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Incertidumbre entre los trabajadores de Talgo en Álava, que piden un plan industrial y el apoyo del Gobierno vasco

Planta de Talgo en Rivabellosa en una visita de Urkullu y otros representantes del Gobierno vasco.

Belén Ferreras

Bilbao —

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Los trabajadores de la fábrica de Talgo en Rivabellosa (Álava) están viviendo con “incertidumbre” la situación en la que se queda la empresa tras la decisión del Gobierno de Sánchez de vetar la Oferta Pública de Adquisición (OPA) lanzada por el grupo húngaro Magyar Vagon, aduciendo la protección de los intereses estratégicos y de seguridad nacional. Sin entrar en si se debía autorizar la OPA o no, reclaman un plan industrial para la empresa “cuanto antes”, para que se garantice la viabilidad de la compañía y los puestos de trabajo.

“Queremos un plan industrial a corto y a largo plazo; a corto, para poder seguir con las fabricaciones que estamos haciendo actualmente, y a largo plazo, para que las fábricas se sigan quedando en España”, señala el representante de CCOO Euskadi en Rivabellosa, Kepa Alcaine, que anuncia que solicitarán una reunión con el Gobierno vasco para pedir ayuda en el proceso y que se garanticen sus puestos de trabajo y los de la industria auxiliar.

La planta vasca de Talgo tiene 700 trabajadores de los 2.500 en conjunto de la empresa en España. En Rivabellosa se hacen todos los vagones. “Actualmente la planta alavesa ya no tiene capacidad para asumir toda la carga de trabajo que tiene la compañía”, dice Alcaine, una carga de trabajo que garantiza el empleo hasta 2030. “Necesita múltiples inversiones para ampliarse porque si tienes trabajo pero no lo puedes llevar a cabo no sirve de nada”, asegura. De hecho, parte de los vagones que se hacen en Rivabellosa se están derivando a la planta de Madrid para terminarlos, porque la alavesa ya no tiene capacidad. Por eso, “quedarse ahora sin un inversor supone estar en una indefinición total. No sabemos qué va a pasar ahora, pero... ¿y a partir de 2030? ¿Cuándo se acabe la carga de trabajo?”, se pregunta.

Recuerda Alcaine que los trabajadores tampoco veían con muy buenos ojos la OPA de los húngaros: “De nada sirve que nos compre un grupo húngaro y que luego la fábrica, dentro de cuatro o cinco años, cuando sepan fabricar, desaparezca de España”. Por eso insiste en que lo que hace falta ahora es “un plan industrial que garantice el trabajo, y que garantice la españolidad de las fábricas”, y ha pedido para ello la implicación de la empresa, del Gobierno central y del vasco, para lo que solicitarán una reunión con el nuevo consejero de Industria, Transición Energética y Sostenibilidad, Mikel Jauregi.

“No creo que el Gobierno vasco quiera que se pierda esta empresa, porque no son sólo los 700 trabajadores fijos, están los eventuales y toda la industria auxiliar”, recuerda. “Y menos aún cuando se trata de una empresa con carga de trabajo”.

Lo cierto es que el Gobierno vasco ha destacado en múltiples ocasiones la importancia para la economía vasca de que Talgo mantenga una planta de fabricación en Álava, por lo que supone de compromiso con los proveedores locales y con las empresas de su entorno. “La fábrica de Talgo en Rivabellosa constituye uno de los polos de dinamización social y económica” de Euskadi, señalaba el lehendakari Urkullu en una de las visitas que realizó a la planta.

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