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“Es importante que en la referencia a los crímenes del franquismo aparezca también Fraga”

Monge (centro), en una presentación de su libro

Marcos Pérez Pena

La querella de la justicia argentina contra los crímenes cometidos por la dictadura franquista coge fuerza, a pesar de los obstáculos impuestos por el Gobierno y la justicia española. Avanza gracias al impulso de las víctimas de la represión y sus familias y al trabajo de entidades como la Comisión por la Recuperación de la Memoria Histórica de A Coruña (CRMH), de la que fue presidente Manuel Monge. Monge ha recogido buena parte de la actividad y de las reivindicaciones de la CRMH en A historia secuestrada polo franquismo (Edicións Laiovento), “un libro que pretende recuperar la memoria de estas personas, una memoria que ha sido ocultada y falseada durante décadas”, y que este miércoles fue presentado en la Galería Sargadelos de Lugo.

No es casual la elección de Lugo para esta nueva presentación de la obra. En unas semanas se votará en el pleno municipal de la ciudad la moción para cambiar el nombre de varias calles, y entre ellas podría haber una que llevara el nombre del ex presidente de la Xunta y ex ministro franquista Manuel Fraga. La propuesta generó polémica y el BNG ya anunció su voto contrario, mientras que en el seno del PSdeG-PSOE habrá libertad de voto. Esta tarde, además del libro de Laiovento, se presentará en Lugo el número 3 del folleto Cadernos Republicanos, editado por la CRMH, y que está dedicado a Fraga, bajo el título Camarada Fraga e eas Vítimas da Represión Franquista. Monge asegura que “vamos a explicar la participación de Fraga en la represión y su relación con las víctimas de la dictadura” y añade: “esperemos que a la presentación acudan Orozco y los concejales del PSdeG-PSOE, que están invitados, y que pueda influir de alguna manera en su voto, para que voten en contra”.

Hablando de Fraga, fallecido hace dos años, la querella llega tarde para que pueda sentarse en el banquillo de los acusados...

En el caso de Fraga, efectivamente llegamos tarde para que pueda comparecer, pero no llegamos tarde para que en la propia causa aparezca. Para nosotros es importante que en la referencia a los crímenes del franquismo aparezca también como ministro de la dictadura Manuel Fraga. Estamos hablando de todo lo que pasó hasta que llega la democracia, no hablamos de lo que pasó después: unos acabaron siendo diputados, otros fueron presidentes de la Xunta, otros acabaron siendo presidentes de empresas eléctricas, como Martín Villa. No hablamos de eso, hablamos de su responsabilidad como miembros del Consejo de Ministros.

¿Confías en que la querella vaya adelante y que suponga una reparación para las víctimas?

Es una posibilidad real y con protagonistas gallegos: Darío Rivas, que es un joven de 90 años, que há movilizado a muchas organizaciones para conseguir que la justicia argentina leve a cabo esta investigación sobre los crímenes del franquismo. Cosas que hace una década parecían inviables, como que en Argentina se pudiera juzgar a los torturadores y golpistas, hoy son una realidad. En 2003, hace diez años, se derogaron en Argentina las leyes de amnistía, y hasta ese momento no se podía juzgar a los responsables de la represión: si eso pasó allá, ¿por qué no va a ser posible en el Estado español? La ONU ha enviado varias veces delegaciones a España y el Alto Comisionado para los Derechos Humanos le remitió al Gobierno español una sugerencia para que derogue la Ley de Amnistía. Y el Estado español, como miembro de la ONU, tiene que acatar las resoluciones y los consejos de este organismo. La represión de la dictadura constituye un crimen contra la humanidad y como tal no prescribe: por eso esa puerta está totalmente abierta y solo depende de una decisión política, que tendrá que tomar el Gobierno. Tanto el PP ahora, como antes el PSOE, se negaron a declarar anulada esa Ley de Amnistía.

La Justicia argentina está devolviéndole a España lo que hizo el juez Garzón con el beneplácito de la Audiencia Nacional: llevó a Pinochet de Londres a Chile para que fuera juzgado, y abrió todo un proceso para que se juzgaran todos los crímenes cometidos durante las dictaduras argentina y chilena. Pero cuando Garzón quiere hacer lo mismo en España, le paran los pies y dicen que 'aquí no se investiga nada'.

Esa es la vía judicial, y tu libro trabaja en otra vía: la de la investigación histórica, la de la información, la de la memoria... ¿Es imprescindible desmontar mentiras y ocultaciones aún existentes?

Desde un primero momento se habló de “guerra civil”, entendida como un enfrentamiento entre dos bandos, y parece que eso lo justifica todo: “como hay una guerra, hay atrocidades por los dos bandos”, y eso no es cierto. Y mucho menos en Galicia, donde no hubo dos bandos: aquí hubo un genocidio, una matanza calculada de una serie de personas por su ideología o adscripción política, más de seis mil personas en toda Galicia, más de 600 en A Coruña. El auto de Garzón lo que nos recuerda es que después de 35 años de democracia siguen en las cunetas más de 150 mil personas y 30 mil niños fueron robados por el franquismo. El libro pretende recuperar la memoria de estas personas, una memoria que fue ocultada y falseada durante décadas.

Y también recoge la actividad de la CRMH...

Sí, el libro también recoge las rutas que hicimos durante años en la CRMH de A Coruña, rutas por las casas de las personas que habían sido represaliadas. O las campañas educativas que llevamos a cabo, por ejemplo hasta conseguir el cambio en el nombre del hospital. Todo el mundo hablaba de Juan Canalejo, y la mayoría pensaban que había tenido algo que ver con la medicina y que por eso se llamaba así el hospital. E hicimos una campaña titulada 'Juan Canalejo no era cardiólogo', que consiguió que la gente se preguntara 'entonces, ¿qué era?'. Era un fascista, era un terrorista y era el jefe de la Falange de A Coruña. Y lo mismo con el tema de Millán Astray, que había llegado a ser denominado por el actual alcalde de la ciudad como 'coruñés de pro'. Estas campañas fueron muy provechosas para desmontar todo el entramado y la simbología franquista que había en la ciudad y cuya eliminación se aprobó, pero muchas de ellas continúan porque Negreira se niega a ejecutar y acatar el acuerdo plenario que existe desde hace cinco años.

También hablamos de los campos de concentración que hubo en Galicia, sobre todo de los más próximos a A Coruña, como el que había en Betanzos y donde estuvo Vicente Ferrer. El libro también se ocupa de las batallas que quedan, como la batalla de Meirás, que seguimos con la lucha para que regrese al patrimonio público. Y la batalla de la información: para que la gente cambie de opinión, primero tiene que estar informada.

¿Cómo analizas desde la actualidad la Ley de Amnistía, que en realidad era una demanda del antifranquismo, pero que acabó sirviendo para evitar juzgar a los represores?

Nadie puede decir que conseguir que regresara la democracia de manera pacífica no fue algo positivo, pero lo que no es aceptable es que esa Transición supusiera en la práctica una ley de punto final. Yo fui beneficiado por la Ley de Amnistía, y luché por ella; cuando salíamos a la calle en los años setenta reclamábamos 'libertad, amnistía y estatuto de autonomía'. Yo, que soy maestro y estaba vetado, volví a trabajar gracias a esa ley, y muchas personas salieron de la cárcel gracias a ella. El problema es que en la práctica supuso una ley de punto final, pero eso es inadmisible, porque los crímenes de lesa humanidad no prescriben.

¿El libro habla también de Fraga?

La decisión de presentar el libro en Lugo este mes no es casual. Hay un debate abierto ahora en la ciudad sobre la decisión de dedicarle una calle a Fraga. Y el libro trata también el tema del 'Camarada Fraga', que es como era conocido Manuel Fraga por los fascistas, y así aparece en documentos oficiales, en el BOE, cuando cesa como jefe de las asociaciones de Falange: en esa referencia Franco le agradece de esa manera los servicios prestados.

Portada del libro

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