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El fotógrafo Kote Cabezudo niega en el juicio que abusara y agrediera a sus modelos

Kote Cabezudo

elDiario.es Euskadi / Europa Press

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El fotógrafo donostiarra José Juan Cabezudo, conocido como 'Kote', que está siendo juzgado en la Audiencia de Gipuzkoa por presuntos delitos de estafa, contra la intimidad, contra la libertad sexual, contra la integridad moral y corrupción de menores de los que le acusan dieciséis mujeres que posaron para él, ha afirmado —en los procesos penales todos los acusados tienen derecho a mentir para no incriminarse— que sus modelos “nunca han hecho nada que no supieran que iban a hacer o no quisieran”. “Jamás, si no, cogen y se van”, ha dicho, según recoge Europa Press.

En la sesión que se ha desarrollado este martes en la Sección Primera de la Audiencia de Gipuzkoa se han resuelto algunas cuestiones previas que quedaron pendientes este pasado lunes, tras proponer nuevas pruebas y testigos la defensa y la acusación particular. A continuación ha declarado el acusado, que ha respondido a las preguntas del Ministerio Fiscal y la defensa, no así a las del letrado de la acusación particular. Cabezudo ha comparado su trabajo tras las cámaras con el del fotógrafo británico David Hamilton, que realizaba retratos eróticos de adolescentes y que se suicidó tras ser acusado de abusos sexuales. Sobre él, ha dicho que “no es verdad” que hiciera pornografía infantil, como ha afirmado el fiscal Jorge Bermúdez, al menos no se consideraba así “en las épocas en las que hacía sus fotos”. “No sé si ahora”, ha precisado.

Además, ha aseverado no ser conocedor de las acusaciones a Hamilton de abusos sexuales, pero “sí de los cursos que ha dado en Francia”, de los que ha sido “alumno”, y que “en los 90 fue invitado a San Sebastián a realizar una exposición en el Museo San Telmo”. A ello ha añadido que la venta de los libros de Hamilton “es libre” y si se tratara de “pornografía infantil, no se venderían”. “Puedo entender que haya gente a la que no les gusta, con mentalidades hacia la religión y determinadas maneras extremas de pensar”, ha opinado. En este contexto, se ha referido a la película 'Las edades de Lulú' de Bigas Luna, cuyo “primer minuto es un primer plano del sexo de una niña bebé a la que le caen polvos talco y no ha sido calificado como pornográfica, sino aplaudida”. “Es como si un libro se considerara pornográfico por una página”, ha señalado, en alusión a los “sets” o series fotográficas que realizó, según ha indicado, “a más de 600 mujeres y hombres de todo el país en la época, y analógica y digital durante 40 años”.

También ha señalado que sus conocimientos informáticos eran “mínimos” y “ahora ya cero”, cuando el fiscal le ha preguntado por la gran potencia de su ordenador. Al respecto ha explicado que él fotografiaba en 'Raw' y los archivos en ese formato “ocupan mucho” y “tardan mucho en abrirse en un ordenador sin potencia”. El acusado ha defendido que antes de realizar fotografías a sus modelos tenían que “firmar los contratos”, como así ha asegurado que fue, y si se trataba de menores de edad, tenían que firmarlos también sus progenitores. Además, ha apuntado que en esos contratos no se recogía “que estuviera obligado a utilizar un alias” para las chicas, pero “sí que podía difundirlas” en Internet.

Según ha reconocido, algunas de las modelos que ejercen la acusación en esta causa le solicitaron “desaparecer” de sus páginas web, algo que “legalmente tenían el derecho de hacer”, pero “previo pago de una indemnización por lo que ello ocasionara”. En este sentido, ha afirmado que negoció “de muy buena fe” con el letrado de una de ellas. En varias ocasiones ha manifestado no recordar si siguió mostrando en sus páginas web o perfiles de Facebook fotos de esas chicas que le pidieron eliminar esas imágenes de ellas, algo que, en todo caso, ha precisado “no es tan fácil”, ya que “expertos en informática no lo pueden hacer” y escribió “un montón de veces para denunciarlo”, pero le dijeron que “no valía para nada, ya que los sitios web iban cambiando de servidores”.

Respecto a las sesiones de fotos, ha sostenido que él era el “director y guionista” que explicaba a los modelos “qué fotografiar, cómo y las maneras”. Así, ha detallado que la modelo salía del vestuario “maquillada y preparada sabiendo el trabajo que se va a hacer” y que podía durar desde varias horas hasta todo un día, según cuántas series se hicieran. Además, ha incidido en que los contratos, que él se descargaba de Internet, eran “un folio en el que la modelo sabe que va a hacer desnudo completo” y luego les daba “la información en el set” de exactamente qué harían, según iba “cambiando el ropaje, el mobiliario, la luz, el tipo de cámara”. “La modelo tiene que haber dado su consentimiento y colaboración. Era así”, ha sostenido.

También ha dicho no recordar si en algún momento tocó el cuerpo de las chicas, algunas de ellas menores en el momento en el que las fotografió, y ha incidido en que en el caso de las que no alcanzaban la mayoría de edad “sus padres tenían total conocimiento”. De este modo, ha relatado que en el caso de una de ellas su madre le invitó a la “inauguración de su tienda de diseño” y otra progenitora “a la que le gustaba la moda, le pidió un pase para Gaudí porque él era profesional”, ya que existía un “entorno de confianza”.

Así, ha defendido que hubo “total colaboración, consentimiento y ningún problema” con las modelos y ha negado que les dijera en algún momento que iba a difuminar o sombrear su zona púbica en las imágenes, porque “además es absurdo”. También ha negado que introdujera sus dedos en la vagina de una de las jóvenes, siendo además menor, ni que mantuviera relaciones sexuales con menores de edad. “No voy a responder si he mantenido relaciones consentidas con una persona adulta. Siendo menor no, y nunca bajo presión”, ha afirmado.

El acusado ha mantenido que sus fotografías tenían contenido “sensual” y que él no hace “pornografía”, así como que sus modelos “nunca han hecho nada que no supieran que iban a hacer o no quisieran”. “Jamás. Si no, cogen y se van”, ha insistido, para añadir que “nunca ha habido ninguna protesta u objeción” y que “se acaba llamando a todo pornografía”. Por otro lado, ha insinuado una posible confabulación de sus presuntas víctimas, cuya “situación ansioso depresiva”, a su juicio, tiene que ver “con la educación y su infancia”, ya que “la mayoría están en un entorno geográfico y amistoso entre ellas muy cercano”. También ha negado que se lucrara con la publicación de las fotografías de desnudos en páginas webs. “Otros me robaban mi trabajo y lo vendían sin mi autorización”, ha explicado.

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