Las elecciones en Euskadi del próximo 21A se prevén cómo unas de las más disputadas de la democracia vasca. PNV y EH Bildu llegan igualados a los comicios. Según el último sondeo del CIS, los abertzales podrían superar a los jetzales por primera vez. Sin embargo, el resultado final, dependerá en gran medida de lo que pase en Álava, la circunscripción donde los votos valen más. ¿Por qué sucede esto?
En todas las elecciones al Parlamento vasco, las tres circunscripciones en las que se divide Euskadi reparten cada una los mismos escaños. Sin embargo, esas mismas provincias, llamadas territorios históricos, tienen una población muy distinta. En Bizkaia viven más de un millón de personas. En Álava lo hacen poco más de 300.000, y 3 de cada 4 viven en su capital, distribución que muestra la importancia de Vitoria en las elecciones al Parlamento Vasco.
Los mismos escaños para representar a distinta población
El sistema electoral de Euskadi establece que las tres provincias (Bizkaia, Gipuzkoa y Álava) eligen al mismo número de diputados. Así se definió en el Estatuto de Autonomía del País Vasco de 1979, conocido como el Estatuto de Gernika. Su artículo 26 fija que el Parlamento Vasco debe estar integrado “por un número igual de representantes de cada Territorio Histórico elegidos por sufragio universal, libre, directo y secreto”.
Sin embargo, la distribución de los habitantes en Euskadi no es tan equitativa. Mientras en Gipuzkoa sí viven uno de cada tres vascos, en Bizkaia reside más de la mitad de la población y en Álava, solo el 15%.
La igualdad de poder y derechos entre las tres provincias es una de las bases de la comunidad autónoma vasca. Se creó como una suma de los territorios históricos, que mantienen gran parte del autogobierno. Por ejemplo, los Parlamentos territoriales vascos tienen más escaños que muchos autonómicos y las Diputaciones ejercen competencias como Hacienda o residencias.
Esta situación de desequilibrio se ha mantenido desde 1980. En las primeras elecciones después de la dictadura se eligieron 20 diputados en cada una y en 1984 se aumentó hasta los 25 actuales. Por eso, y aunque la población en Bizkaia se haya reducido ligeramente desde entonces y en Álava haya aumentado, en todas las ocasiones ha existido un desequilibrio entre la proporción de población que las habitan y la proporción de escaños del Parlamento que eligen.
En el siguiente gráfico se puede ver la diferencia entre el porcentaje de población y el porcentaje de escaños que reparte cada provincia.
En rojo aparece Bizkaia, la provincia que reparte menos escaños proporcionalmente que lo que le corresponde por población. En azul , lasregiones que tienen más escaños que su porcentaje de habitantes.
Es por eso que conseguir un diputado en Bizkaia cuesta muchos más votos que en los otros dos territorios históricos, mientras que en Álava con un número menor de votos ya se puede entrar en el Parlamento vasco.
Un ejemplo fue la aparición de la Unidad Alavesa (UA), una formación muy similar a UPN en Navarra, que se presentó solo en esa provincia durante tres comicios. En 1990 consiguió entrar en el Parlamento con poco más de 14.000 votos. En esas mismas elecciones, Ezker Batua-Berdeak (la marca de IU) no logró ni un solo escaño aun habiendo conseguido casi el mismo número de votos. En la siguiente ocasión, en 1994, UA consiguió hasta 5 escaños con menos de 30.000 votos e IU, 6, pero con más del triple de votos.
Los datos señalan que los partidos más beneficiados por el sistema son los que tienen más fuerza electoral en las provincias más sobrerrepresentadas del Parlamento Vasco. Es el caso del PP, que en Álava suele duplicar el porcentaje de votos que obtiene en las otras dos provincias. En el lado contrario están los nacionalistas vascos del PNV, que, como sus mejores resultados los obtienen en Bizkaia (la provincia más infrarrepresentada), apenas rentabilizan la prima que suele dar el sistema D’Hondt al partido más votado en cada circunscripción. Los nacionalistas conservadores vascos han sido la fuerza más votada en todas las elecciones en Euskadi celebradas en democracia.
A pesar de estas cifras hay que tener en cuenta que el sistema electoral vasco es de los que menos distorsionan la relación que existe entre el número de votos y la composición del parlamento autonómico.
Según un análisis de más de 200 elecciones autonómicas celebradas en democracia realizado por elDiario.es, Euskadi y Navarra son las dos comunidades con menor diferencia media entre el porcentaje de escaños y de votos de cada candidatura. Entre 1980 y 2020, el sistema vasco distorsionó con solo 1,2 puntos la conversión entre escaños y votos. En los más injustos, la diferencia media entre el porcentaje de escaños y de votos de cada candidatura está por encima de los 3 puntos.
¿Por qué algunos sistemas electorales autonómicos distorsionan menos que otros los votos que se depositan en las urnas? A diferencia de unas elecciones generales, que se usa la misma ley electoral para todo el territorio nacional, cada comunidad utiliza su propio sistema.
Por un lado, la fórmula de d'Hondt para hacer el reparto de escaños es uno de los elementos comunes que tienen todos los sistemas electorales autonómicos. Este método tiende a favorecer a los partidos más votados en la asignación de asientos parlamentarios frente a otros sistemas similares como Sainte-Laguë. Es decir, en todas las comunidades los partidos más votados suelen ser los más beneficiados por el sistema electoral.
Una de las principales causas de las distorsiones entre votos y escaños en cada autonomía está en el número de circunscripciones (cada una de las divisiones territoriales que elige diputados) y su tamaño. Es decir, las comunidades que reparten muchos diputados en una única circunscripción tienden a ser más proporcionales que las que reparten pocos diputados en muchas provincias.
En el caso de Euskadi, aunque existe una distorsión entre los tres territorios, las tres provincias eligen un número suficientemente alto de diputados para que no exista riesgo de que terceros y cuartos partidos se queden sin escaño ya que 25 son suficientes diputados a repartir entre más de 5 o 6 candidaturas.
En algunas comunidades, las barreras electorales también son clave en los resultados electorales. Por ejemplo, hay algunas regiones que ponen barreras electorales del 5% o complejas por circunscripción. ¿Cómo es en Euskadi la barrera?
La bajada de la barrera electoral
Para que un partido pueda tener representación en el Parlamento Vasco, es necesario que consiga al menos el 3% de los votos de una circunscripción. La ley electoral estableció esta barrera electoral en el 5%, pero se modificó a partir del 2000.
Este cambio podría haber hecho que menos votos quedaran sin representación, pero no fue así. El número de partidos que se presentan a unas elecciones es el factor que más influye en la subida o bajada de los “votos perdidos”. Entre 2001 y 2020 las candidaturas pasaron de 10 a 18, con lo cual la dispersión del voto influenció que más cantidad de papeletas “se perdieran”.
En el caso de Euskadi, como cada provincia reparte 25 escaños, no existe una barrera efectiva mayor. Es decir, es casi imposible que un partido que consiga más del 3% de los votos en una provincia se quede sin representación en el Parlamento Vasco.
Los años con una mayor proporción de papeletas que se quedaron sin representación fueron 2009 y 2012. En esta última ocasión los más de 30.000 votos no sirvieron para que los diputados de Izquierda Unida consiguieran escaño en el parlamento. El partido se quedó por debajo de la barrera electoral, con el 2,7% de los votos.
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