Souleymane Fuyugu, de ser profesor de francés en Mali a recibir asilo en Euskadi: “No vine a Europa por placer, sino porque estaba sufriendo”
Souleymane Fuyugu nació en Mali, pero lleva desde marzo de 2021 en Bilbao. Forma parte del 5% de los solicitantes de asilo a los que se les ha concedido la protección internacional en el último año, en su caso una protección subsidiaria. Souleymane vivía en una aldea del centro de Mali y trabajaba en una escuela como maestro hasta que grupos armados yihadistas, que tienen tomado el país, llegaron a su municipio y amenazaron con matarle si no cerraba la escuela. “Tuvimos que hacerlo porque sabíamos que era real. Quemaban casas y asesinaban a la población. También nos robaban nuestras pertenencias, animales y todo lo que teníamos. Me tuve que marchar de ahí porque mi vida estaba en peligro. Yo no vine a Europa por placer, vine porque estaba sufriendo”, cuenta el joven.
Souleymane jamás quiso llegar a Europa, ni siquiera fue su primera opción cuando fue consciente de que tenía que marcharse. En un primer momento su intención fue probar suerte en Bamako, la capital de su país, y después en Senegal, pero las dificultades lo llevaron hasta Mauritaria, donde a través de un amigo se le presentó la oportunidad de viajar en barco a Europa. “Hasta ese momento no me lo había planteado, pero vi que en África era muy complicado hacer lo que quería hacer, ser maestro y enseñar francés. Pensé en mi hermano pequeño, mi única familia, y que marcharme era lo mejor para los dos. El viaje en barco duró cuatro días, desde Mauritania hasta Gran Canaria. Íbamos 44 personas a bordo. Pasé mucho miedo, no sé nadar”, señala.
Este joven llegó a Gran Canaria en septiembre del año pasado y estuvo en un Centro de Internamiento de Extranjeros durante cinco meses. Hasta que en CEAR decidieron atender su petición de asilo. Después de aquello, estuvo en Canarias otros cinco meses, pero ya en un hotel a la espera de que le trasladaran a la península. Finalmente, llegó a Bilbao en marzo de este año. “Aquí estoy bien, tranquilo. El lunes me dieron la protección internacional. Solo quiero poder dar un futuro mejor a mi hermano, siempre pienso en él. África está perdiendo a sus jóvenes en el Mediterráneo, está perdiendo intelectuales y a su población, que somos quienes queremos reconstruir el continente. Le pido a la comunidad internacional que abra sus ojos y no sea cómplice de gobiernos corruptos y dictadores como el de Mali y del resto de países del África francófona”, manifiesta.
El viaje en barco duró cuatro días, desde Mauritania hasta Gran Canaria. Íbamos 44 personas a bordo. Pasé mucho miedo, no sé nadar
Souleymane es una de las 3.085 personas que solicitaron asilo en Euskadi en 2020, una cifra un 36% más baja que en la registrada en el año anterior, debido principalmente a la pandemia. Por territorios, 1.767 solicitudes se formalizaron en Bizkaia, 674 en Álava y 644 en Gipuzkoa. Según los datos de CEAR - Euskadi, presentados este viernes en Bilbao, en sus oficinas se atendieron el 41% de las solicitudes y principalmente se trataba de personas provenientes de Colombia, Venezuela, Nicaragua y Honduras. Sin embargo solo el 95% de las solicitudes son aceptadas.
“La pandemia ha tenido un impacto grave, ya que ha fomentado en general las desigualdades, la pobreza, el racismo y la xenofobia y ha dificultado aún más la huida de las personas que necesitan protección. Se han quedado atrapadas en las zonas de tránsito o en los países de origen”, ha explicado Patricia Bárcena, directora de CEAR Euskadi.
Venezuela y Colombia, los principales países de los solicitantes
A lo largo de 2020 en España se han realizado 88.762 solicitudes de asilo, un 25% menos que durante el año anterior. Las personas solicitantes proceden en su mayoría de Venezuela (28.365 solicitantes), Colombia (27.576) y Honduras (5.536). Canarias sigue siendo una de las puertas de entrada escogidas por las personas que llegan a España y a Europa en busca de oportunidades. Uno de cada cuatro migrantes que llegó por vía marítima a Europa lo hizo a través de Canarias y, en total, el año pasado llegaron 23.000 personas en situación irregular a la isla. Según los datos aportados por la organización, 850 personas fallecieron tratando de llegar a Canarias, casi la mitad de las muertes que se han producido en el Mediterráneo, un total de 1.417.
En la actualidad, se está procediendo a trasladar a las personas a las que se les ha concedido el asilo a diferentes puntos de la península. A día de hoy en Canarias se encuentran 2.300 personas migrantes acogidas en los campamentos y centros de acogida habilitados, cifra que hace un mes era el doble.
Cuando se les concede la protección internacional hay dos tipos de estatuto: el de refugiado y el de protección subsidiaria. Los dos autorizan a la persona a trabajar por un periodo de cinco años en España. Permiten viajar también por todo el mundo salvo para ir al país perseguidor. La diferencia principal reside en que el refugiado pide el asilo por una persecución personal y la protección subsidiaria se les concede a las personas que tienen un temor fundado de sufrir un daño grave en caso de volver a su país, bien por conflictos armados o porque la situación que se está viviendo en ese momento supone un peligro para sus ciudadanos.
Pero ¿qué ocurre con las personas a las que se les deniega el asilo? “Las personas a las que se les deniega la solicitud quedan inmediatamente en situación administrativa irregular. La propia resolución advierte: 'Tiene usted 15 días para salir del país'. Eso puede dar lugar a poner un recurso contencioso administrativo e iniciar un camino nuevo para poder regularizar, porque la realidad es que la mayoría de los solicitantes de protección no se van. No se van porque siguen siendo personas refugiadas, siguen teniendo temor por ser perseguidas. El Estado no les reconoce como refugiados, pero eso no significa que no lo sean y por tanto no van a volver a su país. Al menos no voluntariamente”, ha señalado Bárcena.
El Estado no les reconoce como refugiados, pero eso no significa que no lo sean y por tanto no van a volver a su país. Al menos no voluntariamente
Según la directora de CEAR en Euskadi, a la hora de solicitar asilo, para ser reconocido como una persona refugiada es necesario acreditar una persecución personal por motivos políticos, religiosos, de género o sexuales. “Tienes que acreditar que has sufrido esa persecución personal y que tu Estado no te protege. Lo habitual es que se diga que no concurre esa persecución o que lo que ha contado el solicitante es inverosímil”, ha explicado.
Preguntada por la situación de los inmigrantes en Ceuta, ha asegurado que desde la organización “están muy pendientes de los traslados porque es una cuestión que han reivindicado mucho, sobre todo con los solicitantes de protección internacional”, que los traslados se realizan no en función de un reparto por comunidades autónomas, sino dentro del sistema de acogida estatal, que existen ofrecimientos por parte de las comunidades autónomas pero que los traslados “no se han producido todavía”. En este sentido, ha confesado no saber “cuánta culpa de esos no traslados tienen el Gobierno español o las comunidades”, aunque ha dicho “inclinarse por que es una cuestión del Gobierno estatal”.
Bárcena ha recordado que “ante la falta de vías legales y seguras de entrada, las rutas se están tornando cada vez más peligrosas”, como se ha visto en Canarias. “Y para las personas refugiadas que han vivido la pandemia aquí, esta situación ha agravado la sensación de desconexión y aislamiento, ya que no disponen de redes de apoyo, lo que causa un gran impacto emocional en ellas”, ha concluido.
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