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Alfonso Rueda convoca para el 18 de febrero las primeras elecciones en Galicia sin Feijóo en 14 años

El presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, bromea con el arzobispo de Santiago, Francisco Prieto, durante la última ofrenda al Apóstol

Daniel Salgado / Beatriz Muñoz

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El 18 de febrero habrá elecciones en Galicia. Serán las primeras desde 2009 en las que el candidato de la derecha no se llamará Alberto Núñez Feijóo. Su sucesor al frente de la Xunta, Alfonso Rueda, anunció esta mañana la fecha, después de meses de marear la perdiz y múltiples evasivas ante el interés de la prensa. “Acabo de trasladar mi decisión de convocar elecciones para el domingo 18 de febrero”, dijo al término del Consello extraordinario de su gabinete. Su reto, revalidar la mayoría absoluta que Feijóo obtuvo en cuatro ocasiones consecutivas, antes de embarcarse junto a Díaz Ayuso en la defenestración de Pablo Casado y asumir el liderazgo estatal de las derechas. Y ofrecerle, de paso, alguna alegría electoral con la que superar el fracaso del 23J.

Rueda arrancó su comparecencia habitual de los jueves, tras la reunión semanal de su gabinete, anticipando la situación excepcional: “Voy a hacer una reflexión algo diferente”. Justificó la elección de la fecha en que los presupuestos de la Xunta están ya aprobados en el Parlamento de Galicia -la votación fue el martes- y eso “quiere decir que la Xunta no va a dejar de funcionar un solo día” entre este momento y la cita con las urnas. Ese hito, el de tener las cuentas listas para que entren en vigor el 1 de enero, fue el elemento de mayor peso en su argumentación.

El decreto de convocatoria se va a publicar el próximo martes, 26 de diciembre, en el Diario Oficial de Galicia. La campaña arrancará el 2 de febrero. Las anteriores elecciones se celebraron en julio de 2020, pero Rueda da la legislatura por cumplida, aunque “no al 100%”. Para tratar de respaldar el adelanto de unos meses recordó que hace cuatro años la fecha inicial era en abril, pero el confinamiento por la pandemia obligó a cambiar los planes: “Prácticamente se van a cumplir cuatro años. Para la estabilidad no sería coherente convocar sin la hoja de ruta y seguridad que dan unos presupuestos”.

El actual presidente de la Xunta repitió que la decisión es “fundamentalmente” suya y que la comunicación con la dirección estatal del PP fue una llamada esta misma mañana a Alberto Núñez Feijóo para comunicarle la fecha ya fijada. El líder de los populares le trasladó su disposición a colaborar en la campaña, añadió. También llamó al lehendakari, Iñigo Urkullu, para darle la información antes de hacerla pública “por deferencia”. En las últimas convocatorias, desde la llegada de Feijóo la Xunta, ambos territorios habían acudido el mismo día a votar. Solo ellos y los miembros de su gobierno conocían la decisión de Rueda antes de que la anunciase públicamente, según explicó él mismo.

“Alguna opinión pedí, pero sabiendo que quien asume la responsabilidad soy yo”, manifestó Rueda. Aseguró ser consciente de que, con una cita electoral aislada en el arranque de año, los focos de la política y la atención estatal se van a poner en Galicia. La presencia de Feijóo está garantizada y el pasado fin de semana desembarcaron en la comunidad tanto el líder del PSOE, Pedro Sánchez, como la de Sumar, Yolanda Díaz, para respaldar a sus equipos gallegos. Aun así, Rueda sostiene que serán los intereses de Galicia los que centren la atención en la campaña, aunque se aborde también “la proyección a nivel nacional, que no es menor”.

Rueda es por primera vez candidato de su partido a la Presidencia pero no es, sin embargo, un recién llegado. Uno de los arquitectos de la sucia campaña electoral de los populares en 2009 -el mismo lo ha admitido: “Habíamos tensionado mucho el tema”-, formó parte de todos los ejecutivos de Feijóo, diez años como vicepresidente. Aún así, cuando asumió el relevo en mayo de 2022, su índice de conocimiento ciudadano era, según las encuestas, notablemente bajo. Su estrategia de comunicación, en marcha desde hace meses, ha intentado remediarlo. Para ello se ha servido del estrecho control que el Gobierno gallego ejerce sobre los medios públicos, denunciado una y otra vez por los propios trabajadores, y del apoyo de una parte importante de los privados. La imagen de un Alfonso Rueda cercano y con sentido del humor ha invadido la parrilla de la Televisión de Galicia, no solo en los informativos.

El caso es que el balance político del año y medio de su mandato ofrece sobre todo continuismo a respecto de Feijóo. Sin grandes líneas estratégicas de fondo, con cierta intensificación de la agenda neoliberal -bajada de impuestos a los grandes patrimonios, cesión al sector privado del derecho al aborto o las residencias de mayores-, tampoco ha presentado anuncios de calado. Sí ha reclamado por primera vez desde 2009 nuevas competencias: sobre el litoral, para lo que cuenta con el respaldo de Partido Socialista y BNG. Y ha hecho de la denuncia de supuestos agravios del Gobierno central de Sánchez un eje discursivo. También eso lo heredó de Feijóo. Más allá, apenas la insistencia en el modelo turístico xacobeo que gestionó durante años antes de ocupar la presidencia.

Vox y Democracia Ourensana en el terreno del PP

La fortaleza del PP a nivel autonómico, 42 de 75 diputados, no cuenta toda la historia. Solo gobierna una de las siete ciudades de mayor población y casi todos los ayuntamientos de cierto tamaño se encuentran en manos de la izquierda y el nacionalismo. También dos de las cuatro diputaciones. Y la suma de votos de socialistas, Sumar y Bloque en las últimas generales superó a la de las derechas. Que en Galicia, de momento, solo cuentan con una marca, el PP. Y en ella preocupa la dispersión del voto. Tanto que el propio Miguel Tellado, entonces vicesecretario de Organización, pidió a sus socios de la ultraderecha de Vox que no presentasen candidaturas en la comunidad.

No es la única amenaza que se cierne sobre la hegemonía popular en la derecha, pese a que la prensa amigue lo obvie. Democracia Ourensana, la marca populista de Gonzalo Pérez Jácome, polémico alcalde de Ourense, asegura que optará a escaños por la circunscripción de Ourense. La relación del PP y Jácome ha sido tortuosa desde que, en 2019, Feijóo se tragó sus palabras -“un gobierno de Jácome sería letal para Ourense”- y le entregó la alcaldía de la ciudad a cambio de su apoyo a Baltar. Cuatro años después, Baltar y su saga son historia de la política provincial tras haber sido cazado a 215 kilómetros por hora y premiado por el partido con una silla en el Senado. No Jácome, que reeditó su acuerdo con el Partido Popular en la única ciudad, junto a Ferrol, que gobiernan las derechas. Rueda no admite inquietud, su vicepresidente, Diego Calvo, ante los micrófonos de la Cadena Ser, sí.

Al otro lado del tablero

Las aguas bajan igualmente agitadas al otro lado del tablero. Solo el BNG, que encabeza la oposición con 19 escaños, mantiene la estabilidad en su liderazgo. Ana Pontón será, por tercera vez consecutiva, su aspirante a la presidencia de la Xunta. Hace cuatro años protagonizó uno de los grandes saltos adelante de la izquierda gallega y acabó con la travesía del desierto que, tras las escisiones de 2012, había padecido la formación nacionalista. Ha centrado sus críticas a Rueda, alejadas de la estridencia, en el carácter interino de su mandato y en el “impulso agotado” de su política. La trayectoria ascendente que ha comandado tropezó el pasado 23 de julio -el Bloque se había conjurado para obtener “grupo propio” en el Congreso y solo consiguió un escaño, el que ya tenía- pero ahora llama a concentrar “el voto por el cambio” gallego en su persona.

Otra travesía del desierto la sufrió el socialista José Ramón Gómez Besteiro, en su caso debido a imputaciones judiciales que le hicieron dimitir como secretario general del PSdeG en 2016. Solo este año se archivó la última de las causas y Besteiro regresó a la primera línea. En apenas unos meses fue sucesivamente delegado del Gobierno en Galicia, diputado en el Congreso y ahora relevo de Gonzalo Caballero como candidato a la presidencia del Ejecutivo gallego. Ningún militante quiso disputarle este último cargo en primarias. Ahora le corresponde la tarea de rescatar a los socialistas gallegos de uno de sus suelos electorales, los 14 diputados alcanzados por Caballero en 2020. Su discurso hace por el momento énfasis en la necesidad de una política industrial gallega -las cifras de los gabinetes del PP al respecto son más bien negativas- y de acelerar el tránsito a la producción de energías renovables.

La tercera pata de la izquierda gallega todavía no ha concretado su oferta. La ruptura de negociaciones con Podemos, la tensión con Esquerda Unida y el portazo de la Anova de Beiras y Martiño Noriega lo dificulta. La genealogía de Sumar en la izquierda gallega, y parte de su grupo promotor, la sitúan en lo que fue un espacio de confluencia entre sectores soberanistas y de la izquierda federal. Los primeros se bajaron definitivamente del vehículo y ahora se inclinan por apoyar al BNG. La formación de Yolanda Díaz se presentará en solitario al Parlamento gallego apenas unos meses después de lograr dos diputados al Congreso por A Coruña y Pontevedra. Las pocas encuestas conocidas coinciden, de momento, en que el PP retendrá la mayoría absoluta.

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