Vitoria se reafirma en su capitalidad dentro de Euskadi 41 años después de una decisión polémica y pragmática

El próximo 23 de mayo se cumplen 41 años desde que el lehendakari, Carlos Garaikoetxea, estampara su firma en la primera ley aprobada en su historia por el Parlamento Vasco. Brevísima y de artículo único, designa a “Gasteiz-Vitoria” como “sede” del Parlamento y Gobierno vascos “teniendo en cuenta las condiciones de todo tipo que a este respecto ofrece la ciudad de Gasteiz-Vitoria”. Ni se le define como “capital” como hace la Constitución española con Madrid o el Estatuto catalán con Barcelona ni se emplea la denominación oficial del municipio, que fue formalizada años más tarde, en 1983, como “Vitoria-Gasteiz”. Pero, desde entonces, la ciudad ejerce 'de facto' como capital de Euskadi y, aunque en 2021 no es un aniversario redondo, el confinamiento motivado por la COVID-19 en 2020 ha pospuesto al cumpleaños “40+1” las conmemoraciones institucionales, que serán tres. Por un lado, se izará una gran ikurriña en la entrada desde Bilbao, junto a la sede central de la Administración autonómica en Lakua, por otro lado se inaugurará una muestra fotográfica de la historia de estas cuatro décadas alargadas y, finalmente, el alcalde Gorka Urtaran y el lehendakari, Iñigo Urkullu, renovarán el convenio que reportará otros 40 millones a la ciudad en concepto de lo que algunos llaman “canon de capitalidad” y otros, simplemente, compensación por ser la “sede de las instituciones comunes”.

“Efectivamente, la denominación idónea es la de 'sede de las instituciones'. La capitalidad, desde una convicción nacionalista vasca, estaba en Navarra, en Pamplona, por el rango histórico de sus instituciones”, explica Garaikoetxea en una entrevista telefónica con elDiario.es/Euskadi. No fue una decisión pacífica, según admite otro de los 'padres' de aquella operación, Emilio Guevara, diputado general de Álava en el momento de la aprobación del Estatuto. Ambos eran, en aquellos años, dirigentes de referencia del PNV y, por diferentes circunstancias, acabaron alejados del partido 'jeltzale'. Hubo fuertes presiones económicas para hacer de Bilbao la capital, había motivos memorialísticos para que estuviera en Gernika e incluso hubo apoyos para Donostia. Pero la balanza se inclinó por Vitoria por dos factores, ambos de índole pragmática, según cuentan los entrevistados.

Tuve el apoyo de don Manuel de Irujo y de los navarros gracias a la salvaguarda de que, en el supuesto de que se integrara Navarra en una comunidad autónoma conjunta, sería Pamplona la capital

Guevara explica el primero de ellos. La ciudad tenía instalaciones adecuadas para la creación del nuevo aparato autonómico. Un palacete de la década de 1920 que había sido residencia de una acaudalada familia y colegio antes de pasar a manos de la Diputación, Ajuria Enea, se estableció como residencia oficial de la Presidencia y un antiguo instituto fue reformado como Cámara legislativa. Finalmente, Guevara logró que un “proyecto faraónico” en el que se había embarcado la Diputación y que estaba sin inaugurar, un hospital geriátrico en el barrio de Lakua ideado con la premisa de que Vitoria iba a llegar a 400.000 habitantes en el siglo XX, fuese adquirido como gran edificio administrativo. En 2005, la Gaceta Municipal de Vitoria reveló que la decisión final se adoptó tras una visita nocturna al geriátrico. En una entrevista de hace más de 20 años, Guevara hablaba de que algunos de los primeros consejeros le llamaban el “eutanásico”.

Garaikoetxea cuenta el segundo motivo: “Álava tenía una importancia estratégica. Había que afianzar la presencia de las nuevas instituciones en el territorio que requería mayor atención. La adhesión de su ciudadanía al nuevo proyecto era vital”. El acuerdo final lo adoptó el Parlamento Vasco... en Bilbao, en las instalaciones cedidas temporalmente por la Diputación de Bizkaia recién aprobado el Estatuto de 1979. Políticamente, tuvo el aval de los principales partidos, el PNV en Euskadi y la UCD de Adolfo Suárez en España. No se descolgó a última hora el PSE, aunque viniera de postular a Bilbao como mejor opción. El PCE y EE no apoyaron la medida y la izquierda abertzale no participaba en la vida institucional. “En realidad, la decisión la adoptó el PNV en la asamblea nacional celebrada en Pamplona. Tuve el apoyo de don Manuel de Irujo y de los navarros gracias a la salvaguarda de que, en el supuesto de que se integrara Navarra en una comunidad autónoma conjunta, sería Pamplona la capital”, cuenta Guevara. Coincide Garaikoetxea en que si el PNV no hubiera impuesto este criterio, la decisión habría sido muy otra.

En la actualidad, las principales sedes del poder Ejecutivo están en Vitoria. Lakua se ha ampliado, junto a Ajuria Enea hay un nuevo edificio de oficinas adscrito a la Presidencia y hay otros organismos como la academia de la Ertzaintza o la sede central de Osakidetza. El poder Legislativo está asentado en su sede del parque de la Florida. El Tribunal de Cuentas o el Ararteko también trabajan desde Vitoria, aunque no EiTB. El poder Judicial nunca se movió de Bilbao, que es la sede del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco y de la Fiscalía. El Estado ha situado en Vitoria su Delegación, precisamente en un edificio casi pegado a Ajuria Enea. Ninguno de los principales partidos políticos, en cambio, tiene su oficina principal en la capital.

Álava tenía una importancia estratégica. Había que afianzar la presencia de las nuevas instituciones en el territorio que requería mayor atención. La adhesión de su ciudadanía al nuevo proyecto era vital

En realidad, el debate político nunca ha cesado. En 2010, en el trigésimo aniversario, el entonces alcalde de Vitoria, Patxi Lazcoz (PSE-EE), hizo bandera de la campaña “Capital de Euskadi”. Empezó a usar pulseras reivindicativas y no era extraño verle en actos públicos con camisetas con el lema. En este contexto, su homólogo de Bilbao, Iñaki Azkuna (PNV) fue muy duro y negó que Vitoria fuese la “capital”. “Patxi tiene mucha gracia cuando dice que nosotros somos la capital del mundo y Vitoria, de Euskadi. Realmente, Vitoria es la sede de los servicios comunes. De ilusión también se vive”, le afeó el ya fallecido Azkuna a Lazcoz, al tiempo que declinó la invitación a la conmemoración del aniversario porque ese día, en Vista Alegre, toreaba José Tomás: “Tengo que atender a mucha gente en Bilbao porque es un día importante”. En Vitoria no hubo toros, pero sí conciertos de Melendi y Oskorri por la efeméride. Una avenida lleva desde entonces el nombre de “Capital de Euskadi”.

Y llegó Javier Maroto. El PP condicionaba el Gobierno del socialista Patxi López y fue entonces cuando se creó una primera partida de 4,4 millones como 'canon de capitalidad' en 2012. En 2013, Maroto volvió a estrechar la mano del lehendakari, ya Iñigo Urkullu, y configuraron un acuerdo para cuatro años con una cuantía de 5 millones por ejercicio. La imagen se repitió en 2017, aunque con tres novedades. La primera fue que el representante vitoriano era Gorka Urtaran, del PNV, y que defiende la capitalidad con la misma intensidad que sus predecesores. La segunda llegó en los números: el canon se duplicó a 10 millones anuales hasta 2021. Y, la tercera, fue semántica: Urkullu llamó “capital” a Vitoria aunque el convenio de financiación se llame “Promoción de Vitoria-Gasteiz como sede de las instituciones comunes de la comunidad del País Vasco”. En el período 2021-2025, cuyo memorándum se firmará coincidiendo con el aniversario de la entrada en vigor de la ley de 1980, se repetirá la cantidad.

Al margen de este acuerdo político, que podría ser derogado si cambiasen los intereses de futuros gobernantes, Vitoria no tiene los estatutos de capitalidad de los que gozan por ley Mérida en Extremadura (promulgado en 2015) o Santiago de Compostela en Galicia (en 2002), dos ciudades que tampoco son las más pobladas de sus respectivas regiones. No obstante, la financiación actual que recibe es mucho mayor. Los 10 millones anuales, o incluso los 4,4 de inicio o los 5 de la segunda fase, son muchos más que los 2 millones que reciben las arcas emeritenses o los 2,3 millones de las compostelanas. También por habitante los vitorianos salen mejor parados: el gasto 'per capita' es de 35 euros en Mérida (unos 57.000 vecinos), de 24 en Santiago de Compostela (96.000) y de 40 en Vitoria (250.000).

¿A qué destina ese dinero la ciudad? Según el acta de la comisión de seguimiento del convenio de colaboración entre el Gobierno autonómico y el Ayuntamiento de Vitoria, celebrada el 26 de noviembre de 2020, el pasado año se atendieron gastos generales derivados del consumo y reparaciones del alumbrado público, del mantenimiento de vías e infraestructuras, de la limpieza urbana, del transporte público, de seguridad y, singularmente, algunas partidas extraordinarias por la COVID-19. Asimismo, se cubren el 81,3% (hasta un millón de euros) en obras en el espacio público de la ciudad tales como la calle del Médico Tornay, la plaza del Hospital, el aparcamiento de Ariznavarra, las obras del tranvía desde Trianas hasta Salburua, reposición del arbolado y otras “infraestructuras verdes” y el propio Anillo Verde o eliminación de barreras arquitectónicas. Finalmente, se cubre el 67,62% (hasta 2,25 millones) de otro paquete de inversiones como la reforma del entorno del nuevo Memorial de Víctimas del Terrorismo, el palacio de congresos Europa, el centro de mayores de San Martín, el centro cívico de Salburua, el cementerio de El Salvador, así como otras instalaciones y carriles-bici. Hay también dinero del canon destinado a la implantación del BEI (Bus Eléctrico Inteligente) y a las denominadas 'supermanzanas', consistente en el calmado de tráfico en las calles interiores de los barrios.

elDiario.es/Euskadi

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