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Colectivismo individualista

Diferentes personas cruzan por un paso de peatones en la calle Colón de Valencia

Alicia Díaz

Unas de las creencias más arraigadas históricamente en el movimiento feminista y en cualquier ideología de izquierda es la de idea de colectividad. La colectividad ha sido fundamento de los logros sociales más importantes contribuyendo al avance democrático. 

Podemos mencionar movimientos políticos como el de los trabajadores, siendo el societarismo la primera forma organizativa del movimiento obrero basado en las sociedades de resistencia y de ayuda mutua, algo que supuso una amenaza para los gobiernos capitalistas obligando a los grupos organizativos a la clandestinidad. 

Otra de las revoluciones del siglo XX fue la lucha por el derecho al voto femenino iniciada por las partidarias sufragistas que terminó ocasionando cambios importantes en los países desarrollados teniendo una enorme trascendencia en el ámbito social, político y económico. El derecho a voto fue posible gracias a la organización colectiva de las mujeres que estaban excluidas de un derecho negado por los gobiernos teniendo éste un carácter reformista. 

El colectivismo es contrario al individualismo pero no lo es a la individualidad. La individualidad permite el desarrollo personal, intelectual y emocional del ser humano, actúa como bisagra indispensable para la emancipación y la autonomía en búsqueda de la libertad; la individualidad es el primer paso hacia la toma de conciencia y el camino hacia el entendimiento del colectivo. La colectividad no está sujeta a una forma, sino que se ha ido adaptando a los individuos según el momento histórico nacido de la lucha conjunta por la existencia en la sociedad primitiva basada en la propiedad comunal. El dominio del individualismo, debido al poder de la propiedad privada sobre los medios de producción, desplazó al colectivismo hasta que más adelante el proletariado engendró otra forma de colectivismo de la que se convirtió portador.

El individualismo proviene de la salvación individual planteada por la religión cristiana durante el Medioevo, pero fue drásticamente modificada por la ideología imperante durante la Revolución Industrial, por lo que pasó a ser una pieza más en el mundo propuesto por el capitalismo.

Muchas personas buscan en el  individualismo el formato ideal como forma de vida en búsqueda de la felicidad. El sociólogo y filósofo Zygmunt Bauman, tras 70 años de estudios sobre la sociedad del individuo, asegura que es falsa la idea de que el individualismo lleve a la felicidad. La felicidad no significa una vida ajena a los problemas, consiste en la superación de los mismos resolviendo sus dificultades.

Las personas capacitadas en independencia pierden su capacidad para negociar la convivencia con otras al estar privadas de habilidades sociales. Las habilidades sociales son agotadoras (por eso se renuncia a ellas) ya que supone negociación, debate, recreo, aceptación, discusión y profundidad; el individualismo anula de esta manera la capacidad de convivir. En la sociedad socialista, el colectivismo se convierte en un principio inherente a todas las capas de la población, entra en el código moral del constructor del comunismo. Bajo el socialismo, el colectivismo es expresión de relaciones de producción socialistas; tiene como base social la propiedad colectiva de los medios de producción, la ausencia de toda explotación del hombre por el hombre y, como base política, la igualdad de derechos de todos los ciudadanos.

Actualmente el concepto de colectividad también ha sido modificado en su esencia debido a la proliferación y asentamiento del neoliberalismo capitalista. No es raro ver grupos de lucha sociales con comportamientos individualistas que son aceptados como propios de los movimientos comunitarios. Por eso el colectivismo no avanza, porque ha sido sustituido por una mentalidad individualista ad hoc.

De la misma manera que apuntamos que el concepto “feminista radical” o el término “liberal” ha sido adulterado y transformado, podemos añadir lo mismo al expresar “colectividad”. La colectividad presenta dudas en cuanto a si los individuos que forman parte de la comunidad pueden quedar subyugados a las necesidades del otro desdibujando su identidad. Pero esto no es del todo cierto, el colectivismo tiene la responsabilidad política y social de remar en dirección al bien común. El derecho al aborto es un bien común, aunque el individuo de una comunidad no lo comparta; de la misma forma que es un bien común la reforma laboral o la abolición de la prostitución. La izquierda debe sostener una mirada internacionalista para hacer política de manera que la idea de colectivo sea subyacente a ella.

La idea del colectivismo es principalmente la toma de conciencia del individuo cuyos valores éticos y morales contribuyen a la convivencia en comunidad a través del compañerismo, la camaradería y la acción social. La colectividad, actualmente, ha perdido el horizonte debido a la segregación de grupos diversos que son cada día más numerosos.

En una sociedad individualista los colectivos tienden a establecerse en parcelas separadas en búsqueda de sus propios objetivos sin tener en cuenta las necesidades de los otros grupos. No hay diálogo, ni comunicación, ni sentido de camaradería real; existe endogamia, acomodamiento y deseo personal compartido por otros individuos con los mismos anhelos. La colectividad no puede utilizarse como caja de deseos, sino como una forma de lucha por los derechos. La colectividad no tiene un fin lucrativo ni debe hacerse negocio escudándose en su libre interpretación. El colectivismo no anula la individualidad, más bien trata que el ser humano pueda desarrollar sus facultades a través de la colectividad para su completa liberación. Eso sí, la colectividad bien entendida, claro.

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