El Parlamento de Galicia se convirtió este miércoles en la versión subtitulada del Congreso de los Diputados el martes. Y sucedió por obra y gracia de Alfonso Rueda, presidente de la Xunta, que decidió responder a las preguntas de la oposición en la sesión de control -sobre ayudas a las familias y el combate a la inflación- con una glosa del discurso de Alberto Núñez Feijóo en su intento de ser investido presidente del Gobierno central. “Ni pinganillos, ni amnistías, ni independentismo”, dijo apoyado en el argumentario de Génova 13. Mientras, no aclaró cuando habrá elecciones en la comunidad -en julio hará cuatro años de las anteriores-, aunque aseguró que su gabinete elaborará presupuestos para 2024.
Rueda se empleó a fondo en justificar incluso los silencios de su antecesor. El más llamativo, el referido a Galicia cuando enumeró los supuestos compromisos y reivindicaciones de las comunidades autónomas al Ejecutivo central. Feijóo, tras listar los de varios territorios, dio por conocidos los de su lugar de nacimiento y geografía de gran parte de su carrera política y evitó nombrarlos. “Se comprometió con todas las comunidades autónomas excepto con Galicia, y usted, después de pasear por Madrid, viene a Galicia a justificarle”, afeó Ana Pontón, líder del BNG, al presidente gallego. Alfonso Rueda acudió el pasado domingo al mitin manifestación del PP contra la posibilidad de una amnistía de las personas con causas relativas al Procés catalán y el martes a las Cortes para escuchar la intervención de Feijóo. “Es usted un presidente accidental, irrelevante para los suyos, que ha llegado al extremo de votar en contra del gallego [el derecho de su uso en el Congreso] solo porque se lo manda el PP de Madrid”, insistió la portavoz nacionalista.
A esas alturas del debate, Rueda ya se había esforzado en defender que en realidad Feijóo sí había hablado de Galicia, porque había dicho “lo que tiene que hacer el Ministerio de Sanidad” para amortiguar la escasez de médicos o propuesto corregir el Ingreso Mínimo Vital. Fue durante su careo con Luis Álvarez, portavoz del Partido Socialista. Este se había interesado por las políticas de la Xunta “de ayuda a las familias”. Según datos del Instituto Galego de Estatística esgrimidos por Álvarez, en el segundo trimestre de 2023 más de la mitad de hogares gallegos “tuvieron dificultades para llegar a fin de mes” y una tercera parte se vieron obligados a disminuir los gastos básicos. El socialista recordó además que los populares habían votado en contra de topar el precio del gas, de toda regulación de los alquileres, de la subida del salario mínimo o de las pensiones más bajas.
El presidente de la Xunta contraatacó con el “pinganillos, amnistía, independentismo” y denominó “replicante” al diputado socialista por Valladolid Óscar Puente, que el martes respondió, contra todo pronóstico y para desconcierto del PP, al discurso de Feijóo en Madrid. Sobre la materia preguntada, mencionó algunas cifras y medidas de aquí y allá: la gratuidad de las escuelas infantiles y la ampliación del calendario de vacunación infantil entre ellas. Pero sin duda se encontraba más cómodo disertando sobre lo ocurrido en el Congreso. Repitió táctica con Ana Pontón, a quien le reprochó el voto del BNG -cuenta con un parlamentario en Madrid, Néstor Rego- contra la investidura del aspirante de las derechas.
“Usted está obsesionado con Madrid. Lo que tenemos es un gobierno obsesionado con ser útil a Núñez Feijóo”, dijo la nacionalista, que antes había intentando discutir sobre tres propuestas para enfrentar “la crisis de precios”: recuperar la Tarxeta Básica eliminada por la Xunta hace más de un año, hacer compatible el Ingreso Mínimo Vital con la Renda de Inserción de Galicia (Risga) -la Xunta se niega- y crear un fondo de rescate hipotecario sufragado por la banca. Rueda no entró a lo concreto, la acusó como habitualmente de “manejar cifras sin ningún rigor” y presumió de que sus bajadas de impuestos a las grandes fortunas “blindan los servicios públicos”. Y, también como habitualmente, cerró tildando a los nacionalistas gallegos de “cómplices” de Esquerra y Bildu a la vez que “irrelevantes”.