El Hospital de Lugo cumple cuatro años esperando los servicios prometidos por Feijóo
El 26 de febrero de 2011 era, como el de 2015, un achubascado día de precampaña municipal en Lugo y en Galicia. En esa jornada las principales autoridades lucenses y gallegas tenían una cita para inaugurar oficialmente “un edificio moderno y funcional que ya es una realidad más de diez años después de concebirse como proyecto”, el Hospital Universitario Lucus Augusti (HULA). En aquel publicitadísimo acto, Alberto Núñez Feijóo, que llevaba apenas dos años al frente de la Xunta, lanzó una promesa que en la actualidad, justo cuatro años después, es el principal lastre para el Gobierno y el partido que lo sustenta en la ciudad y en el conjunto de la provincia de Lugo: la instalación inmediata de los servicios de hemodinámica, radioterapia y medicina nuclear.
Ante el panel diseñado para la ocasión, Feijóo anunció a los congregados que en ese mismo trimestre su Gobierno iba a licitar los servicios pendientes. Esta, indicó, era la mejor muestra de su “compromiso de que pacientes con dolencias del corazón o de cáncer que antes tenían que desplazarse a Santiago o a A Coruña puedan ser atendidos en su hospital público de Lugo a lo largo de este año”, el 2011. Todo esto sucedería gracias al “esfuerzo contrarreloj” de la Xunta para inaugurar un centro hospitalario que reflejaba el “espíritu de una comunidad fuerte que no se cierra en sí misma a pesar de las limitaciones económicas”. Era, en definitiva, “un paso histórico”.
Su gabinete, explicó en aquel acto el presidente, había trabajado “con agilidad” para “convertir un edificio vacío en un moderno hospital público” con la “última tecnología” en materia de confort pero también en el ámbito estrictamente médico. Las inversiones iban a lograr que el HULA fuera desde ese mismo 2011 el “referente provincial de hemodinámica o radioterapia”. “Cada infraestructura que se abre, cada servicio que se mejora, tiene una trascendencia importantísima para Lugo”, son “posibilidades que nacen y hacen nuestra tierra más fuerte, más competitiva y más igualitaria”, concluyó aquel día.
La situación cuatro años después
Cuatro años después, solo uno de los tres servicios prometidos por Feijóo está en marcha y aun así de manera parcial. Es lo de hemodinámica, el encargado de atender infartos, que funciona desde comienzos de 2014 pero solo en horario de oficina, por lo que las dolencias cardíacas que se producen fuera de horas o en fin de semana tienen que seguir siendo tratadas en A Coruña, provocando que solo un tercio de las personas infartadas en la provincia lucense puedan ser atendidas a tiempo, según datos del propio hospital. El jefe de Cardiología del HULA, Carlos González Juanatey, reclamó recientemente la apertura de la unidad las 24 horas, medida que tendría un “impacto indudable” en las cifras de mortalidad y que solo tendría el coste de “contratar a un hemodinamista más”, afirma. La conselleira de Sanidad, Rocío Mosquera, insiste en negarse.
En lo que se refiere a los otros dos servicios, los destinados al cáncer, los últimos pronósticos hablan de media década de retraso, aproximadamente. Después de que el PP recortara la iniciativa legislativa popular que exigía su instalación en seis meses, el Gobierno anunció un nuevo plazo de 18 meses, a contar desde finales de 2014, y después aseguró que ese nuevo horizonte podría ser, finalmente, este 2015, gracias a la resolución definitiva del macro contrato tecnológico que el Sergas tramita desde hace dos años. “Se pondrá en este año 2015 no solo el acelerador lineal [equipación de radioterapia] sino también la medicina nuclear”, afirmó Feijóo el pasado mes de enero.
Movilización vecinal y confrontación política
Los cuatro años de espera no solo traen consigo las consecuencias evidentes de una atención deficiente a los infartos o al cáncer, sino también una creciente indignación en Lugo. Después de los últimos acontecimientos, la plataforma ciudadana que viene reclamando la instalación de los servicios advirtió de que sus protestas “van a arreciar” en los próximos tiempos, incluyendo la celebración de una manifestación en los últimos días de la campaña electoral municipal. Mientras, intentan averiguar a través del Valedor do Pobo (Defensor del Pueblo gallego) los datos de mortalidad del HULA que el propio Sergas les niega y trabajan para empapelar la capital lucense con carteles y banderolas con su reivindicación. “No podemos tolerar que muera gente porque al Gobierno se le antoja”, resumió en declaraciones a este diario el coordinador del colectivo, José Manuel Carballo.
Mientras tanto, en el ámbito puramente político uno de los dirigentes más perjudicados por el conflicto está siendo el aspirante del PP a la alcaldía de Lugo, Jaime Castiñeira, que en las últimas fechas se viene esforzando por mostrarse como garantía de la instalación de las equipaciones del HULA. A su vez, el pleno de la Diputación provincial aca de sabacar adelante una declaración de “persona non grata” para la conselleira de Sanidad, que tendrá también su réplica en el Ayuntamiento lucense. El presidente de la Xunta, por su parte, proclama cuatro años después del inicio de la historia que el bipartito “dejó vacío el edificio” del hospital. “Cuando lo hicieron no había sala de hemodinámica y no habían previsto poner radioterapia, y ahora se está comprando el acelerador y se va a poner medicina nuclear”, le replicó este miércoles al PSdeG en el Parlamento.