vueltas, pues se escenifica el mismo, se cumple con lo reglamentado y todo el mundo contento. No dejan de ser procesos donde cada vez participan menos militantes, bien por la percepción de que está todo cocinado, atado y bien atado, o bien por la sensación de que no dejan de ser cónclaves que se realizan “a la búlgara”. Un ejemplo: si una organización municipal tiene 300 militantes y acuden 30 (aunque, reglamentariamente, es obligatoria la asistencia) y el resultado es 28 votos a favor de la propuesta que viene de “arriba”, el resultado termina con la ratificación de la propuesta por un 98%. Lo dicho: si no es “a la búlgara” poco le falta.
Pero, ¿Qué pasaría si unos afiliados propusiesen a Iñigo Urkullu o a Juanjo Ibarretxe? ¿Y si ganase esa opción? ¿Y si me presento yo si llego a tiempo? Es igual. Aún resucitado Sabino Arana Goiri, la Inteligencia Artificial, o no sé quién ha decidido que el premio se lo lleva Imanol Pradales Gil, al que no le conocen ni en el bar de debajo de su casa pese a que haya sido dedocráticamente asignado tras la programación de un “retrato-robot”. Seamos serios. Si mañana me pongo en la acera de El Corte Inglés en la bilbaína Gran Vía de Bilbao con una foto de Pradales para que los viandantes identifiquen el retrato, me quedaría en un 0,01% de reconocimiento facial. Y, ahora, imaginen que me pongo en el Boulevard de Donostia, o delante del Parlamento Vasco, donde los ertzainas “malos” cortan las vías del tranvía.
Pues eso. Definitivamente, el “retrato robot” del EBB del PNV se quedará en eso: en un retrato robot al que, como si ponen una maceta con una amapola subrogada, será refrendado por los cargos, carguitos y familiares de cargos y carguitos que asisten a las asambleas municipales. Por ejemplo, en el mismo epicentro de Bilbao, y -como se ha apuntado- pese a ser obligatoria la asistencia, no acude ni un 20% de las y los afiliados ni invitando a pintxos. Afortunadamente, los más que previsibles resultados del proceso de turno se saben al momento. Un día de estos, puede que se enteren antes de votar leyendo un medio escrito que aún es hasta “Ilustre de Bilbao”. Por lo demás, suerte a Pradales. Le va a hacer mucha falta. Y mucha es exactamente eso: mucha.
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