Son solo 300 habitantes pero es tal el enfado que tienen los vecinos de Vegas Altas, un pueblo de colonización en la provincia de Badajoz, que podrían ser los 300 espartanos que lucharon junto a Leónidas en la batalla de las Termópilas. No temen que el enfrentamiento que van a iniciar sea contra un ejército persa, Don Benito y Villanueva de la Serena, dos ciudades que juntas suman alrededor de 67.000 vecinos, y que han decidido que el núcleo de población resultante de su fusión se llame igual que su localidad. Y no están dispuestos a permitirlo.
Vegas Altas es una pedanía de Navalvillar de Pela creada el 1958 al albor del Plan Badajoz. Por lo tanto, está rodeada de cultivos de regadío, principalmente arroz, maíz y tomate, que se encuentra muy cerca de la peligrosa carretera N-430, hilvanada por decenas de empresas agroindustriales. Pero como muchos otros pueblos en de esta comarca pacense que le da nombre está sufriendo las consecuencias de una sequía furibunda que ha obligado a 'racionar' el riego, lo que ha supuesto que en muchos terrenos no se haya podido sembrar en esta campaña.
Pero por si esto fuera poco, los vegasalteños tienen ahora que defender “su nombre, su identidad y su historia”, como explica Jacinta Murillo, que a mediodía de este jueves limpiaba la terraza del bar que gestiona su hija. La indignación es absoluta por el robo que Don Benito y Villanueva anunciaron el miércoles: el nombre de su fusión será Vegas Altas tras el fracaso de los topónimos propuestos por la comisión de expertos. ¿Es posible si ya existe una localidad con ese denominación? Según los ayuntamientos, el nombre oficial del pueblo de colonización es Vegas Altas del Guadiana, algo que sus vecinos niegan de forma rotunda. Pero es que, además, los alcaldes de las ciudades que se van a unir se escudan en que Vegas Altas es una pedanía y, por lo tanto, sin entidad jurídica propia. No hay problema.
Esta explicación ha enfadado aún más: “Somos Vegas Altas de toda la vida, un pueblecito que antes muchos decían que no conocían, pero mira como ahora se acuerdan de nosotros, mira cómo Hacienda sí nos conoce”, cuenta Jacinta que, un día después de conocer la decisión de dombenitenses y villanovenses, no sale de su asombro por la estrecha relación que une a Vegas Altas con las dos ciudades: “Vamos a todo allí, a médicos, a compras, al hospital... Estamos a 40 kilómetros y nos conocen de sobra”.
Jessica Sánchez trabaja en la tienda de alimentación del pueblo y considera que es un “desprestigio” la decisión que han hecho pública los portavoces de los grupos municipales de Don Benito y Villanueva “porque hay millones de nombres y se han ido a fijar en el que ya estaba cogido”. Teresa vive en Vegas Altas pero es de Villanueva de la Serena, aunque eso no resta indignación a su discurso: “Legalmente lo podrán hacer pero ¿dónde queda la moral? Vale que somos pedanía pero si nos quisiéramos independizar de Navalvillar ya no podremos seguir siendo Vegas Altas. Adiós de un plumazo a 63 años de historia”.
Diana Fernández trabaja en el pueblo pero reside en Don Benito y advierte de que con las polémicas surgidas por el topónimo -antes se barajaron Concordia y Mestas del Guadiana- “están logrando que quienes votamos a favor de la unión cambiemos de opinión porque no son las maneras y se van a llevar por delante a un pueblo con poca historia y al que siempre le ha costado explicar quién es y dónde está”. Además, esta gestora cultural cree que si el nombre elegido hubiera sido 'Vegas Altas del Guadiana', “la gente habría estado incluso orgullosa de que se hubiera cogido un poquito de ellos para un proyecto tan importante”.
Como sucede en muchas localidades rurales, en los meses de verano se llenan de vecinos que tuvieron que emigrar y de visitantes. Algunos de ellos sin vinculación familiar pero que prefieren la tranquilidad y la vida de los pueblos en julio y agosto. Es el caso de Francisco, un madrileño que desde 2003 tiene una segunda residencia en Vegas Altas y que regresó al pueblo el mismo día de la polémica. A su juicio, la decisión hecha pública el miércoles supone “hacer que desaparezca la historia y el pueblo, y convertirlo en un código postal, que es 06731. ¿Dónde van a ir ahora los paquetes, dónde te va a dirigir el GPS?”.
En el Hogar del Pensionista también se habla de lo mismo. “No están robando, pero si esos illuminati se creen que nos van a quitar el nombre, que se vayan preparando”, sostiene Ángel Gómez al otro lado de la barra mientras que José Risco, recientemente jubilado, le da la razón: “No es justo que nos quiten lo que es nuestro, ¿es que no sabían que existíamos?”.
El alcalde delegado, Francisco Rafael, tampoco esconde su malestar por una decisión que considera una “traición”, puesto que los regidores de Villanueva y Don Benito también son del PSOE y ni siquiera le informaron del topónimo con el que querían llamar a la que será la tercera ciudad de Extremadura. “Los vecinos estamos juntos en esto y vamos a llegar hasta el final”, advierte. Los pasos que seguirá Vegas Altas para seguir siendo Vegas Altas se van a tomar en una junta vecinal, pero ya hay algunas propuestas sobre la mesa, como cortar la carretera N-430 con tractores o desplazarse hasta las dos ciudades “para hacer todo el ruido que haga falta”.
Mientras, la vida sigue en Villanueva de la Serena y en Don Benito con críticas menos airadas al topónimo que las provocadas por las propuestas de las expertos, pero aún preguntándose qué tendrá de malo llamarse Don Benito-Villanueva.