Jesús Eguiguren es conocido por su papel en las negociaciones secretas que mantuvo con ETA, negociaciones que rompieron en 2007 tras el atentado de la T4 en el aeropuerto de Madrid-Barajas, en el que una furgoneta bomba acabó con la vida de dos personas y dejó una veintena de heridos. Este socialista, a quien ahora le da “pena” que solo se le conozca por eso –también fue presidente del Parlamento Vasco–, se reunió también durante los años previos a esas negociaciones con Arnaldo Otegi, que entonces lideraba Batasuna, la marca electoral de la izquierda abertzale. Lo conoció por sus largas conversaciones secretas en un caserío de Elgoibar y ahora dice de sus últimas declaraciones que son “un brindis al sol”. Si bien cree que “Sánchez es capaz de eso y mucho más”, no cree que vaya a “soltar a los presos por aprobar los presupuestos”, tal y como ha querido hacer ver Otegi a los militantes en una reunión que ha trascendido. Este miércoles, en el décimo aniversario del cese definitivo de la actividad armada, Donostia ha sido escenario de la presentación de un número especial de la revista 'Grand Place'. Se titula 'Fin de ETA. 10 años' y en él han participado, entre otros muchos protagonistas, el propio Eguiguren y el historiador Luis Castells.
El artículo escrito por Eguiguren –cuyo estilo ha descrito como “barojiano” Felipe Juaristi, director de Grand Place– relata la “autodestrucción” de ETA a través de las actas, para demostrar “cómo se desarrolló la ruptura”. Las actas llegaron al buzón de Eguiguren después de haber declarado como testigo protegido en la Audiencia Nacional a petición del actual ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, quien mostró “gran interés” por haber descubierto que en las reuniones se habló del Caso Faisán tras la detención de 'Thierry', jefe militar de la banda, en mayo de 2008, en la que también incautaron las actas. En el libro, Eguiguren traslada la “comodidad o satisfacción” que producían a ETA los encuentros, frente a la “incomodidad” con la que llegaban ellos: “Se llegó a un acuerdo con el que EO –ETA– decretó un alto el fuego permanente. La respuesta de GO –Gobierno de España– ha sido desde el principio incumplimientos y no distensión. Esos constantes incumplimientos han obligado finalmente a EO a responder a la situación”, reza una de las actas.
“Las palabras perdieron todo su valor, ya no se hablaba de conflicto o de presos, sino de guerra y prisioneros, por ejemplo. La terminología común lograda en Ginebra y Noruega ya no servía para nada”, continúa. Además, como refleja el artículo, las actas de ETA hablan de una “declaración de guerra” por parte del Gobierno. “Denunciamos las mentiras del Gobierno sobre las amenazas de ETA”, “Constatamos la mala fe del Gobierno” o “El Gobierno obstaculiza el acuerdo político” son algunas de las frases que se pueden leer tras el descifre de las actas, proceso “costoso” del que ya advirtió el propio Thierry a Eguiguren.
“En la sociedad vasca hemos visto cómo se fueron construyendo elementos que abocaron a que ETA tuviera que acabar. No es que fuera una decisión propia, como nos quieren contar hoy en día. ETA fue derrotada porque hubo elementos que se mejoraron”, ha insistido Castells. Eguiguren se ha mostrado de acuerdo con el matiz del historiador: “Las propias estructuras, que estaban ya mal, de ETA crujieron porque se enfrentaron”, ha incidido. No obstante, se ha preguntado “cuánto tuvo esa derrota de política”. En ese sentido, ha defendido que la “parte política del diálogo” fue “clave” para que el proceso se llevara a cabo de la “mejor manera imaginable”. Durante años, Eguiguren mantuvo reuniones secretas con Arnaldo Otegi, por aquel entonces líder de Batasuna, en un caserío de Elgoibar. Allí discutieron y esbozaron diferentes planes con la intención de alcanzar la paz. Estas conversaciones conducirían también a las reuniones y negociaciones que Eguiguren tuvo en Oslo con varios jefes de la banda terrorista. Con Josu Ternera y Thierry hizo de avanzadilla del Gobierno de España, a cuyo frente estaba entonces el socialista José Luis Rodríguez Zapatero. Si bien estas maniobras condujeron a un alto el fuego permanente de ETA, el atentado de la T4 del aeropuerto de Barajas acabó por dinamitar el proceso.
Por su parte, Castells ha admitido tener “sentimientos encontrados” con el acto de este miércoles. La alegría ha estado presente por el hecho de poder estar “reflexionando sobre el fin de ETA”, pues hace exactamente diez años llegó la “libertad” para una parte de la sociedad vasca. Sin embargo, ha querido recordar las 855 víctimas mortales que dejó la banda terrorista. “Estamos en una ciudad maravillosa que, detrás de Madrid, fue la ciudad más golpeada por los terrorismos”, ha señalado, si bien ha destacado que de 94 asesinatos cometidos en Donostia, 93 de ellos fueron cometidos por ETA. Por ello, se ha mostrado triste porque las víctimas no van a volver a estar “nunca más”.
elDiario.es/Euskadi
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