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Feijóo lanza la precampaña del PP gallego agitando el fantasma de las terceras elecciones generales

Feijóo, con Pablo Casado en la precampaña del 10N

David Lombao

Cuando se escriba la historia de las elecciones gallegas del año 2020, con independencia de cuándo se celebren y de su resultado, se podrá afirmar que la precampaña comenzó el 20 de diciembre de 2019. Justo el día en el que el PP divulgó un vídeo de Alberto Núñez Feijóo bromeando con el actor Luis Zahera en varias estancias de la Cidade da Cultura de Santiago de Compostela, desde donde ambos felicitaban la Navidad.

En ese vídeo se resume prácticamente todo. Sin logotipo alguno del PP y con estética institucional (Feijóo=Xunta), el gabinete del actual presidente gallego se apoya en una extendida broma, la de su parecido físico con el actor, para colocar todos los marcos del debate: Feijóo es moderación, justo en medio entre los que lo llaman “facha” y los que lo califican de “nacionalista” –gallego–, Feijóo no es exactamente un “político”, de los que se habla en tercera persona, y no está pensando en hacer carrera en Madrid. No es el potencial candidato del partido de Pablo Casado, sino de “Galicia”.

El montaje aprovecha además para cerrar el círculo de la que posiblemente ha sido la ocasión en la que un importante contingente de electorado del PPdeG pudo observar por primera vez a Feijóo en una faceta poco favorecedora, en la televisión pública y en horario de máxima audiencia: la noche de 2016 en la que, cuatro días después de lograr su tercera mayoría absoluta, acudió como invitado al programa humorístico Land Rober. Allí el titular de la Xunta dio muestras de desconocer diversos espacios y personajes referenciales de la Televisión de Galicia. El espacio anunció que invitaría a más políticos de otros partidos, pero tal cosa nunca sucedió.

El presidencial es uno de los tantos movimientos de las últimas semanas que evidencian el hecho de que el PPdeG ha lanzado ya su precampaña para 2020 y que contribuye, en los círculos políticos gallegos, a disparar los rumores sobre la fecha de la cita electoral. ¿Mayo? ¿Junio? ¿O septiembre, cuando toca? En las salas de máquinas de la política gallega se coincide en señalar la evolución de los acontecimientos en el Madrid político, en el Gobierno de España, como elemento clave para despejar esa incógnita.

El panorama estatal es precisamente uno de los elementos que más está esgrimiendo Feijóo en esta fase de un proceso preelectoral en el que su cuarta candidatura a la Xunta parece poco menos que inevitable, lo que convertiría una retirada en una sorpresa difícil de digerir para el PP. Lo hace, concretamente, para jugar con la hipótesis que conduciría a unas terceras elecciones generales en España. O, lo que es lo mismo, para precipitar unos comicios ante los que se presentaría como único sinónimo de estabilidad frente al caos general.

Para agitar esa hipótesis, el líder de los conservadores gallegos se ha venido apoyando en la reciente sentencia del Tribunal de Justicia de la UE que reconoció la inmunidad parlamentaria al líder de Esquerra Republicana de Catalunya, Oriol Junqueras. Más allá de criticar al TJUE –“tiene un choque con la legislación española”, teorizó–, Feijóo dice ver en este fallo un motivo más para no “entregar la llave de la gobernabilidad de España al partido del señor Junqueras”. “¿Cuántas cosas más tienen que pasar para parar esta investidura?”, cuestionó retóricamente desde el atril de la Presidencia de la Xunta.

“Parar la coalición” –del PSOE con Unidas Podemos– para “parar la investidura”. Dada la negativa reiterada de Casado a facilitar la reelección de Pedro Sánchez, ya sea con una abstención o votando a favor, ese parón reclamado por Feijóo sólo derivaría en un escenario, el de las terceras elecciones generales, las quintas en cuatro años. O, lo que es lo mismo, el marco propicio para presentarse ante el electorado gallego como el justo y apacible medio frente a un aluvión de radicalidad inestable. Lo expuesto en el vídeo de Navidad.

La situación en la izquierda

El aparato de precampaña del PP –y de la Xunta– ya ha comenzado a rodar según lo previsto a pesar de algunos inconvenientes –entre los destacados, las persistentes movilizaciones contra el cierre del paritorio del hospital comarcal de Verín–. Mientras, en la izquierda la precampaña también está activa, aunque de una manera dispar. Lo está en mayor medida en la formación que ya tiene definida su candidatura a la Xunta, el PSdeG, y en la que está a punto de tenerla, el BNG.

En el caso de los socialistas, su secretario general y candidato, Gonzalo Caballero, lleva meses con una intensa agenda de actos y encuentros por toda Galicia. Ponen especialmente el foco en las ciudades tras los buenos resultados de las municipales, pero también en ciertas cabeceras de comarca donde la formación está detectando cambios de tendencia con relación a anteriores convocatorias electorales gallegas: el desgaste que en 2016 afectaba a la marca PP ahora se extiende a la figura de Feijóo, con niveles de rechazo ciudadano inéditos, aseguran fuentes socialistas.

En el entorno de la Ejecutiva Nacional del PSdeG se concede importancia a los acontecimientos que rodean a la formación de Gobierno en España y a los efectos que la gestión del eventual gobierno de Sánchez con Unidas Podemos pueda tener en Galicia. Pero también prestan atención a los movimientos en la derecha en la medida en que, creen, Feijóo va a tener difícil seguir presentándose como sinónimo de “centralidad política”, en palabras de Gonzalo Caballero, en un escenario en el que necesariamente tendrá que compartir campaña con Casado y, al mismo tiempo, no dar por completamente descartada la posibilidad de tener que llegar a acuerdos con Vox para conservar la Xunta si el partido de extrema derecha logra representación en el Parlamento.

En el BNG, por su parte, la carrera hacia las elecciones gallegas quedará lanzada a mediados de enero, cuando Ana Pontón quede formalmente reelegida como candidata. La dirección soberanista se ve al alza y reforzada tras lograr regresar al Congreso de los Diputados en las recientes elecciones generales. Aspira a crecer en relación a hace cuatro años y a hacerlo, al menos en parte, con votos que entonces apoyaron a En Marea.

Ese espacio electoral de las mareas es, precisamente, la principal incógnita respecto a 2020. Lo admiten sus integrantes pero también dirigentes del PSdeG y el BNG, en cuya opinión la conformación de una opción electoral viable en ese ámbito es una de las claves del eventual cambio de Gobierno en Galicia. Nombres como el del exalcalde de Santiago Martiño Noriega, recientemente elegido responsable de relaciones políticas de Anova, vuelven a sonar con fuerza. La gran clave sigue siendo la fórmula de concurrencia y si organizaciones como Podemos, Izquierda Unida y Anova confluyen o no en una única opción. Falta saber, al mismo tiempo, qué sucederá con En Marea, la formación que lidera Luís Villares, quien en las últimas semanas ha asegurado apostar por una alianza con otras fuerzas gallegas partiendo de la “generosidad”.

Más allá de las dinámicas y análisis de cada casa de la izquierda, en prácticamente todas se comparte una diagnosis. Los grandes números de los recientes procesos electorales indican que, al contrario de lo que sucedía hace cuatro y ocho años, en esta ocasión la posibilidad de un cambio de Gobierno existe y, de darse, la mayoría será necesariamente plural. Se comparte, así y todo, una certeza: la maquinaria partidaria y gubernamental del PPdeG nunca ha dado una batalla electoral por perdida.

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