Los efectos negativos de cierto modelo de turismo se han convertido en objeto central del debate político. Santiago de Compostela, la ciudad gallega donde desembocan los caminos que conducen a la tumba del apóstol del mismo nombre, los padece desde hace años. El actual gobierno local, una coalición entre el BNG y Compostela Aberta -candidatura de izquierdas y soberanistas-, ha decidido ahondar en la senda iniciada por las dos anteriores corporaciones, de Compostela Aberta entre 2015 y 2019 y del PSOE entre 2019 y 2023, y tomar medidas: propone establecer una tasa a los visitantes, ha decretado una moratoria en el comercio orientado al turismo en la zona vieja, y ha dejado fuera de la legalidad a 600 de los 800 pisos para alquiler vacacional de la ciudad.
Su alcaldesa, la nacionalista Goretti Sanmartín (A Estrada, 1964), busca un nuevo modelo que no colisione con el acceso a la vivienda, permita una mayor vertebración y cohesión urbana, y respete la vida cotidiana de los vecinos. “Para cambiar es necesaria la colaboración de todas las administraciones”, afirma en conversación con elDiario.es.
¿Qué objetivo persigue la nueva ordenanza sobre pisos turísticos?
Culminar un proceso que había comenzado en mandatos anteriores y que prima los usos residenciales de la vivienda en la ciudad. La norma permite que los propietarios hagan una comunicación previa al Ayuntamiento e indiquen si quieren que su piso tenga hasta 60 días al año de uso asimilado a vivienda [es decir, turístico]. La idea va en línea de la economía colaborativa y piensa en una ciudad universitaria, que puedan tener 10 meses de régimen para los estudiantes y dos de alquiler turístico.
¿El resto quedaría fuera?
En la ordenanza es tan relevante lo que se dice como lo que no se dice. Los informes jurídicos dicen que no se pueden regularizar los usos preexistentes [viviendas turísticas sin permiso municipal]. Al acabar este proceso [iniciado con la mencionada modificación del PXOM, el plan general de ordenación municipal], estamos en mejor disposición para solicitar a la Xunta de Galicia que dé de baja de su registro aquellas viviendas de uso turístico que no tengan título habilitante municipal. La Xunta ha sembrado la confusión al abrirlo y provocar que algunas personas de buena fe se inscribieran pensando que con ese requisito bastaba, pero legalmente debían tener título habilitante municipal.
La propia normativa de la Xunta así lo explicita.
Sí, lo pone, pero jugaron con la gente y se le dijo que esperasen a ver qué decía la ordenanza municipal. Ahora que está culminado el proceso, pues ya no hay excusas para que la propia Xunta dé de baja en su registro las viviendas que no tienen titulación habilitante municipal.
¿Y qué le llega del Gobierno gallego?
Le enviaremos, como es lógico, una notificación, como ya se hizo varias veces, para que den de baja esas viviendas.
¿Cómo va a controlar el Ayuntamiento el cumplimiento de la normativa?
La primera vía es la más fácil, conseguir que la Xunta adecúe su registro a las viviendas que tengan título habilitante municipal. Y evidentemente el Ayuntamiento está haciendo comunicaciones de oficio y peticiones al conjunto de propietarios para, si es el caso, solicitar el cese de actividad.
¿Tienen alguna estrategia para que esas viviendas turísticas que queden al margen de la ordenanza se incorporen al mercado de alquiler?
Una vez culminada la modificación del PXOM, hay que dar más tiempo. Creo que la mayor parte de esas viviendas no van a hacer uso del régimen de los 60 días y sus propietarios las van a pasar al alquiler tradicional a familias y estudiantes. También es necesario, como decía, que la administración a nivel gallego colabore. Para cambiar este modelo turístico necesitamos la colaboración de todas las administraciones.
De alguna manera son medidas experimentales y existe cierta incertidumbre sobre sus efectos.
Lo que creo es que no podemos permanecer parados.
Eso es lo que propone el Partido Popular.
Esperemos a que se regule el mercado, dicen. No, tenemos que tomar medidas decididas y valientes. Ir por varios frentes. No podemos quedarnos solo en la limitación de pisos turísticos. Estamos creando una empresa municipal de vivienda que pueda tener un parque municipal de viviendas en alquiler, pero no se hace en tres meses. O el registro de solares, para que los solares abandonados pasen a manos públicas y pueda construirse vivienda. O que se dinamice la vivienda vacía. Fijar población en Santiago es importante pero en la ciudad histórica es fundamental: introducir una iniciativa novedosa y proteger el comercio tradicional, de proximidad, una zapatería, una carnicería, un supermercado, una mercería, eso es prioritario.
El BNG fue, hace años, escéptico con la tasa turística. En 2023 se abstuvo en la modificación del PXOM que ha desembocado en la ordenanza de viviendas de uso turístico. ¿A qué se debe el cambio de posición?
No creo que hubiese un cambio de posición. Ahora está más que claro. Y las cosas se suceden a un ritmo vertiginoso y hay que atender a las dinámicas y ver en cada momento. Hace un año, al debatir sobre los pisos turísticos, decíamos que podía haber una disposición transitoria que permitiese usos preexistentes y que algún elemento en la modificación del PXOM podía ser mejorable, pero no nos opusimos. Compartíamos completamente el objetivo, favorecer el uso residencial.
¿Y la tasa a los visitantes?
Cuando se hablaba de la tasa turística nosotros decíamos “sí, pero para qué”. Lo importante es para qué. Ahora está más que claro. Hoy tenemos estudios y le hicimos llegar una propuesta al presidente de la Xunta. Hay un clamor social, hay que reforzar la recogida de la basura y la limpieza, el cuidado patrimonial y todo lo que tiene que ver con los informadores turísticos para conseguir descentralizar el turismo y que los flujos no se muevan únicamente en algunas zonas. Todo eso implica recursos. Hay muchas ciudades europeas que la han implantado y emplean la recaudación también para favorecer que haya vivienda en las zonas históricas.
¿Cree que la Xunta permitirá implantarla?
Creo que no le va a quedar otro remedio. Alfonso Rueda nunca se atrevió a decir públicamente en Santiago que no a la tasa turística, porque sabe que la inmensa mayoría de la población de Santiago, independientemente de a quién vote, está a favor. Ninguna persona va a dejar de venir por tener que pagar dos euros. No creo que Rueda se atreva a rechazar la propuesta. Hay alcaldías del PP que van en esta línea. Ahora, también es cierto que si el presidente de la Xunta quisiera, la tasa turística a estas alturas ya estaba implantada. Le hicimos una propuesta el año pasado y dijo que no le servía, que necesitaba más informes. Lo hemos hecho y estamos esperando a que nos reciba, si no, se la haremos llegar.
¿Las administraciones han infravalorado los efectos negativos de este modelo turístico?
Puede ser. Hay estudios universitarios sobre la imagen turística que proyecta Santiago. Si solo proyectamos la idea de que esto es el final de un camino, y no un centro cultural, gastronómico o de investigación, el turismo irá todo en una misma dirección. Tenemos que construir un modelo que valore más nuestra identidad. Está demostrado que cuando la gente cuando está más días en Santiago, gasta más, nos conoce mejor, se mueve más por todo el territorio. Y creo que tenemos una población muy concienciada de la necesidad de cambiar.
¿Qué significa un turismo sostenible para una ciudad del tamaño de Santiago?
Un turismo consciente de la importancia de cuidar el patrimonio y de garantizar el descanso de los vecinos, de respetar nuestras costumbres, y que no se deja llevar por dos o tras ideas rápidas. Podemos equipararlo a la idea de comida lenta que está ahora de moda. Un turismo que venga a pintar, a pasear tranquilamente y conocer sitios, que vaya a ver el Castelo da Rocha, o la Colexiata do Sar, o asista a un concierto de la Real Filharmonía o a una obra de teatro magnífica. Pasar una semana en Santiago y desde Santiago conocer Galicia. Ese es un turismo sostenible. Lo fundamental es la concienciación. Si quiere ver lugares genuinos y auténticos, la gente tiene que respetar nuestra identidad, nuestra manera de vivir, nuestra cultura. Que sepa que va a un lugar distinto y no va encontrar lo mismo que en otras partes. Ese chip cambia si las administraciones apostamos por otra imagen.
¿De qué manera las dificultades del acceso a la vivienda están relacionadas con la masificación turística?
Hubo problemas de vivienda que fueron anteriores a la explosión turística. La especulación lleva décadas expulsando gente de la ciudad, que se marcha a los ayuntamientos limítrofes porque es la única manera de adquirir vivienda en propiedad. Cuando eso también pasa con la vivienda en alquiler y de manera cada vez más rápida, y sobre todo cuando eso afecta de manera muy intensiva a determinadas zonas, que además se vacían de habitantes, se convierte en un problema. Vivienda y turismo están muy relacionadas. Pero hay un problema general de carestía de la vivienda, esa subida del 33% en los precios.
Medidas como la moratoria de establecimientos orientados al turismo o la limitación de las viviendas de uso turístico ¿revertirán el vaciamiento del centro de la ciudad?
Son medidas que ayudan a fijar población, están hechas con esa idea. Primero tiene que haber oferta para que haya demanda. Si conseguimos que los comercios de proximidad y servicios básicos resistan o que no se reconviertan, ayudamos a que la gente no se marche. Pero tiene que ir acompañado de políticas de vivienda. La ciudad histórica no puede orientarse solo al ocio y a la restauración. Tiene que haber diversidad. Debemos defender un modelo de ciudad vertebrada, cohesionada, que haga puentes entre distintos barrios y con tipología diversa. No puede haber un polígono solo comercial, un barrio dormitorio, otro para ir de fiesta. Estamos a tiempo de revertir la situación, aunque la tendencia contraria sea muy fuerte.
El presidente de la Xunta derivaba hacia los ayuntamientos la responsabilidad de las políticas de vivienda.
La empresa municipal de vivienda tendrá como prioridad rehabilitar y recuperar edificios, más que promover nueva vivienda, que lo hará de manera puntual pero que a nuestro juicio es algo que debe hacer sobre todo la Xunta. Lo más importante es adquirir edificios para recuperar. Hay muchos vacíos. Es la medida más potente y transformadora desde nuestro punto de vista.
¿Teme que el conflicto interno del PSOE, desatado después de que sus seis ediles votasen a favor de limitar los pisos turísticos y desobedeciesen las órdenes de la dirección local, afecte a la estabilidad municipal?
Espero que no. En este caso los concejales del PSdeG actuaron con responsabilidad y pusieron los intereses de la ciudad por encima de otros y espero que el Partido Socialista siga actuando así.
Al inicio de su mandato intentó que los socialistas se incorporasen a su gabinete, ¿esa oferta sigue en pie?
En este momento estamos absolutamente centrados en gobernar. Tenemos mucho por hacer. Santiago es un ayuntamiento complejo, se habla mucho de la ciudad histórica pero tiene un enorme rural con muchos problemas. Estamos volcados en trabajar con un equipo muy sólido y muy bien engrasado. En todo caso, estamos abiertos al diálogo y a la colaboración.
Cuando acabe su mandato, ¿cuál sería la huella que le gustaría que dejase su equipo de gobierno?
Una transformación urbana para un ayuntamiento mejor preparado para el cambio climático, más vertebrado y coherente, con más árboles y con menos presencia del vehículo privado, mejor transporte y más presencia de la bicicleta o del ir a pie.