El gallego ya no es la lengua más hablada en Galicia. Así lo considera la Real Academia Galega (RAG) en el análisis de los datos de la última encuesta del Instituto Galego de Estatística (IGE) sobre conocimiento y uso de la lengua gallega, publicada el pasado octubre y que reveló el gran retroceso de la misma entre la población más joven. La Academia certifica que, por primera vez desde que existen registros, el gallego ha perdido su condición mayoritaria y se acerca “peligrosamente al umbral del colapso”. No duda en identificar responsables de la situación: la Xunta de Galicia. “La responsabilidad es de toda la sociedad gallega, pero muy fundamentalmente de quien tiene el gobierno y dispone así de los mecanismos de actuación y planificación”, señala, “la primera responsabilidad es, por tanto, del Gobierno gallego”.
El informe de 75 páginas que desgrana las cifras del IGE -un organismo que depende de la propia Xunta- lo firman el académico Henrique Monteagudo y los miembros del Seminario de Sociolingüística del ente Xaquín Loredo y Gabriel S. Vázquez-Grandío. Sus conclusiones son demoledoras. “Por primera vez el gallego pierde la condición de lengua habitual de la mayor parte de la población”, asegura. En dos décadas, el número de gallegohablantes descendió en 400.000 personas. El de castellanohablantes subió 380.000. Entre los jóvenes, la tendencia es aún más adversa. La respuesta de “habla siempre en gallego” o “más en gallego que en castellano” suponen el 16% entre la población de 5 a 14 años, unas 34.000 personas. En castellano son 180.000. “La caída en las dos décadas que van desde 2003 a 2023 es descomunal”, apunta.
Casi ninguno de los medidores del IGE arroja dinámicas positivas para el gallego. La lengua inicial del 34% de la población actual -2.699.424 habitantes, según el INE- es el gallego, la del 33% el castellano y la del 29%, ambos idiomas. Pero el monolingüismo inicial en castellano es opción mayoritaria en los menores de 50 años, “adquiere proporciones aplastantes en los menos de 30” y, de manera alarmante, en los de 5 a 14 años. En esta última fracción, se redujo de los 70.000 detectados en 2003 a los 23.000 contabilizados 20 años después.
Estos números sobre la lengua inicial son apenas la punta del iceberg. Así lo entiende el informe de la Academia cuando señala el diferente desarrollo de los hablantes iniciales en castellano y en gallego. “La mayoría de los individuos que aprenden a hablar en castellano mantienen su lengua y tienden hacia prácticas monolingües”, dice, “mientras que los que aprendieron a hablar en gallego mantienen menos su lengua y tienden más hacia las prácticas bilingües”. No solo eso, aquellos que declaran haber aprendido a hablar en gallego y castellano “acaban priorizando el castellano”. Una legislación educativa -aprobada en solitario por el PP de Feijóo en contra de la comunidad educativa, partidos y sindicatos- que ha limitado la presencia de la lengua propia, el brutal recorte de las partidas presupuestarias destinadas a normalización lingüística por la Xunta de Galicia o la enorme presión ambiental del castellano son algunas de las explicaciones que manejan los especialistas en el asunto.
La Real Academia desmonta además uno de los argumentos con los que el Gobierno gallego y el partido que lo sostiene, el PP, se han defendido de las críticas por los datos del Instituto Galego de Estatística, el que culpa a la inmigración del crecimiento del castellano. “El incremento del número de castellanohablantes se alimenta, hasta cierto punto de un aumento de la inmigración”, indica, “sin embargo, esto explica de ninguna manera el retroceso del número de gallegohablantes, en una cifra superior a los 50.000 individuos”. Y añade que incluso “cabe preguntarse” por qué el sistema educativo no garantiza la competencia en gallego de la juventud migrante. Pero esta falta de competencia en el idioma propio de la comunidad afecta a toda la franja de población en edad escolar.
Los medios y los fines
“El modelo educativo actual no está cumpliendo el mandato de la Lei de Normalización Lingüística”, afirma. La norma recoge en su artículo 14.3 que las autoridades educativas de la comunidad “garantizarán que al finalizar los ciclos en los que la enseñanza del gallego es obligatoria, los alumnos conozcan este, en sus niveles oral y escrito, en igualdad con el castellano”. No está sucediendo, como la propia Academia ya ha demostrado en otras ocasiones. Ni siquiera cumple con los principios del denominado Decreto del Plurilingüismo, que en su artículo 4 dice que el primer objetivo es la “garantía de la adquisición de una competencia en igualdad en las dos lenguas oficiales en Galicia”.
La Academia ya ha reclamado la derogación del mencionado decreto, que Feijóo impuso en 2010 como resultado de su ruptura unilateral de los consensos políticos sobre el gallego que operaban desde la época de Fraga Iribarne en la Xunta de Galicia. La oposición al PP también lo reclama. En las últimas semanas, y dentro de las conversaciones que el conselleiro de Cultura, José López Campos, ha iniciado con BNG y Partido Socialista de cara a alcanzar un “Pacto pola Lingua”, han insistido en ello. Pero el Partido Popular, al tiempo que asegura buscar un acuerdo, se niega a retirar una norma que, por primera vez desde la caída de la dictadura, redujo la presencia del gallego en la escuela y lo prohibió para enseñar asignaturas científicas. En una reciente entrevista en ABC, López Campos confirmaba que “la base del decreto no se va a tocar de ninguna manera”, y entendía por base “la libertad y el equilibrio lingüístico”. A juzgar por el análisis de la Academia y los datos del IGE, ninguna de las dos cosas existe, siempre en detrimento del gallego.
“Lo que hay es una disonancia entre los objetivos de la ley y las fórmulas aplicadas para lograrlos”, considera al respecto la institución que preside el profesor y escritor Víctor Freixanes, “el cambio en el modelo educativo es imprescindible para conseguirlos, pero no es suficiente para revertir la situación, sino que debe ir acompañado de un conjunto más amplio de medidas, no solo en el ámbito de la enseñanza reglada”.
La geografía actual del idioma
El informe de la RAG también dibuja una suerte de geografía actual del gallego en Galicia. “El perfil sociológico de los gallegohablantes es el de un grupo cada vez más avejentado, formado en buena parte por personas con estudios básicos y que viven en comarcas periféricas, con menor renta que la media y cada vez más despobladas”, explica, apoyado en las “variables sociales” de los estudios disponibles. Como ejemplos, mencionan A Costa Morte, el interior de la provincia de A Coruña, el oriente de la de Lugo y las zonas fronterizas de Ourense con Portugal. “Excepto el progresivo envejecimiento, este retrato no ha variado en sus líneas fundamentales en los últimos cincuenta años, si bien ha surgido un perfil minoritario de gallegohablante más urbano, con estudios medio y superiores, y joven o adulto”, puntualiza.
La distribución de hablantes de gallego, abunda, “tiende a territorializarse a áreas discontinuas entre sí”. Asegura que su presencia en las dos principales ciudades, Vigo y A Coruña, resulta “marginal”, al igual que en Pontevedra o Ferrol. Solo en Lugo y Santiago de Compostela, entre las áreas urbanas, la situación de la lengua es “bastante sólida”. Lo que sucede también en algunos pueblos grandes como Ordes y Carballo (A Coruña) o en comarcas con densidad de población, O Barbanza (A Coruña) o A Mariña (Lugo).
“El declive cada vez más pronunciado del gallego se está acercando peligrosamente al umbral del colapso”, concluye finalmente la Real Academia Galega, “a pesar de todo, teniendo en cuenta la notable vitalidad del idioma y el sólido compromiso de sectores significativos de la ciudadanía gallega, esta tendencia es reversible”. Para ello, llama a acuerdos alejados de las conveniencias partidistas que desemboquen “de forma urgente” en políticas eficaces, “con el imprescindible impulso de las instituciones y con el respaldo de la mayoría de la sociedad”.