No había un plan preconcebido ni tampoco fue una revelación; más bien, un proceso natural. El fotógrafo Brais Lorenzo y el periodista Javier Fraiz llevaban una década trabajando juntos en Ourense. Un día descubrieron que, durante ese tiempo, aunque sin intención de hacer inventario, habían documentado toda una forma de vida que poco a poco iba desapareciendo: la del rural gallego del interior de las provincias de Lugo y Ourense, esa Galicia vaciada “donde parece que nadie quiere vivir”. Hoy, esa memoria viva -la de lo que se pierde, pero también la de lo que sigue resistiendo- toma forma de exposición fotográfica. Habitar o baleiro (Habitar el vacío) es el primer paso de un proyecto periodístico con vocación de largo recorrido.
“Hay una forma de vivir que se desvanece. Merece ser contada y documentada para que la memoria permanezca”. La frase de Fraiz que aparece en el catálogo de la exposición sintetiza el espíritu del proyecto. Su permiso de paternidad le hace perderse su puesta en marcha con la muestra, coordinada por Tono Arias, que se puede ver hasta septiembre en el Museo do Pobo Galego.
Allí, junto a cuarenta estampas de Lorenzo -algunas de ellas, tomadas para trabajos publicados en elDiario.es-, comparten espacio las voces de los protagonistas de sus imágenes, los vídeos y los textos redactados por las periodistas Cláudia Morán, Lucía Abarrategui y Sergio Pascual. El objetivo, ofrecer a los espectadores una experiencia inmersiva en ese mundo agonizante.
En conversación con elDiario.es, Morán destaca que Habitar o baleiro haya nacido “del periodismo local” y que, frente a los ritmos que exige la profesión, “que no siempre son los que desearíamos”, les permita realizar un proyecto “de largo recorrido, periodismo reposado” del que llama “de ida y vuelta”, el que permite contar hoy una historia y regresar con calma un tiempo después para comprobar cómo sigue todo.
Ese ritmo sosegado es el que este grupo de periodistas -que compaginan el proyecto con sus trabajos diarios- se han marcado para ir dando forma a Habitar. A la exposición “viva”, que esperan llevar a todos los puntos de Galicia que sea posible, añadirán un repositorio web, piezas en medios de comunicación y nuevos textos y audiovisuales.
De la muestra, además de la fuerza de las imágenes de Lorenzo, Morán destaca los testimonios de los protagonistas, “habitantes del rural, sobre todo personas mayores, que vivieron cosas” con las que este grupo de treintañeros “ni soñamos”: desde trabajar a diario con un carro de vacas, vehículo totémico donde los haya en Galicia, hasta “fabricar su propio carbón”.
Crónica de la resistencia
Habitar o baleiro quiere documentar no sólo la desaparición de una forma de vida, sino también la resistencia de quienes no renuncian a ella. Así, puede verse cómo, en lugares como la sierra de O Courel, existen personas que trabajan para que los vecinos cuenten con los servicios que necesitan. “Hasta el pan”, relata Morán ante la ausencia de panaderías en la zona.
Esas comunidades tienen una relación clave con su entorno y las imágenes muestran la importancia de las cuestiones ambientales: la sequía, los incendios forestales o la presencia de parques eólicos y “la convivencia con ellos”. Ahí, la periodista destaca el caso particular del concello lucense de Muras, con apenas 600 vecinos y casi 400 aerogeneradores.
En esta Galicia vaciada -o no tanto- perviven tradiciones, ritos y creencias que pierden fuerza una vez pisan el asfalto de las ciudades. Sin embargo, hay una de ellas que, con sus variantes, forma parte como ninguna otra de la idiosincrasia ourensana: el Entroido (Carnaval). No en vano, el alcalde de Ourense, el populista Gonzalo Pérez Jácome, consideró “un desprecio” que las últimas elecciones autonómicas coincidiesen con esa celebración.
Morán cuenta cómo descubrieron que el Entroido ourensán actúa como “una forma de reivindicación cultural y también del territorio: del lugar en el que nació y al que tiene que pertencer”.
La tercera vertiente de Habitar es la que mira al futuro, a los nuevos vecinos del rural, “gente que vuelve o que llega para quedarse” con un proyecto “sostenible, ecológico, que permite vivir en el campo de forma respetuosa con el entorno”.
Muchas son iniciativas relacionadas con el sector primario, como cooperativas agropecuarias, pero no falta la organización de eventos culturales que sirven como reclamo. “El Agrocuir de A Ulloa -esa comarca del centro de Galicia hoy movilizada contra la implantación de una macrocelulosa- sirvió para que gente que la conoció por el festival haya decidido mudarse allí”. Sin miedo a habitar un vacío que sigue resistiéndose a serlo.