Pepe Viyuela regresa a Mérida y eso es todo un acontecimiento en un Festival de Teatro que lo ha recibido ya en siete ocasiones. En esta ocasión se mete en la piel de Estrepsíades, un padre de familia ahogado por las deudas del holgazán de su hijo, al que precisamente interpreta Samuel Viyuela. En lugar de hacer frente a sus obligaciones decide aprender retórica para convencer a los acreedores, a través de engaños y medias verdades, de que en realidad no les debe nada.
Es el argumento de 'Las Nubes' de Aristófanes, que Paco Mir ha mantenido en esta adaptación que se representará hasta el domingo en la capital extremeña. Aunque mantiene la trama, Mir ha feminizado y simplificado la obra, e introducido gags y bromas contemporáneas para hacer comprensible el texto. Esta versión lleva al espectador a los días previos a la inauguración del Teatro Romano de Augusta Emerita con personajes interpretados por Mariano Peña, Cristina Almazán, Paqui Montoya, Amparo Marín, Moncho Sánchez-Diezma y Manuel Monteagudo.
'Las Nubes' de Aristófanes es una comedia, el género estrella del Festival de Mérida en esta 69 edición. De hecho, es el segundo texto del autor griego que se representa este verano. ¿Qué se van a encontrar las personas que vean la obra?
Se van a encontrar una comedia en la que se combina lo clásico con lo más contemporáneo. De eso se ha encargado Paco Mir, que es el autor de la versión y de la dirección. Se trata de un ambiente estético muy a lo clásico porque es una emulación de lo hemos visto habitualmente en las obras grecorromanas. Lo que hemos intentado es hacer una obra en la que la gente se ría, que se lo pasen muy bien, que salgan con una sonrisa puesta. También hay mucha música y una propuesta estética interesante en la medida en que no es ambiciosa ni pretenciosa, sino sencilla. Tanto visualmente como desde el punto de vista conceptual y de entretenimiento la función no tiene desperdicio. Yo me lo he pasado muy bien haciéndola, hemos podido contrastar con el público y nos hemos dado cuenta de que lo que pretendíamos lo hemos conseguido, que es hacer reír a la gente y que se queden alguna idea en la cabeza para ir dándole vueltas cuando vuelvan a casa.
Ese mensaje que se propone a través de la comedia es una advertencia: que estemos alerta porque siempre hay quien nos intenta persuadir con engaños y argumentos falsos.
Estrepsíades, mi personaje, tiene problemas con los acreedores, debe mucho dinero por causa de las golferías de su hijo. Es muy amante del dinero y no desea pagar sus deudas, entonces quiere aprender a engañar y a estafar de manera, digamos, legal, que no le puedan meter en la cárcel por no devolver el dinero. Por lo tanto estamos hablando de temas de corrupción, engaños, de mentiras... De todo eso seguimos participando en la sociedad actual. Eso sí que da que pensar. Es un tema que, aparte de lo que te puedas reír, ya digo que puedes volver a casa pensando cuáles son los sofistas de hoy, quiénes son los que me están intentando engañar o cuántas veces yo utilizo también el lenguaje y las artimañas para intentar engañar a otros o escamotear impuestos y dejar de pagar determinadas cosas... El tema es de absoluta actualidad.
Llevamos varias elecciones en las que la palabra se ha intentado utilizar con una intención demagógica y populista para camuflar la verdad
Escuchándole parece imposible no pensar en la campaña electoral del 23J por los bulos, medias verdades y falsedades, sobre todo de algún candidato.
Es inevitable hacer esa lectura. Tenemos en la cabeza todo lo que nos pasa y y llevamos una serie de elecciones encadenadas que nos han hecho asistir a escenas en las que la palabra se ha intentado utilizar con una intención claramente demagógica y populista para camuflar la verdad. En ese sentido creo que la función también va a incidir y a provocar en la mente del espectador reflejos de momentos muy cercanos y muy cotidianos, no solo de España, por la cantidad de farsantes que hay intentando llevarnos al huerto.
Su posicionamiento y compromiso político son conocidos. ¿Diría que tras las elecciones generales del domingo hay una España mejor que la que se intuía?
Creo que sí, yo estoy contento. Primero: de nuevo España ha votado de una forma serena, hemos acudido masivamente a las urnas, ha habido una participación alta, y a mi juicio, porque no escondo mi ideología, es tranquilizador el hecho de que no exista en el horizonte inmediato la posibilidad de que la extrema derecha participe del Gobierno de la nación. Era algo que nos preocupaba a muchos y que afortunadamente no va a ocurrir. Desde luego es algo que a mí me hace sentir más tranquilo, pero hay que seguir trabajando y seguir construyendo una sociedad en la que todos los logros sociales y de libertades que vamos consiguiendo no se vean chafadas. Hay que seguir trabajando cada día en la democracia, no es algo que se alcance y después uno pueda descuidarse. Y el resultado de las elecciones ha sido un paso en ese sentido y ahora se abre un período interesantísimo en el que hablar, conversar, negociar... La política es el arte de la negociación, las mayorías absolutas terminaron ya hace unos años en el ámbito estatal. Además, el hecho de que los gobiernos sean diversos y estén compuestos por distintas corrientes enriquece el debate y abre más posibilidades.
'Las Nubes' de Aristófanes habla también sobre la complicada relación entre padres e hijos. ¿Cómo pueden ser temas tan a la orden del día 20 siglos después?
El ser humano ha evolucionado, ha cambiado mucho en lo que tiene que ver con la tecnología, con los avances científicos, con ese tipo de conocimiento. Pero hay un conocimiento de nuestros sentimientos, de nuestra humanidad, más digamos esencial, que no ha cambiado, seguimos sufriendo por las nuevas cosas, seguimos teniendo las mismas ambiciones y los mismos deseos. Por eso es tan importante volver a los clásicos constantemente porque ellos han pasado ya por cosas por las que vamos a seguir pasando mientras la humanidad exista y es bueno ver esos puntos de vista. Por un lado es triste porque creo que hemos seguido cometiendo los mismos errores, pero por otro es hermoso ver que seguimos con los mismos cuestionamientos que ya tenían nuestros antecesores en la historia.
¿Tan difíciles son las relaciones familiares?
Como todas las relaciones. Lo que pasa es que las relaciones familiares y entre padres e hijos tienen muchas particularidades porque uno es padre desde el momento en el que el hijo nace, pero tiene que aprender a dejar de serlo de alguna manera o ir adaptándose a las circunstancias a medida que va pasando el tiempo. No se debe ser padre de la misma manera con una persona de cinco años que con alguien que ya es mayor de edad, ¿no? Las alas ya han aparecido en esa persona y hay que respetar la libertad, y a veces hay padres que no saben, o no sabemos, retirarse a tiempo u ocupar el espacio que debemos ocupar. Es un tema clásico, que ha pasado siempre. No sé si las relaciones entre padres e hijos son complicadas, en algunos casos sí, pero desde luego siempre son interesantes y satisfactorias.
Comparte escenario con su hijo, Samuel Viyuela, que precisamente hace de su vástago, y ha reconocido que la creación de este personaje ha sido más sencilla precisamente por eso.
Hombre, tenemos mucha complicidad, como no puede ser de otra manera. Él lleva toda su vida conmigo, hace ya muchos años que se fue de casa, pero existe esa base y, además, creo que le añade un plus de curiosidad que seamos padre e hijo también en la vida en la vida real. Hay muchas relaciones entre los personajes que no tienen nada que ver con la nuestra, como esa traición o revuelta que tiene Hipocomiso contra su padre al final de la función. En nuestro caso no se ha producido, afortunadamente, pero sí que alimenta la posibilidad de que el actor se nutra de la experiencia personal de ser padre e hijo.
Es triste ver que cometemos los mismos errores, pero también es hermoso comprobar que seguimos con los mismos cuestionamientos que ya tenían nuestros antecesores en la historia
En la versión que vamos a ver de 'Las Nubles' se ultiman los detalles para la inauguración del teatro de Augusta Emérita (Mérida) y los espectadores asisten al ensayo de la primera función que se va a desarrollar en él. ¿Cómo se imagina que fue ese primer día del Teatro Romano de Mérida?
Debió de ser un acontecimiento muy relevante en aquella ciudad. Emérita Augusta era una ciudad de alto nivel, a la que venían a vivir y a retirarse gente de la alta sociedad romana. No en vano todas las construcciones, los acueductos, los puentes, las calzadas, el propio teatro, el circo dan testimonio de una ciudad opulenta. Entonces me imagino que aquello tuvo que ser un acontecimiento en el que debieron echar el resto, fastuoso, increíble. Esas reconstrucciones de cómo debió ser el teatro con aquel tendido, las gradas, el colorido, las estatuas... Me hubiera gustado mucho participar en aquello pero, como no se puede, jugamos al teatro y nos remontamos a aquel momento para emularlo y para divertirnos. El arte del teatro también es ser capaz de viajar con la imaginación en el tiempo, en el espacio y por el interior de las personas.
Usted es uno de los actores que más veces ha participado en el Festival de Teatro de Mérida, ¿lleva la cuenta?
Pues yo diría que son siete, pero no las he contado. Desde 1999, que vine por primera vez, hasta hasta hoy creo que han sido un total de siete espectáculos en los que participado.
Le he preguntado porque es uno de los actores más queridos en esta ciudad, que se vuelca cada vez que viene, y porque si hay algo que repiten las actrices y actores que participan en el Festival es la emoción y la energía que sienten al actuar en el Teatro Romano.
Mérida desde el primer momento supuso una llave de conocimiento de la propia ciudad y de Extremadura. A partir de mi llegada a Mérida empecé a interesarme por el resto de la comunidad y a darme cuenta de la variedad que existía. De hecho fue el motivo por el que años después compramos un terreno para ir construyendo una casa en La Vera, con lo cual de algún modo tengo muchos vínculos emocionales, incluso diría que ya también de carácter ciudadano con Extremadura. Mérida hizo, el Festival de Mérida concretamente, que me enamorara de toda Extremadura. Y claro, al venir tanto he ido conociendo gente y haciendo amigos repartidos en muchos sitios de aquí, vinculados al teatro en algunos casos, y en otros no. Cada vez que veo una noticia desde Madrid relacionada con Extremadura la leo como si estuviera viviendo ya aquí y no descarto en un futuro cuando me jubile, que no estará lejos, que Extremadura sea el lugar elegido para terminar mis días.