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Feijóo usa desde 2009 los muebles del bipartito de los que prometió deshacerse

El 27 de febrero de 2009 Galicia vivía el último día de una durísima campaña electoral. Emilio Pérez Touriño celebraba los últimos actos antes del cierre, en el mercado ganadero de Amio, en Santiago, junto a José Luis Rodríguez Zapatero. Anxo Quintana se preparaba para el que iba a ser el mayor mitin de la historia del BNG, con más de 6.000 personas en Vigo, con la agria sensación de unas encuestas no publicadas que auguraban el fin del bipartito. En esa jornada los diarios impresos recogían alguna de las promesas lanzadas por el aspirante del PP, Alberto Núñez Feijóo, en su mitin vigués: los muebles comprados por el gabinete de Touriño en la remodelación del área de la Presidencia, en la sede de la Xunta, desaparecerían de las dependencias oficiales si él llegaba al poder. Siete años después, siguen donde estaban.

Los muebles en cuestión, adquiridos en 2006 tras las obras del bloque central del complejo administrativo, a finales de 2005, habían sido artillería de campaña tras la publicación en el diario ABC de una información según la cual su coste había rondado los 200.000 euros. Pese a las fechas de las obras, a apenas seis días de las elecciones el director de la campaña de Feijóo, Alfonso Rueda, replicó a la publicación de la noticia dando por confirmado que Touriño estaba comportándose “como el sultán de Brunéi” mientras “Galicia atraviesa la peor crisis de las últimas décadas”. Los muebles, proclamaba, eran un “insulto a la dignidad de todos los gallegos”, más todavía porque habían sido suministrados “por empresas catalanas”.

Mientras el secretario general de los conservadores, actual vicepresidente, acusaba al todavía presidente de la Xunta de haber cometido un “delito moral” por “derrochar lo que niega para prestaciones de la dependencia”, en la caravana electoral de los socialistas la consigna era clara: no entrar a la confrontación directa con estas acusaciones del PP. Se trataba de mantener el tono presidencial de la campaña. Por su parte, el candidato del BNG, Anxo Quintana, pasaba a una estrategia de denunciar ser víctima de una “campaña de mentiras y difamaciones”. En esas jornadas, cargos populares como José Luis Baltar y miembros del círculo más próximo al candidato popular habían difundido diversas insinuaciones sobre la vida personal del nacionalista, incluso llegando a sugerir que había cometido actos de violencia machista -el área de Igualdad dependía del BNG-.

Con los socios del Gobierno estupefactos -pero intercambiando, no obstante, diversas críticas entre sí- llegó el tramo final de la carrera a las urnas. En su acto de Vigo el candidato Feijóo proclamó que, en cuanto llegara a la Presidencia, iba “a abrir los cajones de la Administración” para “sacar de ellos las infraestructuras que lleven ahí metidas durante cuatro años, paralizadas”. “Por el contrario -agregó- esos cajones de lujo, esos muebles que insultan la dignidad de los ciudadanos, saldrán de los despachos de la Administración”; prometió. A pesar de aquella llamativa promesa los muebles del despacho presidencial son los mismos que en febrero de 2009, y sobre ellos Feijóo y Rueda han mantenido innumerables reuniones y recepciones oficiales.

“El coche de Obama”

En la misma intervención Feijóo abordó otra de las claves de su campaña: el Audi oficial de Touriño que, siempre según el PPdeG, había resultado “más caro que el de Obama” -algún candidato conservador llegó a afirmar en campaña que el vehículo disponía de “misiles”-. El popular prometió que ese automóvil sería puesto a la venta y, efectivamente, así sucedió. El Gobierno gallego se deshizo de él a través de una subasta a la que sólo concurrió una empresa compostelana que habitualmente suministra vehículos a la Xunta y perdió unos 200.000 euros en la operación. Mientras, la marca Audi, fabricante del coche, emitía un duro comunicado sintiéndose “denigrada” por lo que estaba sucediendo en Galicia.

Lo que el actual presidente no cumplió fue la segunda parte de la promesa. Si llegaba al gobierno, había asegurado, iba a utilizar para sus desplazamientos “un coche hecho en Vigo”. Como es sabido, la factoría viguesa de Citroën -compañía que le cedió al PPdeG el vehículo que Feijóo empleó en aquella campaña, según el diario Público- sólo produce monovolúmenes y furgonetas. Concretamente, entonces fabricaba los modelos Berlingo y Picasso y la Peugeot Partner. Así, desde aquellos meses y hasta la actualidad Feijóo viaja en un Citroën C6, fabricado en Francia.