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Un propósito para 2017
Estamos ya en Navidades y en vísperas de estrenar un año nuevo. Y a mí personalmente me gustaría que un propósito para 2017 fuera de que nos tomásemos en serio el concepto de reutilizar, reparar y reciclar. La actitud de fabricar, usar y tirar hay que desterrarla definitivamente.
La mayor parte de la gente cuando se enfrenta a un cambio, dedica un momento a analizar el pasado. Muchos de nosotros nos prometemos llevar una vida más saludable, comer mejor y hacer más ejercicio, pero no somos los únicos que necesitamos cambiar. También debemos pensar en el mundo que nos rodea.
Nuestro planeta va de mal en peor. He aquí algunos datos que ilustran la situación actual. Si el consumo de recursos continúa aumentando como en los últimos años, en 2050 la población del planeta necesitaría tres veces más cantidad de materiales y un 70% más de alimentos. Sólo en los próximos veinte años la necesidad de agua y energía será un 40% mayor. Esta carrera impactará de lleno sobre una industria europea en las que el 40% de sus costes totales se deben a las materias primas, frente, por ejemplo, al 20% de las laborales.
Pero no son solamente el petróleo o el gas los recursos considerados críticos. El suministro de otros a la industria, como el antimonio, galio, germanio, talio o platino, presenta graves riesgos. El cambio climático y la protección de la biodiversidad conllevan aún más retraso en la adopción de políticas globales decididas.
Si seguimos usando los recursos al ritmo actual, para el año 2050 necesitaremos, en conjunto, el equivalente de más de dos planetas para sostenernos.
La actual Economía lineal “fabricar, usar y desechar” es reflejo de una época en que los recursos y la energía se creían ilimitados y eran fáciles de obtener y no había conciencia de las graves consecuencias medioambientales.
Ahora la Economía Circular se propone una alternativa lógica y viable, que pretende conseguir que los productos, componentes y recursos en general mantengan su utilidad y valor en todo momento o lo que es lo mismo se cambie la mentalidad pensando en los residuos como recursos, aprovechándose una y otra vez en un proceso cíclico.
Sin duda, tenemos que asistir, más pronto que tarde, a un cambio de modelo productivo en el que se ponga el énfasis en que los productos puedan ser desmontados, reparados, actualizados, etc., para prolongar al máximo su vida útil.
Un ejemplo de ello, es la postura del Gobierno sueco que ha decidido aplicar exenciones tributarias a los ciudadanos y a las ciudadanas que opten por reparar los objetos en vez de reemplazarlos a las primeras de cambio. La medida no sólo incluye frigoríficos, lavadoras y bicicletas sino también ropa. Se ha reducido a la mitad el IVA que se aplica a las reparaciones de ropa y de bicicletas. Sin duda, el hecho de rebajar el coste de las reparaciones puede animar a fabricar productos de mayor calidad y durabilidad. Y hay otros beneficios asociados: las reparaciones suelen hacerse en el mismo lugar de la compra por lo que no corren el riesgo de deslocalizarse, como sí es el caso de la producción.
Y, aquí, ¿qué sucede? En primer lugar, hay que destacar la labor tan meritoria e importante que hacen entidades como Emaús Fundación Social, Berziklatu, Rezikleta u otras en cuanto a la reutilización, reparación y reciclaje. No obstante, hay que dar un salto cualitativo.
La mayoría de las personas repararían y reutilizarían más si supieran cómo hacerlo. Muchas personas no saben dónde pueden llevar sus vaqueros o sus muebles cuando ha llegado la hora de cambiarlos, les gustaría disponer de una guía cómo o dónde reparar sus productos, les parecería importante obtener un incentivo por devolver productos usados, de manera que los materiales y las piezas pudieran utilizarse de nuevo, etc.
Los consumidores debemos tener esa información, y muchas personas queremos que los fabricantes diseñen productos que duren más y sean más fáciles de reparar.
En conclusión, un firme propósito para 2017 es hacer el esfuerzo de reparar y reutilizar siempre que pueda uno mismo. Y si no, acudir a las entidades anteriormente citadas. También pedir que las instituciones se impliquen más en el concepto de reutilizar, reparar y reciclar. Y, finalmente, también podemos consumir responsablemente, comprando algo de comercio justo.
Estamos ya en Navidades y en vísperas de estrenar un año nuevo. Y a mí personalmente me gustaría que un propósito para 2017 fuera de que nos tomásemos en serio el concepto de reutilizar, reparar y reciclar. La actitud de fabricar, usar y tirar hay que desterrarla definitivamente.
La mayor parte de la gente cuando se enfrenta a un cambio, dedica un momento a analizar el pasado. Muchos de nosotros nos prometemos llevar una vida más saludable, comer mejor y hacer más ejercicio, pero no somos los únicos que necesitamos cambiar. También debemos pensar en el mundo que nos rodea.