La Ertzaintza sigue presionando a la Policía de Colombia para que “dé ímpetu” a la investigación del caso del fotógrafo vasco Borja Lázaro, desaparecido hace justamente diez años en la zona de La Guajira. A la vez, la familia reconoce que “decaen” sus esperanzas de encontrarle con vida, pero reclaman que prosigan las pesquisas para conocer la verdad de lo que le ocurrió aunque técnicamente van a declararlo como fallecido por motivos administrativos.
Este fin de semana, en Vitoria, ha habido una concentración en recuerdo de Lázaro cuando se cumple una década desde su desaparición. A los familiares les han acompañado la alcaldesa, Maider Etxebarria, el diputado general de Álava, Ramiro González, la consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Nerea Melgosa, el viceconsejero de Seguridad, Rodrigo Gartzia, y el representante de la Ertzaintza en el Centro Nacional de Desaparecidos, Hugo Prieto, informa Europa Press.
Lázaro, ingeniero informático aficionado a la fotografía, fue visto por última vez, cuando tenía 34 años, durante la noche del 7 al 8 de enero de 2014 en una posada de la localidad costera de El Cabo de la Vela, en La Guajira (Colombia). Desde entonces, no se ha vuelto a saber más del joven, que estaba en la zona haciendo un reportaje fotográfico. Sus familiares y amistades mantienen la esperanza de saber qué sucedió. Las horas previas a su desaparición las pasó tomando unas copas junto a un grupo de turistas. Sus pertenencias, entre las que encontraban su cámara de fotos y su pasaporte, se encontraron en el establecimiento en el que se alojaba. La Policía colombiana ha barajado varias hipótesis durante estos años, pero ninguna ha tenido continuidad y hoy se desconoce lo que pudo pasarle a Lázaro.
El comisario y representante de la Ertzaintza en el Centro Nacional de Desaparecidos, Hugo Prieto, ha señalado que la investigación “sigue en un punto parecido al de los inicios” y se intenta “siempre mantener un contacto con la Policía colombiana”. En concreto, los canales de comunicación se han producido desde el inicio con los Grupos de Acción Unificada por la Libertad Personal (GAULA), especialista en posibles secuestros y desapariciones “extrañas”. Además, desde el primer momento, tras recibir la denuncia de la familia, la Policía vasca abrió líneas de cooperación oficiales a nivel internacional, pero también “oficiosas”, para intentar tener ese contacto directo con las policías que investigan 'in situ' la desaparición. No obstante, esta competencia es principalmente de las Fuerzas de Seguridad del Estado.
“En este momento, continuamos intentando impulsar esa investigación, haciendo preguntas que obliguen a la Policía colombiana a hacer algún tipo de pesquisa que nos dé alguna respuesta y estar pendiente también de todas las informaciones que llegan, porque pasado el tiempo siempre hay alguien que puede recordar alguna situación a la que, en su momento, no dio importancia y que, no obstante, hay que investigarla”, ha manifestado. Prieto ha revelado que recientemente han vehiculizado unas peticiones sobre el caso a través de la embajada para que, ahora que la investigación la lleva la Policía Fiscal de Colombia, reanude “otra vez con más ímpetu, si cabe, esas pesquisas en el entorno en el que desapareció Borja”, en La Guajira, para que “no se olvide el caso”.
Prieto ha admitido que “el tiempo pasa”, pero “si no hay una evidencia de muerte, la esperanza de que pueda aparecer con vida, está ahí”. “Y, si no es así, por lo menos que podamos saber qué es lo que ocurrió con Borja y, de esta manera, la familia va a poder descansar. Lo importante es poder dar una explicación de qué es lo que ha ocurrido”, ha añadido. Según ha apuntado, hay experiencia de que, en ocasiones, “pasado el tiempo”, surge información de la que poder “tirar de la madeja” y poder encontrar a la persona desaparecida. “Ojalá nos llegue esa información que nos permita dar con Borja o conocer qué es lo que ocurrió”, ha reiterado.
Las hipótesis que se barajan son las mismas que al principio de la desaparición del fotógrafo. “Todos sabemos la zona en la que desapareció, tenemos el mar cerca, se hablaba de que podía haber entrado en el agua y poderse haber ahogado, y se hicieron diferentes pesquisas por tierra, mar y aire. La zona no es muy proclive a que eso se dé porque hay muchos metros hasta que el mar coge profundidad desde la playa”, ha manifestado. El comisario de la Ertzaintza ha precisado que en esa zona de Colombia, cercana a la frontera con Venezuela, habita una comunidad indígena “muy cerrada”, los wuayús. “Creemos que, en ese entorno tan cerrado de este tipo de comunidades puede estar la clave de que alguien nos pueda dar alguna información y saber qué es lo que ocurrió”, ha explicado.