Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Toros en Bilbao: ni ética, ni estética ni transparencia
En tres ocasiones he llegado a dirigirme por escrito a Euskotran (Euskotren) para sugerirles que debido a que, literalmente, suelen envolver con vinilo microperforado las unidades de tranvía se hace realmente molesto y mareante el hecho de poder ver a través de las ventanillas. De forma especial, los días de lluvia, la visión desde la interior resulta del todo desagradable. No es que, precisamente yo, esté muy a favor de que los medios de transporte público exhiban publicidad ya que los financiamos con nuestros impuestos y con nuestro billete. Pero, bueno, tampoco voy a hilar tan fino. Les he llegado a sugerir que ubiquen esa publicidad exterior desde la base a las ventanas y de éstas hacia al techo. Para entendernos, que no tapen los ventanales.
No hay manera… La callada por respuesta. Mucha “Transparencia y Buen Gobierno”, mucha paparruchada sobre eso que “la persona usuaria es el centro del servicio”, muchos certificados bien pagados a AENOR de calidad, mucha ISO, y mucha UNE. Pues nada. Han optado por el silencio a modo de una extraña política de transparencia al puro estilo del Consorcio de Transportes de Bizkaia (CTB) o del propio Ayuntamiento de Bilbao. En resumidas cuentas, deben entender la tan cacareada transparencia como la de las ventanas del tranvía una vez enmarranadas con esos traslúcidos vinilos publicitarios.
En verdad, salvo que sea para cobrar (y bastante bien) no comprendo para qué esas empresas y consorcios públicos se dotan de Gabinetes de Comunicación y de Atención a las personas usuarias, que ni comunican ni atienden. Pero hoy no voy a tratar sobre la inoperatividad ni la incompetencia de esos departamentos. Hoy toca seguir hablando un poco de 'publi'. Y eso ya es competencia de otro despacho o negociado: el de los de Comercial (así se lo cuentan).
No contentos con que, desde dentro de las unidades la visión sea del todo desagradable por culpa de esos vinilos que convierten a los tranvías en una especie de paquetes envueltos en papel de regalo sin lazo, ahora parece que le han dado una vuelta de tuerca más forrando algunas unidades con una desagradable propaganda que anuncia 'espectáculos' de maltrato animal. Así, han conseguido a la vez, en una especie de 2x1, que la visión desde el interior hacia el exterior sea desagradable, y la apariencia desde el exterior sea lo siguiente a desagradable.
Como observamos en esta 'forrada' unidad del tranvía de Bilbao, nos han colocado los retratos de seis señores que, así, a simple vista, no tienen ninguna pinta de ser seis candidatos al Premio Nobel, ni a algún premio a la excelencia de esos que están últimamente tan de moda. Y es que, ciertamente, luces, lo que son muchas luces (salvo en sus trajes de 'faena', se entiende), tampoco aparentan tener esos retratados señores. Desde luego, si pretenden anunciar algo relacionado con 'cultura', tampoco cuela ya que cada vez es mayor el sector poblacional que no identifica la salvajada taurina con la cultura- La tortura, ni es arte ni es cultura. Tampoco la animal.
Y, por si todo esto fuera poco, insertan un eslogan tan ficticio como irreal: “Bilbao el templo del toro”. Vamos a ver: ¿an qué planeta viven los 'creativos' que han ideado o discurrido semejante máxima? ¿Qué les han contado? Lo digo porque cualquier mortal, de los que pisamos acera por Bilbao, sabemos que esa instalación pública, menos un “templo” puede ser cualquier cosa. Desde un infrautilizado mamotreto de hormigón enfermo de aluminosis hasta un bloque sin uso relevante que supone un estorbo para una urbanización racional del barrio donde se ubica. Pero, bueno, si se empeñan en esa 'idea fuerza' del “templo”, podríamos aceptar que pudieran estar refiriéndose a otra modalidad de templo. Un templo del horror, por ejemplo.
Como perfectamente describía hace unos años (y en este mismo medio) el veterinario y presidente de AVATMA (Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y del Maltrato Animal), José Enrique Zaldívar, el coso de Vista Alegre es una plaza de primera categoría, con capacidad para 14.791 espectadores, que fue inaugurada en 1962, sustituyendo a la antigua plaza, La Vieja, que se quemó en 1961 y que se había puesto en funcionamiento en 1882. Gracias a la generosidad de los bilbaínos, la antigua plaza, La Vieja, fue cedida a la Santa Casa de Misericordia y al Hospital Civil de Basurto, con el objetivo de que los ingresos obtenidos fueran destinados a sufragar las labores asistenciales y sanitarias desempeñadas de forma gratuita para los colectivos más desfavorecidos de la Villa. Evidentemente, hoy en día, esta función solidaria ha desaparecido.
De hecho, la Casa de Misericordia ha quedado reducida a una residencia de ancianos de propiedad privada, eso sí, construida en terrenos de propiedad/titularidad pública, que se lucra en parte, o por lo menos lo intenta, del maltrato animal legalizado, participando en el juego de invertir dinero público, el de los ciudadanos, en una apuesta, la taurina, que hoy en día no es muy arriesgada en Bilbao porque, si ganan, estupendo para sus cuentas y si pierden, no pasa nada porque ya lo pagamos entre todas y todos en un eterno ejercicio de cruel solidaridad.
La realidad es que en muchos aspectos del mundo del toro se trata de que el dinero pase de unas manos a otras para que al final sean unos pocos, muy pocos, los que realmente encuentren rentabilidad real por el trabajo realizado. Unos pocos toreros-ganaderos y otros pocos ganaderos-empresarios-apoderados. Apenas tiene repercusión económica en los ciudadanos, sino todo lo contrario, ya que nos cuesta dinero. De hecho, sin nuestra 'colaboración' dineraria y obligada por las diversas Administraciones públicas, la tauromaquia ya habría desaparecido en Bilbao (y en otros muchos lugares) hace muchos años.
Sin necesidad de viajar muy lejos, el Gobierno municipal del entonces alcalde 'jeltzale' de Vitoria-Gasteiz, Gorka Urtaran, lo tuvo meridianamente claro. La capital de la comunidad autónoma vasca dispone de plaza de toros (Iradier Arena) pero, desde el momento en el que la Administración municipal optó por no subvencionar ninguna actividad relacionada con la tauromaquia, ningún empresario del ramo quiso hacerse cargo de su explotación. Conclusión: en la capital de Euskadi no hay toros porque sin subvenciones no es rentable.
En Donostia llegó a plantearse algo parecido siendo alcalde Juan Karlos Izagirre (de EH Bildu) pero el sádico espectáculo en Illumbe lo reimplantó su sucesor en la Alcaldía (Eneko Goia, de EAJ-PNV). Es cierto que, en este asunto de los toros, me descoloca la postura de Goia en particular como, en general, la de la izquierda abertzale (que ahora se 'apellida' izquierda “soberanista”). En Iruñea-Pamplona, al entonces alcalde, Joseba Asiron (EH-Bildu), ni se le pasó por la cabeza terminar desvincularse de la plaza de toros (no estoy hablando de encierros). En Azpeitia o en Orduña, sus alcaldesas (Nagore Alkorta e Itziar Biguri, de EH Bildu) tampoco parecen estar por la labor de poner fin a la salvajada taurina en sus respectivas villa y ciudad).
Pero vayamos al meollo del asunto, que es lo que conozco de primera mano. Desde hace unos veinte años vengo denunciando en distintos medios de comunicación la realidad de la salvajada taurina en nuestra villa de Bilbao, así como el sinfín de irregularidades que se han podido detectarse en la gestión de esa cutre, desfasada, anticuada y casposa 'actividad' conocida como “la fiesta nacional” española. De forma especial, últimamente vengo denunciando las irregularidades cometidas por la actual concesionaria de la plaza de torturas de Bilbao. No perdamos en ningún momento de vista que estamos hablando de una concesión municipal.
He relatado hasta la saciedad en qué condiciones fue admitida la propuesta al alza de la actual empresa concesionaria (BMF). He denunciado que fueron eximidos del pago del canon por arrendamiento, con el consiguiente detrimento económico que ello viene generando en nuestras arcas municipales. He preguntado a cuántos concesionarios municipales se les ha eximido de un pago pactado en documento contractual (a ninguno), y, por denunciar, he denunciado todo lo denunciable sobre lo que rodea a ese opaco y cerrado mundo de la 'tauromafia'.
¿Alguien ha respondido? Jamás. Y ese extraño silencio es lo que me lleva a tener la convicción de que nunca he debido estar desencaminado, desinformado, ni desorientado en mis denuncias públicas. Así las cosas, no queda otra más que aplicar el sabio refranero castellano y llegar a la conclusión de que “quién calla, otorga”. Otra cosa es que no tenga tan claro a qué puede deberse esa total e intencionada falta de transparencia, ese desprecio a la opinión pública y, en definitiva, ese oloroso oscurantismo. Y es que ni se molestan en maquillar, barnizar o disimularlo ya que, con 'hacerse los suecos', parece que les funciona o, al menos, puede que lleguen a tener la percepción de que les funciona. Y nada tan lejos de la realidad ya que cientos de ciudadanas y ciudadanos creen que pueden existir algún tipo de intereses. De hecho, tampoco es nada extraño llegar a esa conclusión, máxime, cuando los gestores de los dineros públicos optan por el más absoluto de los mutismos y, lo más inquietante es que, cuando se les acusa directamente de ello, tampoco se defienden. Así que no tenemos otra más que la de volver a recurrir al precitado refranero castellano: “Cuando el río suena, agua lleva”.
En el colmo de la desafección de las y los representantes públicos (electos), ya no es que el equipo de Gobierno de turno no haga absolutamente nada para posicionarse sobre todo este turbio asunto, sino que la oposición tampoco ha hecho nada relevante sobre el particular. Me refiero a que participar en un par de postureos en la última legislatura es como tocarse la nariz (por no entrar a describir otras partes del cuerpo humano como lo podrían ser las genitales).
Lo verificable y objetivo es constatar que esa siniestra actividad de tortura animal se sigue realizando en la villa de Bilbao por una especie de aplicación del legendario “artículo 33”. ¿Tan difícil es que, alguien que viene a decir que la ciudadanía es el centro de sus políticas, pueda convocar una consulta popular (aunque no fuese vinculante) para que fuese esa ciudadanía la que decidiese si nuestro Ayuntamiento debe seguir vinculado a semejante salvajada? Evidentemente, si esa consulta no se promueve ni se realiza no se debe a otro motivo más que la previsión del resultado: un rotundo, incontestable y mayoritario NO a los espectáculos taurinos en Bilbao. Y, alguien (probablemente mal rodeado) pudiese llegar pensar que si esa consulta fuese negativa le podría afectar políticamente. Todo un error de planteamiento ya que un mandatario (de aquí o de donde sea) que promueve consultas entre sus conciudadanos siempre va a ser percibido como un regidor que aplica la participación real. Y eso, al margen de su postura política de turno, siempre es positivo. Siempre, pese a los obtusos 'consejos' de las y los asesores de turno.
Visto lo visto, no tengo ni idea de qué tipo de intereses pueden existir (si lo supiera de forma fehaciente, hace tiempo que me hubiese personado en la Fiscalía). Sólo sabemos que nuestro alcalde suele responder anualmente, y de forma manifiestamente incómoda, a una recurrente pregunta: ¿Usted es taurino o antitaurino? La respuesta no varía: “No soy ni una ni otra cosa”. O sea, que el alcalde Aburto Rique no es taurino, pero va a los toros, y tampoco es antitaurino, pero no hace nada por desterrar de una vez semejante espectáculo decimonónico de nuestra villa. Curioso… Muy curioso porque, como dicen los críos, ese tipo de respuestas me suenan a 'columpiadas'.
Al menos, el alcalde Iñaki Azkuna (goian bego) era coherente: “Me gustan los toros y voy a los toros, aunque soy consciente de que en Bilbao acabarán desapareciendo por simple relevo generacional”. Totalmente respetable y nada ambiguo. Eso sí, luego tampoco andaba buscando por ahí 17.500 votos perdidos, ni reflexionando sobre nada, ni pidiendo perdón por nada (y menos por perder un par de escaños municipales). Y tenía razón Azkuna cuando me comentaba que, con el tiempo, este tipo de espectáculo terminaría por desaparecer a medio plazo en Bilbao por inanición. De hecho, solo hay que ver el inexorable y progresivo descenso de la 'clientela' de la plaza de torturas de 'Vistamuerte', como la denomina el profesor de la Universidad de Deusto Dr. Lorenzo Espinosa.
Dicho descenso no se debe a otra cosa más que lo que conocemos como ley de vida y a que esa actividad no engancha con la juventud bilbaína. Ni, aunque intenten 'sembrar' una futurible camada de clientela con precios bajísimos (cuando no les regalan entradas), son capaces de conseguir asentar una potencial afición joven en nuestra villa, es decir, un relevo generacional. Y esto al margen de un grupito de 'Cayetanos' (muchas veces importados) a los que los medios de comunicación afines a la salvajada taurina se cansan de fotografiar todos y cada uno de los días feriados de Aste Nagusia con la única finalidad de buscar la falsa imagen de que la gente joven gusta de semejante cutrez. Todo un decorado de cartón-piedra que tampoco cuela ya que, afortunadamente, nuestra gente joven es mucho más sana que todo eso. Quizás (y sin quizás) no lo pueda ser en Sevilla, en Madrid (descaradamente subvencionado y financiado) o en Burgos, pero, en Bilbao nos encontramos ante una actividad mercantilmente ruinosa. ¿Qué fue de todo aquel cuento chino que publicaron a los cuatro vientos los nuevos (actuales) gestores de lo que bautizaron como BIVA? ¿No iban a edificar una cúpula cubierta en plan OVNI para poder realizar otro tipo de actividades ajenas a la tauromaquia? ¿Han edificado esa cubierta? ¿La deficiente estructura del antro aguantaría semejante peso? ¿Han celebrado algún concierto, evento teatral o deportivo? ¿Ya han habilitado la sala de exposiciones? ¿Y el gastrobar o restaurante “de autor”?
Las respuestas a esas preguntas son las mismas: A todas NO. Aquella milonga era humo y/o éter en estado gaseoso. Nada tangible que, como ha quedado siempre hemos estado ante un bluff de manual. Si hasta los de “sablazos Marisgalicia” ha optado por irse al Bilbao Exhibition Centre (BEC) de Barakaldo. ¿A quién pretenden seguir tomando el pelo? ¿Nadie les exige cumplir con sus obligaciones contractuales? ¿No será que el único objetivo de todo aquel proyecto solo eran los toros y nada más que los toros y lo tunearon como “un amplio y diverso abanico de oferta cultural”.
A ver si me aclaro un poco. En una empresa sin actividad en Bilbao (y en el supuesto de que paguen el canon al Ayuntamiento pese a no realizar ni promover actividad alguna), sin explotar la instalación para absolutamente nada, ¿de dónde sacan el dinero para anunciarse en el Tranvía de Bilbao, las banderolas en farolas y los previsibles anuncios en medios de comunicación? Tengamos en cuenta que ese tipo de gastos no es que sean, precisamente, baratos. Es algo realmente extraño cuando dicho gasto lo ha de abonar una mercantil que no utiliza para nada la infraestructura pública de Vista Alegre y que, en teoría (con todas mis reservas en la duda), para utilizarla debería abonar anualmente a las arcas de nuestra villa 250.000 euros en concepto de canon por arrendamiento y explotación. Y no entra en la cabeza alguna con una gotita de masa gris que obtengan una subvención indirecta sin que se entere la oposición. También resulta realmente extraño que una mercantil optase a un concurso público ofertando al alza los citados 250.000 euros, algo muy por encima de los 105.000 euros que se pedía en el pliego concursal. Convengamos que es algo que chirría por todas partes.
También es imposible que la empresa concesionaria obtenga esponsorización por parte de terceros para no hacer NADA que no sean corridas (de toros) en ese antro. Y nada es, exactamente eso: NADA. Si la actividad resulta ser (como antes se ha dicho) la celebración de “festejos” taurinos y nada más que eso, ¿resultaría tan rentable como para apoquinar el canon y la citada -y costosa- publicidad? ¿Solo los ingresos por derechos de televisión darían para cubrir esos gastos? Porque si vamos a hablar de abonos y taquillaje, por los años inmediatamente anteriores, conocemos de forma fehaciente que no hay 'clientela' y que esos ingresos son porcentualmente nimios como para cubrir la inversión que BMF dijo haber planificado. Entonces, ¿estamos ante una actividad ruinosa? ¿Qué tipo de empresa normal se prestaría a gestionar algo parecido?
Lo que está claro es que aquí hay gato encerrado y, mientras nadie lo rebata (como, hasta la fecha, nadie lo ha hecho), nos encontramos ante un run-run que ha sido asimilado por buena parte de la ciudadanía de la villa de Bilbao que, ni quiere toros y, sobre todo, tampoco está por la labor de subvencionar o promocionar de una forma u otra, directa o indirectamente, esa anacrónica salvajada. Somos una ciudad moderna, que sabe organizar grandes eventos deportivos, culturales y de interés turístico, así que eso de la “fiesta nacional” no pega ni con cola con ese concepto tan publicitado y exportado de modernidad, de Smart Cities, de ciudad innovadora y sostenible. De hecho, torturar hasta la muerte a unos animales para el extraño disfrute de cuatro gatos, por no encajar, no lo hace con ninguno de los 14 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que tanto defendemos, así como tampoco con ninguno de los 10 puntos planteados en la “Carta de Valores de Bilbao, El compromiso de una Ciudad”.
Como en la teoría literaria de la estructura circular, terminemos por el principio: ¿Alguien que nos visite y que no nos identifique necesariamente con el olé, la pandereta, el botijo y la paella; puede ver en esta fotografía algo moderno o algo relacionado con la cultura? ¿Tanto esfuerzo con la Grand Départ del Tour 2023 (que, sin la menor duda, ha sido un éxito sin precedentes que ha puesto a Bilbao y a Bizkaia, entre otros lugares de Euskal Herria, en el foco mundial) y ahora van y la joden? En fin… Es lo que hay. O que esas famosas reflexiones de algunos las sean de verdad o que sigan, en plan Indiana Jones, en busca del voto perdido. Y es que, a veces, para obtener ciertas respuestas, solo hay que rascar un poquito.
En tres ocasiones he llegado a dirigirme por escrito a Euskotran (Euskotren) para sugerirles que debido a que, literalmente, suelen envolver con vinilo microperforado las unidades de tranvía se hace realmente molesto y mareante el hecho de poder ver a través de las ventanillas. De forma especial, los días de lluvia, la visión desde la interior resulta del todo desagradable. No es que, precisamente yo, esté muy a favor de que los medios de transporte público exhiban publicidad ya que los financiamos con nuestros impuestos y con nuestro billete. Pero, bueno, tampoco voy a hilar tan fino. Les he llegado a sugerir que ubiquen esa publicidad exterior desde la base a las ventanas y de éstas hacia al techo. Para entendernos, que no tapen los ventanales.
No hay manera… La callada por respuesta. Mucha “Transparencia y Buen Gobierno”, mucha paparruchada sobre eso que “la persona usuaria es el centro del servicio”, muchos certificados bien pagados a AENOR de calidad, mucha ISO, y mucha UNE. Pues nada. Han optado por el silencio a modo de una extraña política de transparencia al puro estilo del Consorcio de Transportes de Bizkaia (CTB) o del propio Ayuntamiento de Bilbao. En resumidas cuentas, deben entender la tan cacareada transparencia como la de las ventanas del tranvía una vez enmarranadas con esos traslúcidos vinilos publicitarios.