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Feijóo acusa a Sánchez de desgobierno en medio de la gira del PP que lo ha apartado de sus funciones de presidente de la Xunta

Daniel Salgado

16 de marzo de 2022 19:22 h

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Con una mano describe un panorama desolador y “al peor gobierno de España en el peor momento” mientras con la otra receta una política “tranquila, serena y sosegada”. Bajo Pedro Sánchez, añade, reina el desgobierno. Su gabinete vive en “la división y el caos” y, al borde de la Tercera Guerra Mundial, dice, airean sus desacuerdos. Contra esa situación solo caben, en la versión de Alberto Núñez Feijóo, “diagnóstico claro, ideas certeras y decisiones rápidas”, que atribuye al PP. Habla de “pasotismo” de Sánchez cuando él dirige la Xunta por teléfono -así lo explicó su vicepresidente- y lleva semanas inmerso en la trama que derrocó a Casado y lo colocó a él como único aspirante a la sucesión. Así se presentó este miércoles en Santiago de Compostela, en una etapa más en la gira interna que Feijóo comenzó hace seis días y que culminará en el congreso del PP estatal el 1 y 2 de abril en Sevilla.

“España necesita al PP más que nunca. Más que nunca en las últimas décadas”, insistió en una de las ideas fuerza de su campaña. No ahorró adjetivos. La situación internacional es preocupante, la económica crítica y la social, grave. “La recuperación de un país que ya no iba bien se está frenando”, adujo. No aludió en ningún momento a la pandemia de coronavirus que paralizó las economías mundiales entre 2020 y 2021. Y mucho menos a que el PP decidió dedicarse, en pleno agravamiento de la coyuntura europea, al magnicidio interno después de que su casi ex líder Pablo Casado denunciase la corrupción relacionada con los manejos de Isabel Díaz Ayuso y su familia. En realidad, no ha acabado: el todavía presidente de la Xunta ha reducido su agenda institucional y se ocupa sobre todo de la recomposición interna de los populares.

Nada de eso le impide erigirse en jefe de la oposición a Sánchez y adalid moral de lo que hay qué hacer. Tampoco se extiende mucho sobre el particular, más allá de su defensa de la bajada de impuestos -a veces, con sonoros patinazos incluidos. “Para darle lo que España necesita estamos aquí”, proclamó entre aplausos, “ilusión, unidad y esperanza”. Y el ejemplo que puso fueron sus 17 años al frente del PP gallego y sus 13 en la Xunta de Galicia. No mencionó logros concretos de gestión, que muchos analistas en el mejor de los casos consideran mediana, pero sí de política electoral. Es lo que pretende trasladar al escenario estatal: “El PSOE no gobierna en la Xunta. El nacionalismo grita pero no manda. Podemos no está ni en el gobierno ni en el Parlamento. Y el centro derecha se encuentra bajo una única marca”. La foto es, sin embargo, parcial. El PP no tiene ninguna de las alcaldías de las siete ciudades de la comunidad, los socialistas lideran -en pactos con el BNG- tres de las cuatro diputaciones y todavía en 2019 perdió las elecciones generales.

“Hemos querido demostrar que la política nacional se hace en cualquier parte del territorio nacional”, teorizó. Su hoja de servicios al respecto, “dirigir una nacionalidad histórica y ser leal al Estado” o “parar al independentismo con firmeza, sin insultos y sin sometimientos”. También dijo que se puede gobernar un territorio con dos lenguas “sin enfrentar a ninguna de ellas”, pero esto dista de ser cierto. En su primera campaña electoral se apoyó en grupos contrarios a la enseñanza del gallego en la escuela pública y el de Feijóo fue el primer gobierno de la historia de la autonomía que legisló para reducir la lengua propia de Galicia en la educación. En todo caso, con esas alforjas se propuso reunificar a las derechas “del ala más liberal al ala más reformista” sin renunciar “a ningún ciudadano, ni de centro ni de derechas, ni a los socialistas que no están dispuestos a votar al partido sanchista”. Más allá de sus vaivenes discursivos, sus contradicciones o sus plácet a los acuerdos con Vox, no ofreció pistas definidas de cómo lo hará.

Feijóo cerró su acto en Santiago, en la descomunal Cidade da Cultura ideada por Fraga Iribarne y cuyos usos todavía no están de todo perfilados, con un canto a Galicia. Según él, “principio y fin de todo”. Lo afirmaba 24 horas más tarde de asegurar su deseo de volver a vivir en Madrid, “donde hay libertad”. Pero esas declaraciones las había pronunciado el martes y a su lado se encontraba Isabel Díaz Ayuso, su principal aliada interna en el golpe contra Casado y su ascensión a la presidencia del PP español.