Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Políticas (per)judiciales
Si algo ha quedado claro en esta larguísima crisis, aún no resuelta, del poder judicial, es que los jueces son políticos y no pueden, además, dejar de serlo. Y no sólo porque todos y cada uno de ellos tienen sus propias querencias ideológicas, sino porque, además, conforman uno de los tres poderes del Estado que se ocupa precisamente, como los restantes, de salvaguardar el sistema político y garantizar su pervivencia. No acabo de entender, por eso mismo, que se reclame tanto una imposible “despolitización” de la Justicia“. Despolitizar un poder del Estado, como tanto se reivindica, es una contradicción en sus propios términos.
Cosa distinta es que se confunda la política con un partidismo como el que exhibe el PP, al utilizar descaradamente el poder judicial para sus fines particulares, como arma para erosionar al Gobierno: recurriendo por sistema ante el Tribunal Constitucional todas sus reformas e impidiendo la renovación en el Gobierno de los jueces, hoy en manos del sector conservador. Lo viene haciendo desde el principio de la legislatura:n primero, con Casado y ahora con Núñez Feijóo, que es quien, ya sin máscaras, ha expuesto la verdadera razón de esta estrategia: mientras Sánchez sea presidente del Gobierno, el PP seguirá bloqueando la renovación de un Consejo General del Poder Judicial largos años caducado.
Incumple, así, la Constitución. Pero, ¿quién le dice a un constitucionalista de pura cepa cómo hay que cumplir la Constitución, aunque para ello tenga que incumplirla, teniendo en cuenta que es por una buena causa?
Al presidente del primer partido de la oposición le viene muy bien mantener tensionado el ámbito judicial, para hacer creer que el Gobierno de Sánchez está creando una crisis institucional sin precedentes, por su ansia desmedida y autoritaria de poder. Cuando lo cierto es que las instituciones funcionan de una manera muy aceptable. Funciona el Gobierno, que ha conseguido sacar adelante tres leyes de Presupuestos y está acometiendo una amplia política de reformas en clave de progreso.
Funciona el Parlamento nacional, que ha aprobado hasta la fecha un total de 192 leyes y decretos. Y funciona, por eso mismo, el consenso entre el Gobierno y un buen número de grupos parlamentarios, sin el cual habría sido imposible la actividad legislativa que se ha llevado a cabo. Lo cual, dicho sea de paso, confirma que, con Sánchez en el Gobierno, el diálogo político funciona.
La única crisis que seguimos teniendo es la que ha provocado el PP en su permanente campaña de acoso y derribo al Gobierno de España, que nunca ha considerado legítimo. La que se atrinchera en la derecha judicial y la utiliza a conciencia para que, desde un Tribunal Constitucional sin renovar como la Constitución manda, se perpetre un asalto sin precedentes a la autonomía de la institución parlamentaria y a la división de poderes, (aunque, afortunadamente, no ha podido evitar que el Tribunal Constitucional se acabe renovando, con mayoría progresista, y no precisamente por voluntad de la mayoría conservadora que aún domina el Consejo General del Poder Judicial).
Para el sucesor de Casado, todo es bueno para dejar de hablar de lo que no le interesa (que es lo que interesa a la gente), para priorizar lo que les interesa a él y su partido, su raca-raca particular: instalar la idea de que, por culpa de Sánchez, todo en España va manga por hombro. Y ahí están los españoles auténticos, los verdaderos nacionales, que ahora se llaman constitucionalistas, para arreglar los desaguisados cometidos por la izquierda. Eso sí, con toda moderación. Y rodeado de moderados de postín, como Borja Sémper, que será el portavoz de la campaña del PP para las elecciones locales y autonómicas.
A pocas horas de anunciar a bombo y platillo este fichaje, Núñez Feijóo se superaba a sí mismo para decir en rueda de prensa (y cito de memoria): que el de Sánchez es el primer Gobierno intervenido por los enemigos de España (de la España constitucional para que cuele mejor); que hay un asalto institucional de los partidos del Gobierno para perpetuarse al frente del país; que no existen límites para este Gobierno; que con él cualquier pesadilla es posible; que Sánchez es un enfermo de poder y hará lo que sea para mantenerse y demoler la Constitución, que es lo que pretende para la próxima legislatura.
Atención a esto último: ¿Sánchez hará lo que sea para mantenerse en el poder? ¿Hasta conseguir amañar las próximas elecciones? ¿Es eso lo que Núñez Feijóo está insinuando? ¿Va a ser esa la próxima etapa de la estrategia política de la derecha? ¿Seguir las huellas de Trump y Bolsonaro? ¿Y qué piensa Borja Sémper de todo esto? ¿Comparte, desde su moderación, lo que está diciendo e insinuando su jefe? ¿O, de puro moderado, ya modera hasta su propia moderación?
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