Sólo una mujer ha recibido la Medalla de Oro de Galicia en treinta años

Las mujeres representan el 51% de la población gallega, 1,4 millones frente a 1,3 millones de hombres, correlación que, con ligeras variaciones, se ha venido manteniendo a lo largo de muchos años. Desde hace tres décadas las labores sociales, artísticas, políticas o de cualquier campo que, a juicio del Gobierno de la Xunta, destacan por su servicio al pueblo gallego, reciben la máxima distinción del Ejecutivo gallego, la Medalla de Oro de Galicia, que en este 2016 llega a su trigésima edición -comenzó a entregarse en 1984 y no se concedió entre 1987 y 1989-. En estos treinta años sólo una mujer ha recibido el galardón y, mientras se otorgaron las medallas también en las categorías de plata y bronce, las mujeres fueron el 7% del total de las distinciones.

El próximo día 24 el presidente de la Xunta les impondrá las medallas al grupo Los Suaves, al filólogo Basilio Losada, al arquitecto Manuel Gallego Jorreto y al escultor Francisco Leiro, según el decido en el último Consello del Gobierno. Este reparto, con varios hombres y una entidad o colectivo, ha sido el más habitual en estas tres décadas de las Medallas de Oro y sólo se rompió en una ocasión, en 2003, y entre una fuerte polémica. No en vano, la única mujer que la recibió fue la fallecida Loyola de Palacio, histórica dirigente del PP que al ser galardonada ejercía como comisaria europea de Transportes y recibió la Medalla del Gobierno de Manuel Fraga en plena crisis del Prestige junto a uno de los máximos responsables de la gestión de la catástrofe, Francisco Álvarez-Cascos.

Más allá del contexto, De Palacio es el único nombre de mujer en una lista que ya acumula 69 personas y entidades distinguidas de todos los ámbitos, desde mandatarios internacionales -especialmente en la etapa de Fraga, cuando recibieron la Medalla presidentes de países como Uruguay, Brasil o Portugal- a cargos religiosos, caso del cardenal Rouco Varela, pasando por escritores, artistas y políticos -los últimos, todos los expresidentes de la Xunta, en 2009- y numerosas entidades y colectivos, como la Real Academia Galega, la Editorial Galaxia, el Deportivo de A Coruña o Caixa Galicia. En total, hasta este 2016, 50 hombres, 18 entidades y una sola mujer.

El equilibrio entre hombres y mujeres tampoco se dio, ni de lejos, en los 15 años en que los gobiernos de Fraga concedieron las numerosísimas medallas de plata y bronce, llegando a entregar 41 distinciones en un solo año, el 2001. De las hasta 435 medallas entregadas en aquellos años de abundancia sólo 33 recayeron en mujeres. Se da así la paradoja de que, por ejemplo, hay más restaurantes, colegios, empresas o agrupaciones militares con una de estas medallas que mujeres a las que se les concediera ese reconocimiento público. Entre ellas figuraron, por ejemplo, la atleta Xulia Vaquero, la oceanógrafa Ángeles Alvariño o la escritora María do Carme Kruckenberg.

Así, estos treinta años de historia muestran que los máximos galardones de Galicia tienen un claro déficit de reconocimiento hacia la parte mayoritaria de la población. El registro total de las medallas entregadas asciende a 469, contando ya las de 2016. De ellas, 338 han premiado la labor profesional o social de hombres, 98 están en las vitrinas de entidades, colectivos o empresas y sólo 33 llevan inscrito el nombre de una mujer.

En 1991, cuando la Xunta amplió en un decreto las normas de concesión de las medallas, creadas en 1984, la única referencia a las mujeres en esa reglamentación fue no menos llamativa que el evidente desequilibrio de género en su reparto: como normal general, “esta joya se llevará colgada al cuello por una cinta de 33 milímetros de ancho de color blanco, y una faja de 11 milímetros al largo y por el centro”; sin embargo, “las damas condecoradas llevarán la medalla colgada de un lazo”, señalaba. No obstante, la única mujer con Medalla la recibió en idénticas condiciones al resto de galardonados.