Aún quedan en pie una veintena de ellos. Los hornos tradicionales de Magacela han servido durante siglos para cocer la cal. También para dar forma a las tejas.
Son testigos privilegiados de la historia de la industria tradicional de Extremadura, y sirvieron para levantar los edificios de toda la comarca de La Serena.
Siguen en pie a pesar de su antigüedad. La primera referencia documental que nombra a los hornos es de la segunda mitad del siglo XVI, concretamente en el año 1564, con motivo de la ampliación de la capilla de la Iglesia de Santa Ana, en el castillo. Para los hornos de teja hay que remontarse hasta el siglo XVII.
Estas joyas de la historia de Magacela y sus gentes están documentadas en un libro, “Arqueología y Arquitectura Industrial de los hornos de cal y tejas de Magacela”. La publicación, editada por la Imprenta de la Diputación de Badajoz, es obra de Alonso Gutiérrez Ayuso.
El libro recoge la historia y el funcionamiento de los hornos de cal y teja hasta la década de los 70 del siglo XX, cuando dejaron de funcionar al irrumpir en el mercado el cemento. Antiguamente, de la cal que se elaboraba en los hornos y al mezclarla con agua, resultaba una masa que se utilizaba para compactar las piedras, ya que no existía el cemento.
Su autor pone de manifiesto que se trata de uno de los conjuntos más importantes de arquitectura industrial tradicional de toda la Península Ibérica, pudiéndose otorgar a este entorno la categoría de excepcional legado antropológico y etnográfico.De hecho, como señala él mismo, son un patrimonio vivo.
El municipio de Magacela ha solicitado la Declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) para los más de 20 hornos de cal y teja con los que cuenta la localidad y en torno a los cuales, dado su buen estado de conservación, se diseñarán una serie de rutas para que puedan ser visitados.
Así se están diseñando una serie de rutas para que los hornos puedan ser visitados por las personas que lo deseen, las rutas se podrán conocer en la web www.magacela.com/hornos.
Según recoge esta página, con la documentación detallada del autor, la industria de la cal de Magacela pervive hasta finales de los años 60 y principios de los 70, abandonándose la producción por la aparición de los nuevos materiales de construcción, como el cemento, y la reducción del beneficio económico para esta industria artesanal.