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El acuerdo de Ayuso con los sindicatos educativos rearma de argumentos a los convocantes de la huelga en Galicia

La manifestación del domingo 19 en Santiago, último acto de calentamiento antes de la huelga en la educación de este martes

Luís Pardo

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El noviembre caliente en la educación gallega llega a su traca final. Después del “éxito” en la huelga del 24 de octubre, los sindicatos CIG, STEG y CSIF -los que se negaron a firmar con la Xunta el “acuerdo de la miseria”, respaldado por CCOO, UGT y ANPE- esperan consolidar esta respuesta en el paro general de mañana. La cita viene precedida por un calendario de concentraciones en los centros, protestas en las ciudades y una manifestación nacional que reunió a miles de personas en Santiago; pero, también, por un pacto firmado a 600 kilómetros y que refuerza la posición de los huelguistas: el alcanzado por la Comunidad de Madrid con tres de las centrales que, en Galicia, aceptaron una propuesta mucho más rebajada del gobierno gallego.

“Ayuso deja a Rueda en un ridículo histórico” mientras que las divisiones gallegas de CCOO, UGT y ANP quedan “todavía más en evidencia”. Así compartió en redes Suso Bermello, el secretario xeral de CIG-Ensino -sindicato mayoritario en Galicia- el documento con el compromiso para reducir, en dos cursos, la jornada de los profesores de secundaria a 18 horas lectivas. Un pacto alcanzado el miércoles por la Consejería de Educación madrileña con las tres centrales -más CSIF- que, en Galicia, aceptaron un acuerdo de disminución de ratios y horarios contra el que se han convocado las movilizaciones. Desde STEG, Miguel Paz Cabo considera que lo sucedido en Madrid es “un claro golpe a la política de recorte de derechos impulsada por Rueda y Román Rodríguez -el conselleiro de Educación- e iniciada años atrás por Feijóo”. Desde la Consellería se limitan a decir que no entran “a valorar las negociaciones de otras comunidades autónomas”.

Los últimos en recuperarse

Tras los pactos suscritos en Murcia, Galicia y Madrid eran las únicas comunidades autónomas donde el profesorado todavía no había recuperado las condiciones previas a los recortes de 2011, cuando en Galicia los horarios eran de 21 horas lectivas a la semana para infantil y primaria y 18 -exactamente, las que se acaban de pactar en Madrid- en secundaria. Para los convocantes de la huelga, esa reivindicación sigue siendo “irrenunciable” -aunque, como señala Paz Cabo, “no olvidamos que en Euskadi tienen 17”- una postura que, recuerdan, hace apenas unos meses compartían “todas” las centrales.

Sin embargo, en septiembre, la Xunta y los tres sindicatos que representan al 40% de los docentes llegaban a un acuerdo “histórico”, según el conselleiro- que se daba toda una década de plazo para reducir a 20 alumnos la ratio en infantil y primaria, además de aplazar hasta 2027 las negociaciones para secundaria, FP y bachillerato. Un acuerdo en el que no hay mención al horario lectivo de secundaria pero se reduce el de infantil y primaria de 25 a 23 horas de clase a la semana a partir del próximo curso. En Madrid han empezado al revés: solucionada la secundaria, la próxima semana seguirán negociando la situación de los maestros. Bermello asegura que cualquier rebaja que se consiga allí será histórica porque “frente a las 21 que había en Galicia, en Madrid nunca habían bajado de 25 horas lectivas semanales”.

El responsable de CIG-Ensino cree que no hay que irse a a la capital del Estado para encontrar espejos en donde mirarse y señala al Sergas, el Servizo Galego de Saúde. “Allí se alcanzó un acuerdo unánime de reducción de horarios, después de una reunión de ocho horas a la que acabó bajando el conselleiro”. Eso es lo que echa de menos en la postura inamovible de Román Rodríguez. Hoy, como hace un mes, desde su departamento insisten en que las medida acordadas “con tres de los cuatro sindicatos con representación en la mesa sectorial” repecutirán desde enero “en una mejora de la calidad educativa, en la atención que recibe nuestro alumnado y las condiciones del profesorado”.

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