Ana Pontón proclama ante miles de personas en el Día da Patria Galega que el BNG “no tiene límites ni techo”

Había una idea fuerza en los discursos del nacionalismo gallego de izquierdas este 25 de julio. “Cada día somos más y más que seremos”, proclamó Ana Pontón, líder del BNG y la figura que lo ha conducido a los mejores resultados de su historia en las elecciones del pasado 18 de febrero: 470.000 votos y 25 escaños en el Parlamento de Galicia, segunda fuerza. “No tenemos límites ni techo”, añadió ante las miles de personas que abarrotaban la Praza da Quintana en Santiago de Compostela. Era el Día da Patria Galega, el sol caía al fin con fuerza tras el lluvioso inicio de verano en Galicia y Pontón reivindicaba sus ocho años de liderazgo al frente de la mayor organización del soberanismo gallego.

“Hace ocho años, el BNG atravesaba una situación muy crítica”, recordó. La crisis neoliberal y la indigesta derrota contra pronóstico del bipartito, unida al inesperado empuje de las confluencias de partidos de izquierdas y sectores nacionalistas, habían golpeado al Bloque. Ana Pontón asumió en 2016 la portavocía nacional. En sus primeros comicios como candidata a la Xunta bajó un escaño respecto de los siete que obtuvieran en 2012, pero salvó los muebles. “Colectivamente decidimos adoptar una línea política actualizada y moderna. Los frutos están a la vista”, se ufanó este jueves, “uno de cada tres gallegos confiaron en el BNG el 18F”. Por el camino, las mareas aparecieron y desaparecieron y este jueves Xosé Manuel Beiras, histórico nacionalista y líder de la Anova, escisión del Bloque que se alió con la izquierda federal, volvía al cortejo del BNG. Pero si el nacionalismo gallego está en el mejor momento electoral de su historia, el mensaje fundamental de Pontón fue que todavía no es suficiente.

“El BNG avanza y avanza. Somos la segunda fuerza electoral de este país y la primera en incidencia social y política”, consideró. A su juicio, el Partido Popular de Alfonso Rueda se disfraza con retórica galleguista porque siente la presión del nacionalismo. No solo en el Parlamento autonómico, también en Europa o en el Congreso: Pontón celebró el trabajo de Ana Miranda en Bruselas, donde será eurodiputada la mayor parte de la legislatura, y de Néstor Rego y la senadora Carme da Silva en Madrid. “El BNG está de moda y no es una moda pasajera”, dijo, “y si en este intenso curso político hubo una fuerza ganadora sin discusión fuimos nosotros, somos la fuerza ganadora”.

El discurso de Pontón en A Quintana combinó las líneas argumentales que sostuvo en los últimos años -el feminismo, “de las cigarreras de A Coruña a las trabajadoras de Pontesa”; el derecho a la vivienda que defiende frente a la especulación, afirmó, “la valiente alcaldesa de Santiago”, Goretti Sanmartín- con otras más históricamente transversales en el Bloque. Las ovaciones más estruendosas las dedicó la sufrida audiencia -el sol apretaba- a la lucha palestina por sobrevivir al genocidio israelí y a la oposición al proyecto de macrocelulosa de Altri. “Me da vergüenza ajena ver al presidente de la Xunta haciendo de comercial de Altri”, afirmó la nacionalista, “pero Rueda ya está buscando sus puertas giratorias”. Reivindicó el pacifismo y el internacionalismo y llamó a detener las guerras “en Burkina Faso, en Somalia, en Sudán, en Siria, en Ucrania, en Gaza”. Y calificó a la Unión Europea de “vergonzosa comparsa” de la OTAN, Estados Unidos “y el Estado criminal de Israel”.

No acabó sin mencionar los varios conflictos medioambientales que agitan el rural gallego, presentes en no pocas de las pancartas que salpicaban la plaza de la parte posterior de la catedral compostelana. Y dejó para el final una reflexión que ya ha expuesto en público en más ocasiones: “Los grandes cambios a veces tardan en llegar más de lo que nos gustaría, pero este país ya ha cambiado. Tenemos un gran futuro por ganar”.

El tumultuoso 25 de julio en Santiago

Ana Pontón habló al final de la manifestación que recorrió la zona vieja de Santiago tras arrancar, a las 12 del mediodía, de la Alameda. No por repetido cada año deja de ser un espectáculo singular la capital gallega el 25 de julio. Miles de personas reclaman autodeterminación para Galicia en una marcha festiva y repleta de gaitas, con banderas gallegas, claro, pero también vascas, portuguesas o palestinas. Al otro lado de la Porta Santa que da a la Quintana donde Pontón pronunció su arenga nacionalista, solo dos horas antes las autoridades tradicionales pedían ayuda al Apóstol en una Ofrenda a la que la alcadesa Goretti Sanmartín no asiste por deferencia a la laicidad. Tampoco lo hizo en su día Martiño Noriega, regidor por Compostela Aberta y este jueves en la pancarta de Anova junto a Beiras.

Turistas con cara de circunstancias a los que ninguna agencia de viajes parece haber avisado del tumultuoso carácter de la ciudad en el Día da Patria Galega o, en su nombre oficial, Día Nacional de Galicia, se apartan para dejar paso a los manifestantes. Y tampoco es lo más extraño ver un barbudo con camiseta de Bildu que se cruza con un cura de sotana trentina (en 2024 y a casi 29 grados de temperatura). “La idea central que nos reúne hoy aquí es ejercer el derecho de autodeterminación”, resumió Olalla Rodil, diputada del BNG e introductora de los discursos en A Quintana, justo antes de enumerar las formaciones políticas presentes en el acto, y que abarcaban, sin contradicción aparente, desde el Partido Comunista Portugués, la FPLP palestina, el Frente Polisario saharaui, el PT de Brasil o el Consulado de Cuba hasta Laura Borràs, presidenta de Junts, el partido que tumbó la reforma de la Ley de Extranjería de la que el BNG votó a favor.