De Ptolomeo en el siglo II a la “Biscaia” del XVIII: un recorrido por la representación de Euskadi en los mapas
Con las demarcaciones romanas o ya divididas en las provincias actuales, con variantes toponímicas tan alejadas de las actuales como “Sco. Sabastiano” o “Galleto” o incluso escritas a la italiana, solo con la costa o adentrándose en tierra, en aparatosos atlas o en ediciones de bolsillo. La ciencia de la cartografía viene produciendo mapas durante siglos y ya desde comienzos de milenio han quedado plasmados en algunos de ellos diversos lugares de la geografía vasca. La exposición 'El País Vasco en los mapas entre los siglos II y XVIII', impulsada por el Instituto Geográfico Nacional y posible de visitar en Vitoria hasta finales de año, explora la evolución de estas acomodaciones de la amplia realidad a las limitaciones de lo dibujado o lo impreso y cómo Euskadi ha salido parada en cada una de ellas, en ocasiones representada de manera más fidedigna y en otras con más libertades respecto de lo real.
La historia de la cartografía científica la inauguró en el siglo II el astrónomo y geógrafo Claudio Ptolomeo, que trazó veintiséis mapas parciales, con el segundo de ellos dedicado a la Hispania romana de la época. En ese punto empieza el viaje que propone la exposición que puede visitarse hasta diciembre en la Subdelegación del Gobierno en Álava, en el primer número de la calle de Olaguíbel de la capital. Aparecen en la representación los pueblos de los autrigones, caristos, várdulos y vascones. Los topónimos, sin embargo, no resultan fáciles de identificar más allá de los referentes a Oiartzun, el cabo de Higuer, el monte Toloño y los ríos Ebro, Nervión y Deba. Figura también Souestasion, que se ha ligado al yacimiento arqueológico de Arkaia, en Vitoria.
La zona, que se debate con el paso de los años por diferentes variantes del nombre 'Vasconia', aparece muy desfigurada en la mayor parte de los mapas altomedievales. Más adelante, ya en el siglo XV, aún no se habían determinado límites ni topónimos claros. En un mapamundi genovés datado en 1457 y concebido en latín, se habla de “biscai”. De estos mapas se dice que fueron de transición, pues incorporaban los conocimientos geográficos que se estaban actualizando por entonces gracias a las cartas náuticas. Eran, aun así, muy tentativos e incluían abundantes errores e imprecisiones.
Las cartas náuticas y el puerto de “Sco. Sabastiano”
La primera carta náutica de la que se tiene constancia, conocida como Carta Pisana, se confeccionó en torno al año 1270 y en ella figura, por primera vez en la historia, un puerto vasco: el de “Sco. Sabastiano”. Está flanqueado por “boiona” (por Baiona) al norte y por “ordialesi” (por Castro Urdiales) al sur. En 1508, el cartógrafo Andrea Benincasa confeccionó otra carta náutica en la que se leen más topónimos, todos ellos costeros: “san sebastiam”, “motrico”, “bremeo”, “bilbao”, “fonte riba”, “c. de figo”, “lequito”, “magilaco”, “placença” y “galleto” (por Portugalete). “La carta presenta las características de las cartas portulanas medievales y renacentistas, como las rosas de los vientos unidas por redes de rumbos o la toponimia perpendicular de la costa, dejando el interior sin representación geográfica”, se explica en las notas que acompañan a la exposición. En torno a 1532, Giovanni Andrea Vavassore imprimió en Venecia el primer mapa exento —esto es, se publicó por separado, sin ser parte de un libro— de España, y en él se despliega una amplia lista de topónimos vascos a la italiana. Dentro de la región vasca, que se conoce en su conjunto como “Biscaglia”, se encuentran los topónimos de “Gipuzea”, “Fuenterrabia”, “Pasaie”, “Arnari”, “Tolozeta”, “Ordugno”, “Porto galeto”, “Guetaria”, “Vitoria”, “Vermeo”, “Vilbao” y “Mondragon”.
En 1597 se publicó por primera vez el 'Civitates Orbis Terrarum'. Bajo el epígrafe de 'La Sierra de Sant Adrian en Biscaia', se incluye una vista de la cueva que conecta Gipuzkoa con Álava. En otro de los volúmenes de la misma obra, hay dibujada una panorámica de Bilbao que, desde las alturas de Miribilla, abarca el discurso de la ría por la ciudad hasta que desagua por lo que se denomina “la vara de Porto Galete”. Por su belleza, se tilda la ciudad de “quasi bellum vadum”, lo que explica, según la exposición, que en algunos casos aparezca escrita con la grafía “Bilvao”.
Una centuria después, ya en el siglo XVII, empezaron a aflorar los primeros atlas de bolsillo. La lógica detrás de esta evolución es puramente económica: los primeros atlas flamencos y holandeses, compuestos en formato folio, eran poco asequibles tanto por tamaño como por precio, lo que dio pie a que surgiesen alternativas más asumibles. 'Biscaia et Legio', de 1607, es el título del primer atlas de estas características que contiene lugares vascos. Obra del cartógrafo Jodocus Hondius, ignora, no obstante, a Gipuzkoa. En esta y otras obras cartográficas, la concepción de lo que es “Biscaia” y lo que es “Guipuscoa” varía y son muchas las ocasiones en las que los territorios se exceden de sus delimitaciones reales. En otros, se leen topónimos como “Filiolet”, “Otera” y “Madin”, que no han logrado identificarse con ninguna ubicación real.
“La Biscaia”
De ese mismo siglo data la descripción costera que corrió a cargo del cartógrafo portugués Pedro Teixeira, quien durante años trabajó para el rey Felipe IV y que se significó especialmente por su plano de Madrid, con detalles de calles y edificios. De su autoría es también una 'Relación de algunos discursos tocantes a la defensa de España', de 1636, en la que se combinan diferentes planos y diseños destinados a la protección del territorio ante una posible invasión francesa. El informe, manuscrito, incluye, según se detalla en la exposición, un plano de Donostia y su bahía, la costa de Gipuzkoa hasta Getaria, un diseño para la defensa de Hondarribia, una vista a lo que se denomina “puerto del Pasaje” (por la ría de Pasaia), una fortificación de Donostia y una planta de la localidad de Getaria.
A caballo entre los siglos XVII y XVIII, algunos mapas italianos y franceses, herederos de una industria holandesa ya en declive, incluyen variadas organizaciones administrativas de la región vasca. Un mapa de 1696 atribuido a Giacomo Cantelli, Antonio Barbey y Domenico de Rossi, por ejemplo, hablaba de “La Biscaia” dividida en sus cuatro partes principales, a saber: “Biscaia propria”, “Guipuscoa”, “Alava” y la “Provincia delle Quattro Citta”, en referencia a las cuatro villas de Cantabria, que eran San Vicente de la Barquera, Santander, Laredo y Castro Urdiales.
Ya en la segunda mitad del XVIII, Tomás López confeccionó mapas de todos los dominios españoles. “Construido —según se apunta en el propio mapa— por las memorias de los naturales”, dedicó uno a la provincia de Álava, hasta ahora relativamente eclipsada por otros lugares circundantes. Estaba por entonces dividida en las “quadrillas” de Vitoria, Salvatierra, Ayala, Guardia, Zuya y Mendoza, a su vez divididas en 53 “ermandades”. “El Condado de Treviño que está enclavado en esta Provincia de Alava, es de la de Burgos”, se matiza en una nota al pie. La costa vasca —con los puertos de pasajes y Donostia, la plaza de esta ciudad y la concha y barra de Bilbao— también quedó plasmada en el 'Atlas Marítimo de España' de 1789, obra cumbre del cosmógrafo Vicente Tofiño de San Miguel, que consiguió “fama internacional por el uso de métodos astronómicos y geodésicos”.
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