Quién era el general Yagüe, el ‘carnicero’ de Badajoz que ha recuperado una calle en Oviedo
La ciudad de Badajoz y el nombre del general Yagüe están vinculados desde hace 84 años con la entada de las tropas franquistas en la ciudad.
Las crónicas internacionales de los corresponsales desplazados allí narraron uno de los capítulos más macabros de la guerra civil. La matanza de Badajoz conmocionaba al mundo entero con unos hechos que le han valido el sobrenombre del ‘carnicero de Badajoz’ por su crueldad y el modo en que aplicó el terror.
Paseos, asesinatos y desapariciones se repitieron aquellos días a través de ejecuciones constantes. Tras la represión inicial el terror se prolongó con el barniz ‘pseudolegal’ de los consejos sumarísimos de guerra.
Posiblemente Badajoz sea la ciudad española que, en relación con su población, sumó un mayor número de personas asesinadas a consecuencia del golpe militar y la represión franquista. 'La Columna de la Muerte', de Francisco Espinosa, documenta hasta 1.500 personas víctimas de la represión en el mes de agosto de 1936, con nombres y apellidos. Los historiadores piensan que la cifra se duplicó, pues muchos nunca fueron registrados.
El rastro de Yagüe ha desaparecido casi por completo del callejero de las ciudades españolas. Sin embargo en Asturias seguirá un proceso inverso y volverá a estar presente en una de las vías más céntricas de la ciudad.
El gobierno local del tripartito -PSOE, IU y Somos- en Oviedo eliminó el nombre del general franquista durante la pasada legislatura. Será de nuevo renombrado después de que el Tribunal Superior de Justicia de Asturias haya estimado parcialmente una denuncia en contra.
La sentencia ha llegado ahora, con la nueva corporación de PP-C’s, que ya ha adelantado su interés de dejar a Yagüe allí, en una vía que curiosamente alberga a la Fundación Princesa de Asturias.
El carnicero de Badajoz
Juan Yagüe Blanco (1891/1952) era un militar africanista que desarrolló parte de su carrera en la zona del Marruecos ocupado por España y formó parte del cuerpo de la Legión. El historiador Ángel Olmedo explica que tuvo un papel destacado en la represión contra los mineros asturianos (Revolución de Asturias, 1934), donde ya daría muestra de sus tácticas sangrientas contra los mismos.
Conspirador contra el gobierno de la II República, participó en el golpe de estado del 17 y 18 de julio de 1936, pasando luego a dirigir la “Columna Madrid” que partiría desde Sevilla para ocupar la provincia de Badajoz. Tras la guerra fue ministro con Franco y desempeñó diferentes cargos durante la dictadura.
En Extremadura se unificaron tres columnas compuestas por unos 8.000 hombres. El entonces comandante jefe de la columna llegó a Badajoz el 14 de agosto de 1936 con la idea de hacerse con un puerto estratégico para su avance hacia Madrid.
Para ellos la ocupación de la plaza de Badajoz suponía asegurar la retaguardia con la frontera portuguesa, cuya dictadura apoyaba a los sublevados y la unión del ejército del sur con el del norte, que ya controlaba la provincia de Cáceres.
Tanto los historiadores como las crónicas de los corresponsales extranjeros narran una cruenta matanza sin parangón en Badajoz. Así lo reflejó el periodista portugués Mario Neves, que describe de aquél agosto del 36 la presencia de una columna de humo en constante combustión. Era el modo en que los golpistas pretendían deshacerse de los cuerpos de las personas que estaban siendo ajusticiadas.
Desde la vecina localidad portuguesa de Elvas, al otro de lado de la frontera, Neves contaba con ‘pavor y desolación’ la eliminación de toda persona sospechosa de ser simpatizante o afín a los valores de la República. El cronista pudo preguntar a Yagüe en primera persona sobre la matanza y la existencia de al menos 2.000 muertos, ante lo que este le espetó: «No deben ser tantos...», no negando la masacre en ningún momento, según cuenta.
“Acabo de presenciar tal espectáculo de desolación y de pavor que tardará en borrarse de mis ojos”, comienza su crónica publicada el mismo día 15 de agosto (Diário de Lisboa). Neves ve banderas blancas en casi todas las ventanas y las calles destrozadas. Narra un aspecto desolador.
“Hace diez horas que la hoguera arde. Un olor horrible nos penetra en la nariz a tal punto que casi nos revuelve el estómago. Se oye de vez en cuando una especie de crepitar siniestro de la madera. Ningún artista, por genial que fuera, sería capaz de reproducir esta impresionante visión dantesca (…). En el fondo, en un agujero cavado en la tierra se encuentran, sobre travesaños de madera transversales, semejantes a las que se usan en las líneas férreas, en una extensión tal vez de cuarenta metros, más de 300 cadáveres, en su mayoría carbonizados”.
La columna de la muerte
El historiador Francisco Espinosa cuenta cómo la toma de la ciudad por parte de los franquistas vino acompañada de una represión absoluta, con matanzas perpetradas en todas las calles, la plaza de toros o el campo.
A modo de ejemplo Espinosa se refiere a un testimonio directo de los hechos, un ganadero de Salamanca, favorable al golpe, que llegó a la ciudad en plena recogida de muertos en agosto de 1936: “Estuvieron recogiendo cadáveres tres días y para hacer menos viajes en los camiones los colocaban de pie”.
Ángel Olmedo, autor de 'Tras la huella de la memoria histórica en Extremadura (1936-2019)', apunta a asesinatos masivos a manos de las tropas rebeldes y apoyados por los falangistas locales. Incide en que nunca se conocerá el número exacto de víctimas, pues ni hubo investigación oficial ni la mayoría de estas muertes fueron inscritas en el registro civil.
Los testigos internacionales de la masacre han sido fundamentales para reconstruir lo ocurrido y mostrar la atrocidad con la que actuaron los franquistas. Olmedo señala a otros corresponsales internacionales como René Brut (de la Casa Pathé Journal), quien grabó y sorteó la censura de los franquistas para sacar fuera de España las famosas imágenes grabadas sobre Badajoz. Entre ellas, las escenas de numerosos cuerpos, ya sin vida, en el cementerio de San Juan o el cementerio viejo.
“Muchas personas intentaron huir al país vecino, pero las autoridades portuguesas devolvieron buena parte de estos refugiados a los franquistas para ser fusilados, como fue el caso del alcalde Sinforiano Madroñero o del diputado Nicolás de Pablo, entre otros. Hombres, mujeres, cualquier sospechoso de simpatizar con la República, fueron víctimas de estas matanzas”.
Cuenta el activista y escritor Manuel Cañada, en un artículo publicado en este diario, que Julián Zuzagagoitia, que por entonces era ministro de la Gobernación, narraba la ‘verbena’ de sangre de la siguiente forma: “Cientos de prisioneros fueron llevados a la plaza de toros donde, atraillados como perros de caza, eran empujados al ruedo para blanco de las ametralladoras que, bien emplazadas, los destruían con ráfagas implacables”.
Mientras el periodista Jay Allen, del Chicago Tribune, apuntaba a “un ceremonial y simbólico tiroteo” de siete personas en la Plaza de la Catedral ante la mirada de 3.000 espectadores. Una estampa de humillación pública que se repitió en las ejecuciones del entonces alcalde, Sinforiano Madroñero, y del diputado socialista Nicolás de Pablo.
Condena al nuevo ayuntamiento
La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura lamenta y condena que el Ayuntamiento de Oviedo, “con una corporación de derechas”, decida instalar de nuevo a Yagüe en el callejero.
Pone de relieve que el fallo judicial apunta a un defecto administrativo en la forma en la que se presentó la eliminación del nombre del callejero, un error de forma.
“Ante un problema de procedimiento como este hubiera bastado con haber subsanado esos defectos administrativos, de forma, y haber seguido con la eliminación de la calle”, señala José Manuel Corbacho, presidente de la ARMHEX. De modo que entiende que el mantenimiento del nombre de este y otros franquistas por parte de las derechas responde a un interés ‘ideológico’.
Define a Yagüe como un auténtico ‘criminal de guerra’ y advierte que la importancia de la vía y la centralidad dentro de Oviedo le otorga una repercusión importante. “No puede ser exaltado alguien que con sus acciones, demostrado historiográficamente, participó en el golpe militar y sumió a la ciudad en el terror. Fue quien instigó el asesinato sumario, sin juicio previo ni causa de miles de vecinos que habían permanecido fieles a la legalidad de la II República”.
El responsable del colectivo memorialista subraya que no se puede honrar con una calle a alguien que vulneró los derechos fundamentales de muchos ciudadanos, “que se dedicó a eliminar e instigar al adversario”.
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