El yacimiento extremeño del Turuñuelo saca a la luz los primeros rostros humanos de Tarteso

Santiago Manchado

Guareña —
18 de abril de 2023 13:17 h

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El yacimiento de Casas del Turuñelo (Guareña, Badajoz) es como un pozo sin fondo que no para de dar alegrías a los arqueólogos que llevan casi un década excavando y dando luz a la misteriosa cultura de Tartesos. La quinta campaña de excavaciones concluirá en unos días pero este martes se ha dado a conocer un hallazgo sin precedentes: los primeros rostros de esta civilización.

Los arqueólogos han hallado las primeras representaciones humanas de las que se tiene constancia, que podrían ser del siglo V a.C. Se trata de cinco relieves figurados, dos de ellos se encuentran casi completos y corresponden a sendas figuras femeninas adornadas con destacados pendientes o arracadas que representan piezas típicas de la orfebrería tartésica. Junto a ellas se han recuperado otros fragmentos de relieves, que pertenecen, al menos, a otros tres individuos, uno de ellos identificado como un guerrero al conservarse parte del casco.

Los directores de la excavación del Turuñuelo, Esther Rodríguez y Sebastián Celestino, ha subrayado lo “extraordinario” de este hallazgo porque supone un “profundo cambio de paradigma en la interpretación de Tarteso”, que hasta ahora se había considerado una cultura anicónica por representar la divinidad a través de motivos animales o vegetales, o a través de betilos (piedras sagradas).

“En cierto modo cambiará la lectura de la historia del arte porque se comprueba que sí había representaciones figuradas” en esta civilización, ha destacado Rodríguez, que ha explicado que, además de “poner rostro con una belleza seguramente idealizada” a la cultura, se podrá conocer cómo portaban las joyas, interpretar el uso de la orfebrería, saber qué personas las llevaban... Los rostros femeninos llevan piezas de oro que solo se conocían a través de los hallazgos realizados en enclaves como el yacimiento de Cancho Roano (Badajoz) o dentro del conjunto que conforma el tesoro de Aliseda, un ajuar funerario tartésico hallado en Cáceres.

Diosas o mujeres importantes

Las esculturas salieron a la luz el pasado marzo y ahora comienza un arduo trabajo de investigación. Este miércoles se desplazarán hasta Casas del Turuñuelo técnicos del Instituto de Geología Aplicada para conocer la piedra con la que se elaboraron y la procedencia, si el material pertenece a canteras cercanas o se trajo de fuera. Después se tendrán que consolidar, restaurar y limpiar y el Instituto del Patrimonio Cultural de España será el encargado de analizar las piezas.

Cada hallazgo abre nuevos interrogantes y estos “nos han complicado la vida en cuanto a su interpretación”, ha admitido la codirectora de las excavaciones. En este caso, la calidad técnica y el detalle artístico de los rostros femeninos -los que mejor se han conservado- podría deberse a que se trata de dos divinidades femeninas del panteón tartésico, sin embargo, los investigadores no descartan que se trate de personajes destacados de la sociedad tartésica.

Por ahora solo han aparecido las cabezas pero no se descarta que en las próximas intervenciones puedan aparecer los cuerpos y conocer incluso cómo vestían. En cualquier caso el hallazgo “no hace sino incidir aún más” tanto en la importancia del yacimiento como en la transcendencia de la cultura tartésica en el valle del Guadiana durante sus últimos momentos, según el CSIC.

Casas del Turuñuelo, que se excava desde 2015, supone el mayor hallazgo arqueológico de los últimos años en España y confirma el fin de esta civilización, la primera de Occidente, hace 2.500 años en el valle del Guadiana. Se trata del edificio protohistórico mejor conservado del Mediterráneo occidental, pues subsisten sus dos plantas, con seis metros de altura, en adobe sobre cimientos, lo que lo convierte en un caso de estudio excepcional y complejo que está aportando una información arqueológica desconocida e inédita“.

Un edificio por descubrir

Los trabajos se han centrado en esta campaña en el sector Este del yacimiento para intentar localizar la fachada del edificio. Al ser construcciones que siguen un patrón oriental, habitualmente se orientan hacia el este, es decir, hacia la salida del sol. Durante la búsqueda del acceso principal es cuando han aparecido las esculturas con rostros humanos.

El yacimiento es singular por muchos aspectos, fundamentalmente, por su excelente estado de conservación, que se debe, entre otras razones, a que conserva sus dos plantas constructivas, es decir, por la posibilidad de caminar tanto por el piso superior como por el inferior. Esto ha permitido documentar técnicas constructivas y soluciones arquitectónicas que no se habían documentado en un yacimiento tartésico. Un ejemplo es la posible existencia de una bóveda que cubría una de sus estancias principales o el uso del mortero de cal, en este caso, para fabricar los sillares de los peldaños inferiores de la escalera.

Además de los elementos arquitectónicos, como la conservación de alzados de adobe de hasta cinco metros de altura, es significativo el sacrificio masivo de animales, el más grande que se ha documentado en el Mediterráneo occidental.

Por otra parte, los materiales que atesora y el estado de conservación de los mismos también son excepcionales: la presencia de una escultura de mármol procedente del monte Pentélico, del que solo se tienen los pies, o el conjunto de vidrios de origen macedónico, junto a la colección de marfiles etruscos, evidencian la riqueza cultural y material de este singular enclave.

El codirector de las excavaciones, Sebastián Celestino, calcula que aún queda un 70% del yacimiento por excavar, por lo que se esperan aún que este enclave, que es Bien de Interés Cultural y que se encontraba en una finca privada que tuvo que expropiar la Junta de Extremadura, depare aún muchas sorpresas y sobre todo muchas respuestas sobre Tartesos.