Cae la noche del miércoles en el aparcamiento de Mendizabala. A pesar de que el reloj marca más de las 21.00 horas, hay un trasiego muy importante. Tres años después, Vitoria va a celebrar nuevamente las fiestas de La Blanca, que tendrán el 25 de julio su aperitivo con el día de los blusas y 'neskak'. Y, tres años después, vuelven las barracas también. Los feriantes de Mendizabala preparan en tiempo récord las atracciones, tómbolas, puestos de comida y estructuras del circo. Hay decenas y decenas de camiones en movimiento o aparcados, algunos de ellos de casi medio siglo y con matrículas antiguas de provincias como Sevilla, Ciudad Real, Jaén, Zaragoza, Valladolid, Bizkaia, Navarra, Asturias, Pontevedra, La Rioja, Lugo, Alicante, Valencia o Murcia. Esos camiones lo mismo esconden una vivienda de temporada -con su antena de televisión y el tendedero incluido- que un cargamento de peluches para sortear en las tómbolas y que los operarios van colgando pacientemente a la espera de que un niño gane la carrera de camellos o acierte alguna prueba de habilidad más o menos trucada. De una de las cajas que van y vienen se ha caído un billete falso de 500 euros que se ha posado en el suelo y que todos los paseantes se acercan a comprobar.
La pista de los autos de choque ya está lista y los bólidos esperan cubiertos con una lona a sus primeros pilotos. Un poco más al fondo, una gran grúa especial de color blanco va subiendo las estructuras de una de las atracción más grandes, una montaña de rusa. Unos barraqueros sevillanos -por las matrículas de sus vehículos- construyen también como si fuera un Lego de infinitas piezas otra atracción similar. Al otro lado del recinto se yergue ya la carpa del circo Holiday, aunque todavía no a su altura definitiva. Es de reluciente color rojo. Hace ya años que, por normativa, este espectáculo no puede exhibir animales. De momento, los de la compañía descansan en 'roulottes' y han montado hasta una piscina portátil circular. La máquina de refrescos ya anuncia latas de cola a euro y medio, el cargamento de vino añejo ya está en la ciudad y un hombre acicalando el comedor de un asador exhibe un par de ristras de ajos, que también son tradicionales en Vitoria en estas fechas.