La portada de mañana
Acceder
La declaración de Aldama: “el nexo” del caso Ábalos apunta más arriba aún sin pruebas
De despacho a habitaciones por 1.100 euros: los ‘coliving’ se escapan de la regulación
Opinión - ¿Misiles para qué? Por José Enrique de Ayala

“Es lamentable la falta de movilización social durante el juicio del Prestige”

Pedro Trepat, abogado de la plataforma Nunca Máis, hace balance de un juicio sobre la catástrofe del Prestige que ha durado nueve meses y que espera sentencia para después del verano. Espera que esta sea “ejemplarizante”, insiste en la ausencia de responsables políticos que deberían haberse sentado en el banco de los acusados, censura la actitud de López Sors y no duda en criticar la falta de movilización social durante el proceso. “Falta conciencia cívica en este país”, asegura.

¿Qué balance hace del juicio?

Hago una valoración positiva por el simple hecho de que se llegara a celebrar. Lo negativo fue la dilación tan indebida que se produjo en su celebración, pero las infraestructuras, la dotación y los medios fueron más que correctos para la trascendencia e importancia del juicio, que se celebró de una manera también correcta en lo procesal. Veremos lo que dice la sentencia, pero permitió tener una visión clara de lo que fueron los ámbitos de responsabilidad.

¿Qué espera de la sentencia?

Espero que cree un precedente para futuros casos y que sea ejemplarizante. El propio hecho de que cargos importantes del Gobierno, como el caso de un director general, tengan que asumir su condición de imputados en un proceso tan largo ya crea un precedente, pero este se vería muy reforzado si eso se convirtiera en una sentencia condenatoria, porque denotaría la falta de diligencia y la imprudencia cometida por López Sors. Se busca una sentencia no vengativa, pero sí pedagógica y ejemplarizante.

Nunca Máis y otros muchos colectivos insisten en que López Sors cargó con lo que deberían haber cargado otros muchos...

Siempre lo dijimos. Hay responsables políticos por encima de López Sors que deberían estar sentados en el banco de los acusados porque las decisiones seguramente emanaron de ellos. Lo cierto es que en un proceso penitenciario tiene que haber unos indicios de criminalidad que en este caso no se pudieron concretar, entre otras razones porque el señor López Sors actuó como un pararrayos, insistiendo desde el principio en que las decisiones las había tomado él y que únicamente las comunicaba, pero que nunca había recibido órdenes de más arriba. Ante eso, y ante la inexistencia de otro tipo de pruebas y aunque las sospechas estén ahí, no se pudo dar ese paso adelante porque estamos hablando de una jurisdicción garantista.

¿En qué situación queda la Justicia cuando el propio presidente del tribunal dice que faltan responsables por sentar en el banco de los acusados?

No queda en mal lugar. Muchas veces hay un ámbito previo de instrucción en el que no es la propia administración de Justicia la responsable de la investigación, ya que que corresponde a organismos policiales u otros estatales que son los que tienen que facilitar elementos probatorios. La Justicia tiene que trabajar con lo que le ponen delante y actuar en su ámbito competencial y lo que entra dentro de la causa. Por lo tanto, no siempre se le puede atribuir a la Justicia la responsabilidad de que no se depuren todas las responsabilidades.

¿Qué le parecieron las intervenciones de López Sors en el juicio?

Me impactó algo López Sors porque vi a una persona muy contradictoria, muy desorientada. Era muy diferente a la persona que yo había visto en la fase de instrucción, pero entonces gobernaba Aznar, él era director general y estaba amparado de facto por el fiscal jefe, que más que como acusación actuaba como defensa. Entonces tenía una actitud prepotente y maleducada. Diez años después, fuera de las esferas de poder y de aquella protección, y teniendo que aguantar nueve meses sentado entre los acusados, la persona ya no es la misma.

¿Y la de Álvarez Cascos?

Cascos adoptó la típica actitud que se le presupone, aquella de una persona que sabe que va como testigo y que diga lo que diga no le va a suponer nada. En la declaración de Álvarez Cascos, y también en la de Fernández de Mesa, no hubo nada que no esperara.

¿Fue la reacción del capitán Mangouras la esperada?

En los primeros momentos lo que se buscó con Mangouras o incluso con el jefe de máquinas, que me parece inadmisible que estuviera imputado por desobediencia, fue a buscar un cabeza de turco. Un capitán tiene unas funciones dentro de un barco y entre ellas no está el conocimiento exacto de la situación estructural, pero sí un conocimiento del estado general del buque. Otra cosa es que las decisiones que tomó fueron valientes en el momento más acusado del siniestro. Permaneció a bordo, salvó a los tripulantes y arriesgó su vida y eso, en el mundo del mar, genera una gran solidaridad porque como profesional actuó de forma impecable. Su actitud y la del jefe de máquinas fue muy correcta en el juicio y agradecieron las muestras de solidaridad. Por el contrario, López Sors fue seco, se limitó a agradecer el trabajo de su abogada y no tuvo ni la típica diferencia que se concede en el último turno de palabra.

Será difícil cobrar las indemnizaciones...

Aquí hay dos cuestiones. Primero están los perjudicados, y en este caso el único responsable con solvencia en caso de condena es el Estado. Luego está la parte que le correspondería recuperar al Estado y en este caso lo tendrá difícil porque los otros posibles responsables carecen de solvencia. Nunca Máis fue la única de las acusaciones que intentó que ABS estuviera en la causa porque es la única parte solvente, pero la Abogacía del Estado y otras acusaciones institucionales se opusieron. Hoy en día todas las responsabilidades civiles y penitenciarias de ABS están prescritas y es la única de las partes dentro del entramado del barco que podía asumir, en el caso de condena contra este entramado, las responsabilidades civiles y resarcir el Estado de los gastos que asumió.

¿Echó de menos más presión social, habida cuenta la que sí había habido diez años atrás?

Obviamente. Este es uno de los aspectos más lamentables del juicio. Reconozco que no se puede mantener una conciencia cívica masiva cuando pasa tanto tiempo, pero aquella contestación de hace una década sería muy deseable para nosotros, los últimos de Nunca Más, que hubiésemos tenido un cierto apoyo social que fue casi inexistente. Fue lamentable, más que para nosotros para el propio país. Fue muy negativa esta falta de respuesta social, aunque haya sido proporcional al período de tiempo que ya había pasado.

¿A qué cree que se debió esta falta de movilización?

Se debe a que políticamente el Prestige está amortizado y a que en este país, muchas veces, se detecta la opresión de manera más primaria, pero no se detecta la presión más superestructural. La gente responde de manera más activa a aquello que es más primario, pero ya se requiere un nivel de conciencia cívica mayor, que no existe aquí, para seguir manteniendo un nivel idóneo a esa opresión que no es tan visible. Lo que pasa es que hay una falta de conciencia cívica en el país.