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“Los que rechazan el vasco, el catalán o el gallego están aceptando ser más ignorantes”

Itziar Idiazabal es coordinadora de la Cátedra Unesco de Patrimonio Lingüístico Mundial de la UPV

Miguel Pardo

Itziar Idiazabal es la coordinadora de la Cátedra Unesco de Patrimonio Lingüístico Mundial de la Universidad del País Vasco (UPV). Catedrática del Departamento de Lingüística y Estudios Vascos y experta en adquisición del lenguaje de niños bilingües y en enseñanza bilingüe, habla con El Diario con motivo del Día Internacional de la Lengua Materna de este 21 de febrero. Desde la cátedra, trabaja para “difundir la idea de que es importante mantener, fortalecer y preservar todas las lenguas, que son fuente de la diversidad” y para luchar también “contra los prejuicios” que hay alrededor de la diversidad idiomática.

¿Cómo ve la visión que en el Estado español hay de la diversidad lingüística?

En el Estado español, al igual que en muchas partes de Occidente, aún prevalece la idea de que el monolingüismo es la opción ideal, tanto desde el punto de vista individual como social. Del Ebro para abajo, en el caso de Euskadi, todavía se sigue hablando del “problema” del bilingüismo cuando el verdadero problema es el monolingüismo. Queda mucho por hacer, tanto en las comunidades bilingües como, sobre todo, en los territorios monolingües.

¿A qué cree que se deben los prejuicios?

Es una cuestión de incultura revestida de toda la ideología que hay y que, en momentos como en los actuales, aumenta la ignorancia y los perjuicios, como aquellos que dicen que cuantos más idiomas se sepan peor se habla o que hay lenguas fáciles o difíciles...

¿Pero por qué se ve como un problema hablar más de una lengua?

Aún se tiende a considerar como problema en lugar de considerarlo como negocio, es verdad. Los ingleses tienen un negocio fabuloso con su idioma, pero los que somos bilingües también deberíamos aumentar nuestro valor porque en realidad somos más valiosos. Aun no vendemos este valor y creo que se podría vender porque desde muy pequeños sabemos que cada uno tiene su especificidad lingüística y que nos esforzamos por aprender los idiomas de allá donde vamos. Los que venimos de comunidades bilingües tenemos mucho que ofrecer al resto del mundo porque el mundo occidental rico tiene mucha ignorancia en este ámbito.

¿Cómo ve desde Euskadi la situación lingüística en Galicia?

Lo que nos llega aquí de Galicia no es mucho y creo que hay mucho desconocimiento. Sí recuerdo los cambios legislativos de Feijóo, la derogación del anterior decreto del bipartito y la idea de la Xunta de permitir los padres elegir cada cierto tiempo el modelo lingüístico. Creo que esto es una aberración. Es cierto que es fundamental implicar a los padres en la escuela, pero no se puede cambiar un sistema educativo cada cierto tiempo ni hacerlo depender de la elección de las familias. Esta medida es totalmente antipedagógica. Puede haber diversos modelos o planes, pero deberían durar por lo menos lo que dura una generación. La cuestión de las lenguas no es un traje que se quita y se pone.

¿Ocurre el incluso en el País Vasco?

Las tentaciones en Euskadi también son grandes y no se libra ninguna corriente política, pero hacer que la educación cambie en función de la corriente ideológica o política es un retraso. Tampoco se puede intentar implantar un mismo modelo para todo el territorio estatal, porque la lengua lo condiciona todo. En el fondo creo que lo que hay es una enorme ignorancia y falta de cultura pedagógica y lingüística.

¿Qué se debe reivindicar desde las comunidades bilingües?

Creo que ya es hora de dejar claro que la gente que es bilingüe está en mejor situación para ser plurilingüe y responder mejor a las necesidades de formación. ¿Qué otra cosa te prepara mejor que emplear dos lenguas, pensarlas, traducirlas...? ¡Claro que los bilingües tienen ventajas cognitivas! Y eso debería ser fácil de entender. Desde Galicia me llegó una frase, que considero muy acertada, cuando se acusaba al Gobierno central de “financiar la ignorancia” en cuanto a la Ley Wert y la posibilidad de no dar clases en la lengua propia y tener paga a opción en castellano. Es una aberración, una vergüenza y una cosa muy retrógrada.

¿Cuál sería el modelo lingüístico ideal para la educación en los territorios con dos idiomas?

Lo que está muy claro es que la lengua materna es absolutamente sagrada para la escuela, pero no siempre, fundamentalmente cuando hay lenguas pequeñas y minorizadas como el gallego, el euskera o el catalán. En estos casos, la educación tiene el deber fundamental de desarrollar esta lengua y la familia sólo no llega para que un idioma se desarrolle. No obstante, los que tienen como lengua materna una grande y poderosa no tienen problema ninguno porque la suya la pueden aprender casi sin ir a la escuela y eso está totalmente demostrado. Aunque el euskera o el gallego sean la lengua primera en casa, necesitan que en la escuela sea tratada como la segunda y protegida de manera especial. Si esto no se hace, nunca se va a desarrollar correctamente.

¿Es la inmersión el mejor opción?

En los modelos de inmersión en el Estado apenas se dan clases en español y cuando los chavales llegan a los 12 años su nivel en lengua castellana es totalmente equiparable al del resto o incluso mejor. Los que vienen de una lengua mayoritaria tienen la suerte de que la van a desarrollar de todos modos porque tienen los medios, la televisión, la familia, las relaciones sociales... Con poco que se haga en la escuela, se aprenden y se desarrollan, por lo que no tienen problema. Entonces, ¿por qué no aprovechar el tiempo para aprender otras lenguas?

¿Es el colegio fundamental?

En los lugares donde hay una lengua minorizada, ésta precisa de la escuela mucho, tanto en Euskadi como en Galicia o Cataluña. Cuanto más se aprenda el gallego, mejor se aprenderá el castellano y eso también está demostrado desde hace mucho tiempo. Priorizar la lengua minorizada en el colegio es positivo tanto para los que la tienen como lengua materna como para los que no. Los que usan habitualmente el castellano no lo pierden y esto es algo de lo que hay que convencer la gente, no porque lo creamos así, sino porque los datos lo demuestran.

¿Pero esto excluye el castellano?

Esto no quiere decir que no haya que hacer nada con el castellano, por supuesto que sí que hay cosas que mejorar, pero también con las lenguas minorizadas. El modelo ideal está claro: las lenguas minorizadas precisan de prestigio y presencia a muchos niveles. También es importante involucrar a los padres para que ellos puedan comprobar que sus niños están aprendiendo correctamente las lenguas.

¿Cómo?

La escuela no puede ir en contra de la familia, sino que la tiene que convencer de lo que es mejor para su hijo. En Euskadi tuvimos la suerte de que pasamos de entre un 10-15% de padres que escolarizaban los niños en euskera a más del 70% de inmersión total o parcial en vasco. Y todo fue por solicitud de los padres, que fueron exigiendo más vasco en la escuela. Los que rechazan la lengua vasca, la catalana o la gallega están aceptando ser más ignorantes porque el español se aprende en cualquiera sitio y a mí me parece genial que así sea porque cuanto más sepamos mejor.

¿Está en la pedagogía con los padres la clave?

Lo ideal y fundamental es convencer los padres y a los centros de que la lengua minorizada es la que más espacio debe tener porque eso beneficia la otra lengua y la una tercera. Cuanto mejor se sepa gallego o euskera, mejor se aprenderá inglés y castellano. Hay que dejar claro que el argumento de que estudiar varias lenguas dificulta su aprendizaje no vale y no es real.

¿Qué supone la Ley Wert en el ámbito lingüístico?

Es tan aberrante que me cuesta pensar que alguien pueda tener esa ley en cuenta. La reforma de Wert considera que debe haber una lengua, la castellana, con mayor consideración y esa insistencia en separar los idiomas por rango es muy grave, no sólo para las comunidades bilingües, sino también para el resto de territorios. Además, restar autonomía a las comunidades también es malo porque la educación fue mejorando a medida que se descentralizó. Lo peor de la pretendida reforma educativa es lo que se propone, pero también el desprestigio que se vierte sobre aquello que no sea el castellano.

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