El período de interinidad en el PSOE gallego se aproxima a su fin. Al menos formalmente. Dos meses y medio después de que Valentín González Formoso se impusiese en las primarias por la secretaría general del partido a Gonzalo Caballero y a un mes del congreso que lo ratificó y renovó la cúpula, los socialistas decidirán este sábado el sustituo de este último en la portavocía parlamentaria. Sobre la mesa, el nombre de tres diputados: Luis Álvarez, elegido por Lugo y próximo al ex secretario general Xosé Ramón Gómez Besteiro, y Leticia Gallego o Julio Torrado, elegidos por Pontevedra.
La nueva dirección del PSdeG no cuenta con muchas más opciones dentro del grupo parlamentario. Caballero había confeccionado a su medida las listas que compitieron en las elecciones de julio de 2020 y que se quedaron en los mismos 14 escaños de la legislatura anterior. Y, lo que todavía sentó peor entre las bases, en la misma tercera posición en la Cámara, esta vez detrás del PP y del BNG. Los resultados, obtenidos tras una campaña que destacados miembros de la organización consideraron excesivamente seguista de Madrid, no se compadecieron con las expectativas en la órbita socialista. Los críticos no tardaron en aflorar.
Caballero se defendió aferrándose a que, bajo su mandato, el PSdeG había crecido electoralmente en todas las convocatorias que le había tocado enfrentar: las generales de 2019, las municipales de ese mismo año e incluso las gallegas, aunque en este caso sin que el punto y medio de crecimiento se tradujese en más asientos. No le sirvió de nada. Tampoco que los socialistas presidan tres de las cuatro diputaciones y cinco de las siete ciudades de Galicia. La entente construida alrededor de los socialistas coruñeses, con González Formoso -alcalde de As Pontes (A Coruña) y presidente del ente provincial- como cabeza visible acabó por arrebatarle el puesto de secretario general. Lo hizo el 30 de octubre del pasado año en unos comicios internos en los que alcanzó el 58,8% de los votos.
Pero esa cifra escondía letra pequeña. Gonzalo Caballero había vencido en las dos provincias del sur, Vigo y Pontevedra. Formoso en el norte, Lugo y A Coruña. Apoyado en esa realidad, el todavía portavoz parlamentario decidió acudir al Congreso Nacional de los socialistas gallegos el 7 y 8 de diciembre a presentar batalla. Su escenificación fue incluso bronca, con acusaciones de tongo y de manipulación dirigidas desde su entorno a la mesa presidida por el alcalde de Santiago de Compostela, Xosé Sánchez Bugallo, aunque escasísimo debate político ideológico. Finalmente no fue capaz de presentar candidatura propia al Comité Nacional del partido -su máximo órgano entre congresos-, pero no bajó las armas.
Caballero anunció que seguiría como diputado y se plegaría a lo que el partido ordenase. Al tiempo, intensificó su agenda pública, convocó a la prensa varias veces a la semana y confrontó con Núñez Feijóo en la última sesión de control parlamentario de 2021. Hombres y mujeres próximos a él optan ahora a las cuatro direcciones provinciales del Partido Socialista, que se dirimirán en primarias el 30 de enero. Durante esas mismas semanas, Valentín González Formoso dejó de prodigarse como líder del PSdeG y volvió sus labores en la Deputación da Coruña y como regidor.
Algunos analistas intepretan que Caballero no hace más que preparar una nueva batalla, aquella en la que se decidirá el próximo candidato socialista a la presidencia de la Xunta de Galicia y que también se resolverá por primarias. El propio González Formoso ha mostrado igualmente su disposición, tras descartar la opción Gómez Besteiro, en proceso de rehabilitación política tras sus problemas judiciales. La segunda vuelta de la batalla interna de los socialistas gallegos parece servida.