El 'Arctic Sunrise' de Greenpeace rompe el hielo entre ecologistas y marineros de Arousa, la ría amenazada por Altri

Luís Pardo

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“Estoy orgulloso de lo que hemos hecho juntos el ecologismo y el sector primario. Nuestro objetivo es el mismo, no somos enemigos, tenemos que ser aliados, y espero que esto sirva para visibilizar cuáles son nuestras problemáticas comunes”. En la bodega del Arctic Sunrise, Manu Santos, coordinador de Greenpeace en Galicia, se dirigía así al grupo de hombres y mujeres del mar que lo escuchaban con atención. Eso que habían hecho, apenas unas horas antes, era generar una imagen llena de fuerza: la de 300 embarcaciones escoltando al rompehielos rumbo al puerto de Vilagarcía. Una movilización en defensa del mar y con un objetivo claro: frenar el proyecto de macrocelulosa de Altri en Palas de Rei, cien kilómetros río arriba en el curso del Ulla que vierte sus aguas a la ría de Arousa, la más rica de la costa gallega.

Al Arctic Sunrise, el buque noruego que empezó cazando focas y que la organización ecologista –tras comprarlo haciéndose pasar por una empresa falsa– recuperó para “el lado luminoso”, sus tripulantes lo conocen como the washing machine: la lavadora, por su tendencia a moverse demasiado sobre las aguas. Se debe a que carece de quilla. “Por debajo es como un huevo”, explica Rama, marinero argentino que empezó como voluntario en su país, defendiendo los bosques, hasta que se enamoró de la navegación. Esa forma del casco es la que le permite encaramarse sobre las planchas de hielo y romperlas con su propio peso.

La metáfora del rompehielos podría funcionar también para las relaciones entre el ecologismo y el sector primario, pero Santos defiende que en Galicia es algo “que sabemos desde hace muchos años”. “Faltaba más articulación, lo vimos con los pellets –el vertido que llegó a las costas gallegas a finales de 2023– y ahora con Altri. Lo de ayer fue un ejemplo visual buenísimo, no sólo en el mar: ¡en tierra había cientos de mariscadoras esperando un barco de Greenpeace!”.

Este jueves, protegidos del sol por la enorme lona con el texto “Defende o mar”, el helipuerto de la popa del buque –desde el que hoy sólo despegan drones– acogió una comparecencia mixta. Presentados por Santos, la directora ejecutiva y la responsable de la campaña de océanos de Greenpeace, Eva Saldaña y Marta Martín, compartieron micrófono con cuatro representantes de la Plataforma en Defensa da Ría de Arousa (PDRA): Angel Rodríguez, presidente de la Federación de Asociacións de Mexilloeiros Arousa Norte; María Porto, presidenta de las mariscadoras de Carril; Juan José Rial MIllán, patrón mayor de A Illa y el presidente de la PDRA, Xaquín Rubido.

La punta del iceberg

Saldaña, la primera en intervenir, destacó que la Ría de Arousa estaba viviendo la “punta del iceberg” de lo que está ocurriendo alrededor del mundo y recordó que uno de los motivos de la presencia en la costa gallega del Arctic Sunrise era “decir no a Altri, un megaproyecto aniquilador de ecosistemas y de las personas que viven en ellos”.

Marín aprovechó su radiografía de la situación de los mares para defender la pesca artesanal y la necesidad de desarrollar el artículo 17 de la Política Pesquera Común que habla de la importancia de los criterios sociales y ambientales en el reparto de cuotas. “Con más de 8.600 barcos de pesca en España, el 70% del pescado que consumimos es importado y aunque el 78% de la flota es artesanal, sólo proviene de ella el 10% pescado consumido”.

La ría de Arousa, “la más productiva del mundo” –responsable de que Galicia sea la primera productora de mejillones de Europa y tercera del planeta– está sufriendo una tormenta perfecta, según Rubido. Una tormenta en la que el principal motor es el cambio climático, que está provocando una disminución “crónica” del Nordés, el viento que es el “motor del proceso de afloramiento en las rías”: arrastra el agua de la superficie hacia afuera y hace que sea sustituida por la que procede del fondo, tan rica en nutrientes que provoca “una explosión de producción biológica”. Ese proceso está reduciendo su intensidad y el agua de la ría “ya no se renueva como hace veinte años”, lo que provoca que la contaminación tenga “muchísimo más impacto”.

“El Nordés no admite medidas en el BOE o en el Diario Oficial de Galicia, no podemos modularlo con normas legislativas, pero la administración sí puede actuar claramente contra la contaminación”. “En la mano de la Xunta está la resolución de la productividad de la Ría de Arousa”, concluyó.

“Con el dinero que pide Altri, regeneramos todas las rías”

El patrón mayor de A Illa de Arousa fue mucho más pesimista. “Llevamos años en declive, la bajada de producción del marisqueo es cada año más agonizante. Estamos en la UCI por la bajada de salinidad, las temperaturas altas... si Altri sale adelante, sería ponernos el crucifijo encima y matarnos de una vez por todas. Es una bomba de relojería”. La macrocelulosa necesita 250 millones de fondos europeos para ser una realidad y Millán no quiso dejarlo pasar. “Con esos 250 millones de euros que le van a dar a Altri se regenerarían todas las rías de Galicia. Bueno, ésa es una de las soluciones que ponemos encima de la mesa”

“Si en vez de dar dinero al que destruye nos lo diesen a los que ayudamos a generar empleo todo iría muchísimo mejor, está claro”. La presidenta de las mariscadoras recogió así el testigo de Millán y frente a los 500 empleos prometidos por Altri, destacó el número de personas que viven directamente del marisqueo: 19.000 personas, ya que incluye a los trabajadores de las depuradoras, placeros, empleados de los astilleros, vendedores de pescado, hosteleros...

A este presente no le ve futuro. “No vamos a llegar a la jubilación. Doy por perdido el relevo generacional, no hay quien quiera venir al mar. Llevamos desde diciembre sin ingresar un duro y no podemos vivir de nuestros padres y abuelos. Cuando cogemos un trabajo queremos vivir de él”. El cierre de las zonas marisqueras y la mortandad del marisco tienen sus consecuencias. La producción cayó un 30% en 2022, el mismo porcentaje en 2023 y este año “aún se espera más”, sintetizó Rodríguez. “Pedimos ayuda para buscar soluciones”.

Que viene el lobo

Desde el público, alzó la voz Alfredo Otero, bateeiro de A Illa y uno de los organizadores de la movilización marítima –“Podía haber sido el doble de grande, pero hay otros 300 barcos en cese de actividad, que no pueden salir al mar”, contaba al finalizar–. “¿No pensáis que estamos ante un cambio de modelo económico y que la Xunta parece que quiere aglutinar todo en las multinacionales y está legislando hacia ese lado?”.

Saldaña recogió el guante. “Estamos viendo las orejas al lobo de un modelo de capitalismo depredador distribuido por todo el mundo. No penséis que está cambiando el modelo, lleva muchos años haciendo daño en otros lugares.”

“A nadie le interesa más el hábitat y la conservación de las especies que a nosotros y al sector primario”, resume Santos a elDiario.es. “La conservación de la naturaleza y la supervivencia de los sectores primarios son una única cosa y vemos que unidos llegamos mucho más lejos”. Lo que no sabe es si este “ejemplo gallego” se repite “con esta intensidad” en otros lugares. Pero no le sorprendería ser vanguardia. “En Galicia fuimos por delante muchas veces en la movilización social, ya lo vivimos con Nunca Máis”.

Precisamente, si nos retrotraemos hasta la catástrofe del Prestige, tal vez podamos encontrar otra característica diferencial: el carácter no ya de los gallegos sino de los marineros de Arousa. Mientras en Muxía, en la zona cero, el actual patrón mayor recuerda la marea negra como “el mejor paro biológico de la historia, los percebes llegaron al monte”, pese a lo que digan los ecologistas, unos “puñeteros nadies que no viven en el mundo real”, en Arousa todavía cuentan con orgullo cómo la flota artesanal se plantó en la bocana de la ría para detener la entrada del fuel que hubiese acabado con su forma de vida: sin ayuda y sumergiendo sus manos en el mar para recoger el chapapote. Lo consiguieron y quizá también aprendieron que luchar por el medio ambiente era luchar por su propio futuro.