Los fondos de inversión se comen a la empresa vasca
La empresa vasca pierde sus apellidos. Cada vez son más las compañías en las que los fondos de inversión desplazan poco a poco de los órganos de control a los empresarios locales, necesitados de fuertes inyecciones de capital para salir adelante en un entorno económico cada vez más globalizado. Uvesco, empresa propietaria de los supermercados BM y Amara, ha sido la última en engrosar la lista empresas vascas que han dejado el control de su gestión a fondos extranjeros. El fondo francés PAI Partners acaba de formalizar la compra, garantizando una inversión que permite la expansión de la firma, sobre todo en Madrid.
Este fondo francés no es nuevo en Euskadi. También es el propietario de otra antigua empresa familiar vasca , Angulas Aguinaga, la compañía de alimentación que creo la famosa 'La Gula del Norte' y que ahora comercializa otras marcas de éxito, como 'Aguinamar'. Está en manos PAI Partners desde 2020, tras comprar su participación a otro fondo, Portobello.
La necesidad de liquidez para afrontar el crecimiento es el argumento fundamental al que se aferran las antiguas empresas familiares para ceder el control a los fondos de inversión. El contexto actual, en el que el Banco Central Europeo limita al máximo las participaciones de las entidades financieras en las empresas es un caldo de cultivo favorable para dar paso a la entrada de los fondos. De hecho, Kutxabank, habitual hasta ahora en muchos consejos de administración, está en plena desinversión de activos empresariales para centrarse sobre todo en el negocio estrictamente bancario. De hecho, son pocas las participaciones significativas que conserva en empresas: 14% del capital en CAF; el 1,5% de Iberdrola; el 12% de Ingeteam; el 14% de Petronor; o el 15% de Ibermática.
Descartada la participación de la banca, las empresas optan por buscar otras vías de financiación sobre las que pende siempre la duda de si el arraigo de la empresa a Euskadi está garantizado. En el caso del acuerdo de PAI con Uvesco, la sede social de la empresa se mantiene en Donostia y no cambia la presidencia, que sigue en manos de José Ramón Fernández. Pero la inversión de estos fondos suele estar limitada en el tiempo. Normalmente siguen la máxima de hacer crecer a la empresa, rentabilizar la inversión y vender, por lo que la polémica sobre cómo se diluye el poder vasco y la vinculación con Euskadi suele acompañar la entrada de estos instrumentos de inversión, más aún cuando la compañía en cuestión ha recibido ayudas públicas.
Este fue el caso de Euskaltel, empresa en la que la OPA culminada en agosto del año pasado por parte de MásMóvil fue un paso más en un largo proceso. Arrancó con la salida a Bolsa de la compañía y la toma de control por parte del fondo británico Zegona de la que fue una de las joyas de la corona de las empresas vascas, y que recibió cuantiosas ayudas públicas, y culminó con el control de MasMóvil, que es lo mismo que decir que es propiedad de los fondos Cinven, KKR y Providence, que son los dueños del operador de telecomunicaciones. Ahora la empresa que dirige Meinrad Spenger negocia una nueva operación para fusionarse con Orange. Lo que será Euskaltel en esa nueva compañía, en el caso de que prospere la fusión, es, de momento una incógnita. Spenger se comprometió tras el éxito de la OPA a mantener la sede en Euskadi y no aplicar ningún ERE hasta 2026, pero condicionado a las “variaciones derivadas de la evolución del negocio”, algo tan ambiguo como para que las negociaciones sobre una próxima fusión hayan generado gran incertidumbre entre la plantilla.
Inversiones para garantizar el arraigo
El caso de Euskaltel ha llegado incluso al Parlamento Vasco por ser una empresa emblemática que ha recibido durante años inversiones públicas y que ahora es un marca más dentro de las múltiples que forman parte del grupo MásMóvil, entre ellas Yoigo,, Pepephone, Lycamobile España, Euskaltel (que también utiliza la marca Virgin Telco) o Guuk. Pese a la defensa que, tanto el lehendakari como la consejera Arantxa Tapia, han realizado de la operación de MásMovil sobre Euskaltel en el sentido de que no supone ningún peligro para la empresa vasca, sino una fortaleza de cara el futuro, lo cierto es que el Gobierno vasco está preocupado por mantener el arraigo de las empresas en un mundo económico globalizado en el que cada vez es más complicado mantener esa vinculación con lo local. De hecho, el Ejecutivo vasco dispone de un fondo de 265 millones de euros a a través de Finkatuz, para realizar inversiones en empresas estratégicas y mantener el arraigo de las mismas. A través de este fondo el Gobierno vasco podría estudiar entrar en el accionariado de la futura sociedad que MásMóvil quiere crear para gestionar la red de fibra de Euskaltel, como una forma de garantizar la vinculación vasca de la empresa.
El Ejecutivo también estudia otra posible inversión millonaria en una empresa vasca que es ya propiedad de otro fondo de inversión. ITP es propiedad del americano Bain Capital, que está intentado configurar un accionariado con presencia industrial vasca y española en una complicada operación para garantizar la estabilidad de la empresa y que cuente con el visto bueno del Gobierno central, por tratarse de una empresa relacionada con el sector de Defensa. Aquí podría enmarcarse la entrada del Gobierno vasco. De momento el Gobierno vasco tiene acciones a través de este fondo en CAF, con 15 millones de euros y un 1,24% de la empresa, y otra participación en Kaiku del 7,35% del capital.
Un repaso por las empresas vascas que son parte de los fondos muestra una lista en la que recientemente ha entrado la empresa de renovables Solarpack, después de una OPA del fondo noruego EQT por 800 millones de euros. El CEO, Pablo Burgos, y el fundador, José Galíndez, seguirán al frente de la compañía. Aernnova, otra empresa emblemática de la industria vasca está controlada por Towerbrook, que es su accionista mayoritario, pese a que Ignacio López Gandasegui se mantiene en la dirección. La mayor parte de capital de Zunibal, empresa especialista en el desarrollo de soluciones tecnológicas para la pesca del atún, lo compró el fondo de inversión Nazca el verano pasado. En esa misma época, la empresa Alfus Iris fue adquirida por el grupo inversor suizo Ufenan. Probablemente no sea más que el comienzo de una lista que parece imparable, más aún en tiempos de crisis.
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