Gernika se abre a los refugiados de Ucrania: “Es un destino de paz”
El 26 de abril de 1937, el día en que Gernika fue masacrada por un bombardeo de la aviación nazi y fascista que estaba al servicio de Francisco Franco para que ganara la Guerra Civil, 2.000 soldados leales a la II República protegían la villa. 600 de ellos estaban acantonados en el convento de la Merced bajo el mando de un joven teniente, Ramón Gandarias. Allí se produjo de madrugada un incidente con disparos al confundir a un perro abandonado con el invasor, el primer sobresalto del día, según se lee en el libro ‘El día en que murió Guernica’. Allí se avistaron por primera vez los Heinkel de la Legión Cóndor dirigida desde un hotel de Vitoria por el nazi Wolfram von Richthofen, de la máxima confianza de Adolf Hitler, y fue Gandarias quien dio el parte por teléfono al cuartel general del Gobierno de Euzkadi con las primeras noticias. El de Gernika fue el ejemplo que Volodímir Zelenski puso en las Cortes Generales para hacer ver a España el horror de la guerra y, mientras ofrecía su discurso ante diputados y senadores, un autobús con 35 refugiados de su país aparcaba en el convento de la Merced de Gernika.
El guerniqués Javier Torre fue el ideólogo de la iniciativa, en la que también han colaborado tres bomberos malagueños con carné para conducir autobuses y que dedican su tiempo libre a una ONG de rescate. “Claro que han tenido repercusión”, dicen los promotores sobre las reflexiones de Zelenski y el estado de ánimo de los ucranianos llegados a Gernika mientras su presidente recordaba el drama vivido en esta localidad. “Conocen Gernika y cuál es su historia”, confirma Torre. Manuel Mesa, uno de los bomberos, que sigue en Gernika horas después del final del viaje, explica que la localidad vizcaína es un espacio “seguro” y “de paz” ahora que casi han pasado 85 años de las bombas.
“Les he visto ya por el pueblo paseando. Se integrarán en nuestra sociedad como uno más. Además, en Gernika hay ya varias familias desde hace tiempo”, añade Torre sobre los que se quedarán, ya que otros siguen su viaje a otras localidades de España. “Se les ve bien. Además, el día acompaña. Hace un día fantástico”, ha añadido en la Cadena Ser Belén Olarreta, madre superiora del convento. Con las mercedarias, explica Torre, han encontrado un alojamiento cómodo, un lugar de esparcimiento para los niños y asesoramiento de CEAR para los trámites de acogida. También el Ayuntamiento de la localidad ha colaborado con la iniciativa.
Los refugiados han llegado en un autobús Mercedes-Benz matriculado en 2005 y presidido por las palabras 'Ayuda humanitaria Ucrania' acompañado de las banderas de España y de Euskadi. En realidad, según explica Torre, el viaje no ha sido como los de otros tantos que han cogido un vehículo y se han plantado en la frontera con Polonia para traer gente, algo que desconcierta a los Gobiernos, también al vasco, que apelan a una “solidaridad organizada”. Son dos las diferencias. Por un lado, los refugiados que vinieran tenían un alojamiento ya preparado y no iban a acabar en domicilios particulares. Y, por otro lado, el autobús no fue de vacío al este de Europa. Y no solamente porque llevaran alimentos, medicamentos y otros productos al frente. Doce personas de Ucrania acompañaron a Torre y a los tres bomberos. Los llaman “arrepentidos” y son refugiados que llegaron en los primeros días tras la invasión de Rusia y que ahora han optado por regresar.
El viaje acabó en Varsovia. Allí se valieron de redes informales tejidas para ayudar a los que huyen de Ucrania, como la de Álex Txikon o la de los estudiantes españoles de Erasmus en Polonia. Y 35 personas subieron al autocar. Hay niños, un adolescente con su abuela, un padre con su hijo y hasta dos amigos de nuevo cuño, que se han conocido en el éxodos. La mayoría vienen de Kiev y alrededores, pero también de la zona de Jarkov.
No hay datos muy precisos en Euskadi sobre la llegada de refugiados. La cifra oficial ronda los 500, pero se estima en 1.000-1.500 contando las llegadas informales. Son casi 300 los menores ya escolarizados, eso sí. Hasta ahora, no se habían dado datos de salidas, aunque sí es evidente que muchos solamente utilizan los recursos vascos como punto de tránsito a otro destino en España. En la frontera de Irún con Francia, en todo caso, se ha apreciado un descenso de llegadas, según las fuentes consultadas.
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