Hay quien dice que los libros de texto fueron las 'tropas de Irak' del gobierno bipartito en la Xunta. Igual que José Luis Rodríguez Zapatero quiso simbolizar en 2004 el inicio del cambio político en el Estado con la retirada de tropas en su primer día de mandato el Ejecutivo de coalición de PSdeG y BNG apostó por que el modelo de préstamo y, por lo tanto, de gratuidad de los manuales escolares fuera un emblema de su gestión. Más allá de lo simbólico, lo cierto es que el gabinete encabezado por Emilio Pérez Touriño y Anxo Quintana generalizó el modelo de préstamo de libros y el PP lo eliminó nada más llegar al poder. La medida estuvo acompañada por múltiples críticas a un sistema que ahora el propio Gobierno del PP recupera parcialmente.
Apenas dos meses después de la llegada de Alberto Núñez Feijóo a la presidencia el nuevo gobierno del PP desveló cómo concretaría su promesa electoral de “cambiar el sistema de préstamo de libros de texto para garantizar la gratuidad y titularidad de los mismos”. El nuevo modelo, apodado como “gratuidad solidaria”, consistía en que todo el alumnado tendría que volver a comprar los libros y una parte recibiría una ayuda económica parcial para la adquisición.
Según la Xunta, el plan no tenía más que ventajas económicas e incluso “pedagógicas”. “La modalidad elegida pemite una mayor solidaridad”, aseguraba entonces la Consellería de Educación, que calificaba “el modelo anterior” como “café para todos”, una “engañosa medida universal” que “provocaba un gasto muy elevado por parte de la Administración”. Las ayudas parciales, aseguraba, otorgaban “mayores ventajas a los alumnos y padres, permitiendo la creación de bibliotecas familiares en los hogares y la mejor conservación de los libros”.
Apenas dos días después de anunciar el fin de la gratuidad era el propio presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, quien glosaba la nueva medida. “Es la propuesta más solidaria y progresista”, aseguraba ante la prensa antes de proclamar que “los que tengan dificultades podrán acceder” a los libros con “propiedad y gratuidad total”. Su sistema, afirmaba Feijóo, era mejor porque ayudaba a quien “más” lo precisaba y porque lograba algo que para el jefe del Ejecutivo era “lógico”: que los estudiantes “obtengan la propiedad de los libros” y no como con el bipartito, que promovía “un préstamo, porque nadie tenía los libros en casa” e impedía que lo estudiantes sintiesen los manuales como “suyos” y formara una “biblioteca” de libros de texto. “Por eso se cambia un sistema de préstamo por otro de propiedad”, razonaba.
Cuando ya había transcurrido un año desde el cambio la Xunta profundizó en el nuevo modelo, aumentando su dotación económica para aplicar el denominado “decreto del plurilingüismo” y pagar los libros que dejaban de poder ser utilizados en gallego. Entonces la Consellería reiteraba que estaba logrando que el alumnado tuviera “libros en propiedad, que se convertirán en herramientas de trabajo que pasarán a formar parte de sus bibliotecas familiares”. “Este modelo permite aumentar el rendimiento académico del alumnado”, llegó a proclamar el entonces conselleiro, Jesús Vázquez.
Más gasto y menos alumnado con ayudas
A pesar de a las excelencias auguradas desde la Administración, cuando el sistema de ayudas parciales estuvo completamente implantado dejó de ser más barato que el préstamo universal. Mientras sindicatos, AMPAS, oposición parlamentaria e incluso UNICEF reclamaban la vuelta a la gratuidad real la Xunta comenzó a reducir el alumnado que se podía beneficiar de las ayudas parciales. Pese al recorte tuvo que recurrir en varias ocasiones a ampliaciones de crédito para poder atender todas las demandas de subsidios.
En este contexto asociaciones de padres y madres, ayuntamientos y direcciones de centros educativos comenzaron a organizar bancos de libros solidarios e iniciativas semejantes para paliar el recorte impuesto por la Xunta. Cuando la comunidad educativa ya había tomado la iniciativa para sortear los tijeretazos fue la propia Consellería de Educación, a partir de una iniciativa del PP en el Parlamento, la que comenzó a apelar a la “solidaridad” en la gestión de los libros. El giro acaba de culminarse con la promulgación de la orden que regula el nuevo “fondo solidario” de manuales escolares, que en el período 2015-2016 sustituirá en cuatro cursos el modelo de ayudas parciales por un sistema de préstamo en el que las familias con rentas bajas tendrán prioridad, toda vez que se prevé que no haya libros para todos.