Después de casi cinco años, este lunes arranca en Almería el juicio contra Santi Mina, delantero estrella del Celta de Vigo que se enfrenta a peticiones de cárcel de entre ocho y nueve años y medio de prisión por un delito de agresión sexual. No estará solo en el banquillo de los acusados. Con él se va a sentar otro futbolista -actualmente en la Unión Deportiva Ibiza-, David Goldar, que la acusación particular considera que fue cooperador necesario. La Fiscalía, sin embargo, no le imputa ningún delito. El Celta no ha contestado a ninguna de las preguntas de este periódico respecto al plan previsto para su jugador.
Mina, formado en la cantera viguesa, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en el Celta, con un paréntesis de cuatro temporadas en el Valencia Club de Fútbol. Titular habitual, es el segundo mayor goleador de su equipo esta temporada, por detrás de Iago Aspas, y es una pieza fundamental en la alineación. El club vigués lo recuperó en 2019, cuando los hechos por los que se le acusa de agresión sexual ya habían ocurrido. En diciembre de ese año, tras una reunión de la junta de accionistas, el presidente del Celta, Carlos Mouriño, prometió “tolerancia cero” si el jugador resulta condenado, pero pidió respeto a la presunción de inocencia. Desde entonces, el futbolista ha tenido protagonismo en el campo y ha sido objeto de reconocimientos y homenajes, pero el equipo ha alejado el foco mediático de él, con entrevistas concentradas en el canal del propio Celta en Youtube o en medios de LaLiga y frecuentes preguntas personales, ninguna de ellas relacionada con el proceso judicial al que se enfrenta.
Los hechos denunciados se produjeron en la madrugada del 16 de junio de 2017, cuando Mina era jugador del Valencia. El escrito de la Fiscalía asegura que el futbolista estaba en la localidad almeriense de Mojácar con su amigo David Goldar y “aprovechando” que este se había ido con una chica a la caravana que tenían estacionada cerca de una discoteca, decidió, “con ánimo libidinoso y para satisfacer su apetito sexual”, entrar “completamente desnudo” mientras la pareja mantenía relaciones. La mujer se sentó en la cama y se tapó, a la espera de que Mina se fuese. Lo que hizo él, según el documento, fue decirle: “Mira, chica, tú me gustas mucho y creo que deberíamos hacer algo”. Ella replicó que con quien se había ido era con Goldar.
Aunque salió del vehículo, Mina volvió a entrar un minuto después y, tras repetirle a la víctima que le había gustado mucho, “directamente introdujo su pene erecto y desnudo en su boca sin preguntar”, según la Fiscalía, que añade que ella lo empujó y consiguió que sacase su pene de la boca, pero el jugador la empujó a su vez a ella hacia atrás, la agarró “fuertemente” del brazo derecho y le introdujo tres dedos en la vagina.
El escrito fiscal expone que la mujer sufrió lesiones en la vagina y también en el brazo derecho y la pierna izquierda como consecuencia de lo ocurrido. Añade que “presenta sintomatología ansiosa y depresiva grave relacionada con los hechos” y que su vida cotidiana ha resultado “muy afectada” y tiene un trastorno de estrés postraumático.
La Fiscalía pide para Mina ocho años de prisión por agresión sexual, además de la prohibición de acercarse a menos de 500 metros de la mujer o comunicarse con ella durante 10 años. Reclama también una indemnización de 50.000 euros por el daño moral. El ministerio público no atribuye a Goldar ningún delito, pero la acusación particular lo considera cooperador necesario por no impedir los hechos y solicita también para él una pena de prisión -de nueve años y medio, igual que para Mina-. Ambos están citados a declarar en la primera jornada del juicio, este lunes, 28 de marzo, en la sección tercera de la Audiencia de Almería. Ese día está previsto también que comparezcan la presunta víctima y otros cuatro testigos.
La segunda jornada está fijada para el miércoles, 30 de marzo. Ese día declararán como testigos cinco agentes de la Guardia Civil y tres detectives privados, además de otras tres personas que comparecerán en calidad de peritos. El 31 de marzo, última jornada, deberán declarar otros siete peritos.
Feministas, pendientes del juicio
“No exigimos que lo aparten del equipo, pero nos gustaría que hubiesen apoyado más a la víctima”, señala una activista de la Plataforma Feminista Galega en Vigo, Jéssica Fernández. Asegura que la organización a la que pertenece estará pendiente del juicio y sus resultados y evaluará si organiza algún acto para trasladar su respaldo a la denunciante. Reflexiona sobre la postura del Celta, que califica de “poco tajante”. El equipo, indica, ha homenajeado a Mina y lo ha mantenido en actividades de carácter más social que, recalca, “no forman parte de su contrato y son más un regalo”. Cree que el club debería tener otra actitud cuando hay un jugador “bajo sospecha”. “Estamos hablando de que un juzgado admitió a trámite [la denuncia] porque ve indicios suficientes de delito. No es una acusación en Twitter. No hay que hacer una crucifixión porque esto sería una caza de brujas, pero en todo lo que excede a la competición futbolística deberían [en el Celta] ser más prudentes”, razona.
El club en el que juega Santi Mina no es el único que ha dedicado elogios al futbolista. El pasado 2 de febrero, a punto de que el Celta y el Rayo Vallecano se enfrentasen en un partido de liga, la segunda información de la sección de deportes del telediario del mediodía de la televisión pública gallega estuvo dedicada a los cuatro goles que, en abril de 2015, Mina le metió al equipo madrileño. Fernández lo atribuye a que el fútbol sigue siendo un ambiente “con valores poco igualitarios”. El Celta es, de hecho, uno de los dos clubes de primera división sin equipo femenino. El otro es el Getafe.
Cuando trascienden casos de violencia de género o agresiones sexuales de jugadores, sale a la luz el “compadreo” que hay en el entorno. “Se ocultan entre ellos. El fútbol mira para otro lado”, señala la activista.
La Plataforma Feminista Galega asegura que se movilizará “si hace falta” y que se sitúa del lado de la víctima: “La apoyamos y la creemos”. Fernández añade que el movimiento feminista de otras ciudades y villas gallegas está también pendiente de este proceso judicial.
La Marcha Mundial das Mulleres en Galicia también se ha pronunciado sobre el caso y le ha afeado al Celta que tiña su escudo de morado por el 8M mientras “mantiene el silencio desde 2017” sobre el proceso judicial contra Mina. “Exigimos que el Celta se dote de herramientas para que, de repetirse estos hechos, pueda actuar contundentemente y apartar al jugador de la actividad”, reclaman a través de Twitter. Hacer feminismo, agrega el colectivo, “no es solo una marca corporativa, es condenar la agresión venga de donde venga, es luchar por una relidad más justa”. En una vida “ahogada por la violencia” el silencio “es cómplice”, zanja.