El histórico edificio de La Perla de Donostia, ilegal con la Ley de Costas en la mano

Belén Ferreras

Donostia —

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Lleva varado en la arena de la playa de La Concha desde hace más de un siglo. Aunque para ser exactos, el edificio actual de La Perla es una reconstrucción del antiguo, que data de 1911. El primer edificio con ese nombre se levantó con madera mucho antes, en 1869, cuando se concedió el primer permiso para crear una edificación que facilitara el ritual del baño. En cualquier caso, forma parta del paisaje donostiarra, tanto como la característica barandilla blanca que separa el paseo del arenal. Es, además, un símbolo antiguo de la Donostia actual, porque el el balneario de La Concha, el origen del edificio, fue el punto de atracción de la realeza y la corte durante muchos años de principios del siglo pasado, convirtiendo la capital donostiarra en punto de veraneo de la alta sociedad que eligió las calles de Donostia para construir sus palacetes y que en buena parte convirtieron la ciudad en lo que es hoy. El histórico edificio de La Concha, sus usos, están ahora en entredicho porque no cumple la Ley de Costas y el ayuntamiento donostiarra ha iniciado una batalla legal en su defensa, para que La Perla siga como siempre.

El edificio en sí mismo no está en peligro, señalan desde el Ayuntamiento, pero sí los servicios que actualmente se ubican en él, ya que la Ley de Costas establece que en estos edificios justo en la costa sólo pueden establecerse servicios o usos relacionados con el mar. El Ayuntamiento, a través de la Sociedad Balneario, tenía una concesión allí desde 1908, pero finalizó en 2018, hace ya cinco años.

El ayuntamiento se acogió a una Ley de 2013 que posibilitaba solicitar prórrogas de este tipo de concesiones, por lo que el solicitó en 2017 la renovación. Ya en 2020, el Ministerio de Transición Ecológica dio trámite de audiencia al Ayuntamiento y a la Sociedad Balneario en los expedientes iniciados para la prórroga y trasladó el informe de la Dirección General de Costas, anticipando que “la prórroga debía ser denegada”, ya que “los usos que se desarrollan en las instalaciones serían contrarios a la Ley de Costas”. El ayuntamiento presentó las alegaciones oportunas sin que hasta ahora se haya dictado resolución expresa por parte de la Dirección de Costas, por lo que el ayuntamiento entiende que “según lo dispuesto en la legislación administrativa, la solicitud de prórroga ha de entenderse desestimada”, señalan desde el consistorio.

Para evitar que haya que “desmantelar” los servicios que ocupan actualmente el edificio de La Perla, el consistorio ha presentado un recurso ante la Sala de lo Contencioso Administrativo de la Audiencia Nacional contra la “desestimación presunta de la solicitud de prórroga extraordinaria de la concesión para la ocupación y aprovechamiento de estas instalaciones”.

La insistencia en la prórroga de la concesión antigua y no en la solicitud de una nueva está en que una nueva tramitación obligará a revisar los usos adaptándolos a la norma actual, con la posibilidad de tener que cerrar los negocios actuales que ocupan el edificio en régimen de alquiler que pagan al Ayuntamiento.

No es el único edificio en Donostia cuyos usos están en riesgo. También está caducada a concesión del uso de terreno a pie de costa, junto a la playa de Ondarreta, donde se ubica el Real Club Tenis y la escultura el Peine del Viento de Eduardo Chillida. “No concibo, ni quiero pensar por un momento, en que el Gobierno de España, a través de la Dirección de Costas, nos obligara a tener que cerrar La Perla, el Tenis o el conjunto del Peine del Viento”, decía el alcalde Eneko Goia. Para el conjunto monumental del Peine del Viento el Ayuntamiento ha pedido a Costas la independización del ámbito concesional que ocupa, es decir, que se trate de forma individualizada, porque así se lo han sugerido desde el propio organismo para obtener autorización para llevar a cabo una serie de reformas de rehabilitación.

Balneario, discoteca, restaurantes, clubes deportivos

El edificio La Perla acoge en estos momentos el balneario y centro de talasoterapia propiedad Hoteles y Termas SA, que comercializa bajo la marca La Perla, y que tiene además restaurante y dos terrazas, y que es heredero del antiguo negocio que dio origen al edificio; la discoteca Bataplán con la terraza que acoge el Café de La Concha, el club deportivo Atlético de San Sebastián, y el club privado deportivo Eguzki.

“Nosotros estamos confiados en que no tendremos problemas de continuidad de nuestra actividad”, señalan fuentes de la propiedad del balneario de La Perla. “Nuestra actividad de balneario está directamente relacionada con el agua de mar -todas las piscinas y circuitos son de agua salada- tenemos que estar aquí, a pie de playa”, recuerda. Incluso después de hacer el circuito los usuarios pueden salir a la playa para “experimentar el contraste con el agua del mar de forma directa”.

Otra cosa puede ser el gimnasio que acompaña el circuito de talasoterapia o el restaurante. “No tiene por qué tener problema ya que se trata de una actividad accesoria de la principal”, dicen. “Pero al final todo va a depender de la interpretación que se haga de la Ley·

Más dudas existen sobre qué pasaría con los clubes deportivos, y desde luego quedaría fuera de la legalidad actual la discoteca Bataplán.

Instalaciones herederas de una edificación de madera de 1869

La primera edificación que se levantó sobre la arena de La Concha era de madera y se construyó en 1869. Aquel primer edificio se llamó “La Perla del Océano” por la forma de concha de la bahía donde se ubicaba.

Las instalaciones de madera dieron paso en 1911 a un nuevo edificio de piedra ideado por el arquitecto Ramón Cortázar que se inauguró en un momento en el que Donostia se consolidaba como destino lúdico. A principios del siglo XX la ciudad estrenaba edificios y diseños icónicos, como el paseo y la Barandilla de La Concha, el funicular del Monte Igeldo, el teatro Victoria Eugenia, La Caseta Real de Baños o el puente del Kursaal y era el lugar favorito de descanso de la corte real que seguía a la reina María Cristina.

Tras varias crisis, en los años 60 se convirtió en una sala de fiestas que daría lugar a la actual discoteca Bataplán. Con los años y el abandono, en 1990 el Ayuntamiento decidió llevar a cabo una reforma total con el derribo y reconstrucción del edificio bajo proyecto de Joaquín Zubiría, conservando su forma y uso original como establecimiento de talasoterapia, al que se añadió el restaurante la discoteca, las terrazas y los clubs deportivos actuales que completan las instalaciones.